Todo empezó el lunes por la noche y lo hizo fuera de España. Un comunicado de la Sociedad de Cuidados Intensivos Pediátricos de Reino Unido, colgado en su Twitter, alertaba de que se habían registrado varios casos de niños que habían ingresado en la UCI con una mezcla de síndrome del shock tóxico y enfermedad de Kawasaki, en un estado de hiperinflamación multisistémica. Lo curioso: algunos de ellos eran positivos a Sars CoV-2 y otros no.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) elaboraba al mismo tiempo una nota informativa con el nada tranquilizador título Alerta sobre acúmulo de casos de shock pediátrico.
En la misma, que no se publicó en su web ni en sus redes sociales, se decía que se pretendía alertar a los pediatras y médicos que ven niños de la aparición en las últimas dos semanas de un número de pacientes pediátricos, caracterizados por un "cuadro inusual de dolor abdominal, acompañado de síntomas gastrointestinales, con aceptable estado general pero que pueden evolucionar en pocas horas hacia un shock, con taquicardia e hipotensión, incluso en ausencia de fiebre". "La mayoría de los casos se han detectado en niños en edad escolar o adolescentes", continuaba.
El documento decía que estos síntomas solían acompañarse de fiebre, eritrodermia e inyección conjuntival, solapándose con dos posibles entidades como la enfermedad de Kawasaki y un síndrome de shock tóxico.
En negrita, la AEP destacaba que resultaba "prioritario" reconocer estos cuadros para derivar urgentemente a estos pacientes a un centro hospitalario. "Ante la aparición de algunos de estos síntomas se recomienda tener un alto índice de sospecha, monitorizar la frecuencia cardiaca y la tensión arterial y valorar la derivación urgente a un hospital próximo".
Si el anuncio de Reino Unido y su recogida en diversos medios nacionales e internacionales ya habían desatado la alerta, el de la AEP llevó directamente al pánico, con miles de padres preguntándose si la diarrea de sus hijos era un signo claro de que acabarían en alguna UCI con síndrome del shock tóxico.
Pero la tormenta amainaba en la mañana del martes. Primero era la PICSUK la que colgaba en sus redes una nota aclaratoria sobre su mensaje del día anterior. "Si usted es padre, tenga por seguro que una enfermedad seria como resultado del COVID-19 todavía parece algo que sucede muy raramente en los niños", aclaraba.
Al tiempo, la AEP hacía lo propio y señalaba que el PDF que está circulando por redes y WhastApp hacía referencia a una comunicación interna, remitida desde la AEP a sus oscios a títulos informativo. "Estamos recopilando toda la información existente y con evidencia documentada y emitiremos un comunicado oficial sobre este asunto", concluía su tuit. En ningún momento hacía referencia a cómo se podía haber filtrado -y haber llegado a esos niveles de transmisión- un documento interno.
El ansiado comunicado llegaba a media mañana. Bajo el escueto título Comunicado oficial, la AEP aclaraba el origen de la información: "Como procedimiento habitual en el marco de las enfermedades infecciosas, la Asociación Española de Pediatría ha remitido una información profesional a los pediatras y otros médicos que ven niños, ya que, gracias a nuestro modelo español de Atención Pediátrica, en el cual los Pediatras de atención primaria son el primer escalón en la atención sanitaria de los niños, es posible un diagnóstico de sospecha temprano ante patologías que requieren una intervención inmediata".
Después procedía a decir que era importante llamar a la calma a las familias porque los cuadros descritos eran muy raros y el "modelo pediátrico español permitía actuar ante los primeros síntomas". "Es un cuadro conocido y que puede ser desencadenado por diversos agentes infecciosos y tiene un tratamiento bien establecido", tranquilizaba la asociación.
También resaltaba que por el momento "no se ha establecido si estos casos son una coincidencia en el tiempo con la pandemia COVID-19 o tienen algún tipo de relación causal".
Por último, recordaban a los padres la relevancia de que estén atentos a los síntomas de alarma de los niños, tanto por la COVID-19 como por otras patologías que siguen siendo motivo de acudir a las urgencias pediátricas. La asociación de fiebre elevada y manchas en la piel es un motivo habitual de consulta.
Así, ambas asociaciones plegaban velas cuando la alarma de los padres ya se había desatado. Según explica a EL ESPAÑOL el pediatra Aser García Rada, que ejerce en un centro de atención primaria de Madrid, "no se sabe si esos cuadros son por el coronavirus o por otro germen u otro motivo", pero que en algunos casos, y no en todos, los niños "tienen coronavirus de forma coincidente, aunque no necesariamente causal".
En una línea parecida hablaba a este periódico el director de Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra, José Manuel Moreno. "Si nos salimos del COVID-19 ya hemos tenido situaciones asociadas al síndrome del shock tóxico (SST), la enfermedad de Kawasaki y miocarditis y casi siempre son de etiología vírica. Se están dando en una cantidad no distinta, pero lo que es nuevo es el visitante que tenemos, el coronavirus".
Para este experto, la alerta puede tener más sentido en Reino Unido donde no hay pediatría de atención primaria y los niños tienen que recorrer ciertos pasos para llegar a este especialista. Es algo que, afortunadamente, no sucede en España donde, subraya, los pediatras son "excelentes".
En cualquier caso, el médico clara que estas situaciones sólo se han localizado en algunos hospitales pediátricos, pero que no hay ningún registro. "Existe el peligro de magnificar, y lo que está claro es que estas unidades no están saturadas", explica.
Para García Rada, el mensaje para llevar a casa es el siguiente: " Lo más importante es que la gente entienda que está infección causa una multiplicidad de síntomas y en una variedad amplísima de combinaciones que exceden en mucho la trilogía de fiebre, tos, o difícultad respiratoria, que pueden no aparecer. Ahora mismo esto no lo entienden ni muchos sanitarios. Ni en España, ni en el mundo".
"Por eso habría que sospechar esto en cualquier aparición de síntomas de infección aguda, no solo de infección respiratoria aguda, que es lo que sigue apareciendo en muchos protocolos", concluye.
Moreno, por su parte, apunta a que "no hay que buscar síntomas donde no hay síntomas y que los niños sufren la enfermedad de forma generalmente banal". Eso sí, advierte, "es más peligroso que un niño no vaya al médico o al hospital por miedo al virus que el propio virus". "El pediatra ya dirá lo que hay que hacer", explica antes de concluir que incluso estos casos graves descritos en algunos hospitales no siempre requieren de ingreso en la UCI y que, si lo hacen, "los niños tienen muchas posibilidades de salir".
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