Durante años, el consejo de tomar una aspirina al día -ácido acetil salicílico en su nombre genérico real- ha sido uno de los caballos de batalla de la prevención cardiovascular en medicina. Teóricamente, tomar esta medicación reduciría el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares, como infartos de corazón o accidentes cerebrovasculares.
Sin embargo, las investigaciones al respecto han avanzado, y los consejos sobre la toma de aspirina han ido haciéndose cada vez más individualizados, hasta el nivel de que su uso como prevención primaria, es decir, en aquellos individuos que jamás han sufrido ningún evento cardiovascular, ha sido desterrado.
Sin embargo, aún quedan millones de individuos hoy en día que toman una aspirina al día sin necesidad, como afirma un nuevo estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine.
Las nuevas guías del Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón (AHA) desaconsejan la toma de aspirina en individuos mayores de 70 años con enfermedad cardiovascular conocida, y también en individuos más jóvenes pero con algún factor de riesgo de sangrado. Y sin embargo, millones de individuos siguen haciéndolo.
De hecho, según la AHA, tan solo un número muy específico de individuos entre los 40 y 70 años deberían tomar aspirina, de 75 a 100 mg, y siempre bajo prescripción médica.
Sin embargo, según una encuesta nacional de salud de 2017 de los EEUU con datos de 14.000 individuos mayores de 40 años, se estimó que alrededor de 29 millones de personas toman una aspirina al día sin tener una enfermedad cardiovascular conocida en el país norteamericano, y hasta 6.6 millones de individuos lo hacen sin prescripción médica.
Por otro lado, según el nuevo trabajo, hasta 10 millones de personas mayores de 70 años siguen tomando aspirina sin sufrir ningún problema cardíaco conocido, algo que en las nuevas guías de la AHA se desaconseja tajantemente.
La toma de aspirina sin haber sufrido un evento cardiovascular entraba dentro de los criterios de la conocida como prevención primaria, es decir, un tipo de medicación que evitaría sufrir eventos cardiovasculares.
Hoy en día la aspirina se reserva solo a individuos que ya han sufrido algún evento, como forma de prevención secundaria y con el objetivo que no vuelvan a sufrir otro evento cardiovascular; en casos muy específicos también se receta la aspirina diaria, pero siempre con alguna enfermedad cardíaca de base y no como prevención.
Por ejemplo, sí que está aconsejado tomar una aspirina diaria tras sufrir un infarto cardíaco, dado que se trata de una patología donde existen problemas de coagulación. De hecho, en ocasiones la aspirina se combina con otra medicación con características similares durante el primer año, siendo retirada tiempo después, dependiendo del tipo de infarto sufrido. En el caso de sufrir un ictus, los requisitos para la toma de aspirina son similares.
El problema de la toma de aspirina, en caso de no haber sufrido ningún evento cardiovascular, es que su toma puede aumentar el riesgo de sufrir sangrados. De hecho, a principios de 2019 un estudio comparó el riesgo-beneficio de la toma de aspirina como forma de prevenir infartos o ictus, en contraposición al riesgo de sangrado; finalmente se llegó a la conclusión que el riesgo de sangrado era mayor que la reducción de riesgo de sufrir algún evento, algo que desaconsejaría una vez más tomar aspirina sin requisitos previos.
En definitiva, tomar una aspirina diaria aportaría pocos beneficios y demasiados riesgos, cuando no se ha sufrido ninguna enfermedad cardíaca previa. En las nuevas guía se la AHA se sugiere que el 80% del peso de prevención cardiovascular debe recaer en los cambios en el estilo de vida y no en la toma de determinadas medicaciones. Pero, recordemos, si ya se ha sufrido algún evento cardiovascular sí se debe tomar aspirina de forma diaria. Siempre bajo prescripción médica.
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