Las vacaciones de verano pueden dar lugar a un verdadero estado de desconexión, o al inicio de una pesadilla, dependiendo de las posibles infecciones contraídas durante los diversos baños veraniegos. Que, por suerte, suelen ser infecciones leves o muy esporádicas.
Ese no fue el caso de una joven de 26 años originaria del estado de Indiana, en Estados Unidos, la cual sintió una erupción en la pierna tras bañarse en el jacuzzi de su hotel durante las últimas tres noches de sus vacaciones, según datos el medio local RTV6. Tras acudir al médico, el único potencial factor de riesgo parecía ser el mismo jacuzzi.
Finalmente se llegó a la conclusión de que la erupción sufrida por esta mujer se debía precisamente al jacuzzi, siendo diagnosticada de foliculitis por Pseudomonas, o "erupción del jacuzzi". Se trata de un tipo de infección por irritación de los folículos pilosos, donde la protagonista es la bacteria Pseudomonas aeruginosa, siendo una de las enfermedades más comunes relacionadas con el uso de jacuzzis.
La clave está en la temperatura
El riesgo de infección en bañeras de hidromasaje o jacuzzis aumenta precisamente por las altas temperaturas del agua, las cuales podrían hacer que las sustancias desinfectantes (como el cloro) se descompongan más rápido, según aseguran los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU.
Inicialmente, se trató a la mujer con antibiótico por vía oral, pero aún así su infección continuó empeorando hasta impedirle caminar. De hecho, se llegó a plantear una posible amputación si las cosas no mejoraban. Pero, finalmente, se inició tratamiento antibiótico por vía intravenosa, pudiendo mejorar la infección a tiempo.
Habitualmente los casos de erupción por jacuzzi no son graves, e incluso llegan a desaparecer solos sin precisar tratamiento médico, según los CDC. Sin embargo, en determinados casos, pueden existir complicaciones. Si la infección avanza hacia planos más profundos de la piel, pueden producirse abscesos e incluso daños permanentes, incluyendo cicatrices o manchas, e incluso infecciones recurrentes complicadas de tratar.
Como consejo, los CDC aconsejan bañarse y limpiar el traje de baño con jabón tras salir de un jacuzzi. Además, sería conveniente asegurarse de que el jacuzzi usado se ha desinfectado correctamente y que sus niveles de pH son revisados un par de veces por día.
El organismo sanitario va más allá y ofrece una guía de preguntas que se le pueden hacer al dueño del jacuzzi. Así, recomiendan inquirir sobre la última inspección sanitaria a la que se ha sometido la instalación, si se miden los niveles de desinfectante y pH al menos dos veces al día, si esta cifra aumenta si lo hace la ocupación del jacuzzi y si las personas encargadas del mantenimiento llevan a cabo determinados procesos.