Las mascarillas forman, desde el pasado jueves, parte de nuestra vida cotidiana. A partir de ahora salir a la calle debe hacerse con una de estas protecciones tapando nuestra nariz y nuestra boca. Son incómodas y poco estéticas, pero si todos nos la ponemos pueden evitarse un gran número de nuevos contagios. Las primeras incursiones en las calle se han saldado con algunas quejas: que si empañan las gafas, que si dificultan la respiración e, incluso, hay quien dice que huelen mal.
En cuanto a este último aspecto, muchos tuiteros se han lanzado a aclarar en sus redes sociales que a la mascarilla no le pasa nada. El olor del que algunos usuarios se quejan es el de su propio aliento. Este mal aliento puede ser provocado por un muchas causas diferentes: algunas muy sencillas de combatir con hábitos de higiene, pero hay otras que pueden necesitar la ayuda de un especialista.
Según la página web de la Clínica Mayo, la mayoría de los casos de halitosis comienzan en la boca. Una de las principales causas, por tanto, es la comida que consumimos. No sólo porque estos tengan un potente sabor —como el ajo, la cebolla o el café—, sino que "después de digerirlos, los alimentos ingresan en el torrente sanguíneo, son transportados a los pulmones y afectan al aliento".
Tabaco y limpieza bucal
El tabaco es también una causa frecuente de halitosis, sus compuestos dañan las encías y cuando esto pasa puede repercutir en un olor desagradable. También algunos fármacos pueden desencadenar este tipo de problemas, además, de una mala higiene bucal. Es importante cepillarse los dientes y usar hilo dental, si no "habrá partículas que queden en tu boca y produzcan mal aliento. Se forma una capa incolora y pegajosa formada por bacterial, la placa".
Otras causas de la halitosis pueden tener su origen, por ejemplo, en una reciente operación quirúrgica en la boca para quitar piezas dentales. Tener tonsilolitos también puede ser causa de un mal aliento; se trata de unas piedrecitas que se forman por la calcificación de bacterias y restos de comida que quedan en los recovecos de las amígdalas. De todas formas, no todas las personas tienen estos inofensivos cálculos y, además, sólo son los responsables del 3% de los casos de mal aliento, según un estudio de 2014 publicado en Otolaryngology Head and Neck Surgery.
El mal aliento también puede estar originado por la sequedad de la boca. De hecho, el Instituto de Salud Carlos III (Isciii) asegura que la secreción de saliva y el mal aliento están relacionados. "En una boca sana, los restos celulares pasan a la saliva y son tragados y digeridos rápidamente, por lo que las bacterias no tienen tiempo de realizar su acción putrefactiva y no se produce halitosis. La saliva lubrica y oxigena la cavidad oral, y posee propiedades antimicrobianas; por tanto, la cantidad y calidad de la saliva son importantes".
Causas menos frecuentes
En un pequeño porcentaje de los casos de mal aliento, las causas se encuentran fuera de la boca y pueden anunciar alguna patología. De este grupo, las más habituales son aquellas que tienen lugar en zonas próximas a la boca, como una sinusitis u otras infecciones en estas zonas. Sin embargo, son las enfermedades digestivas a las que la gente achaca la halitosis con mayor asiduidad.
Esto no es del todo cierto. A pesar de que el Isciii reconoce que algunas de estas enfermedades suelen originar halitosis, "es menos frecuente de lo que se piensa. El esófago normalmente está colapsado, aunque ocasionalmente puede dejar escapar olor procedente del estómago, pero es raro que sea de forma permanente". También existen algunas enfermedades respiratorias y sistémicas que en algunas ocasiones pueden generar el mal aliento.
Dentro de lo tipos de halitosis se incluye la psicosomática que el Isciii describe como un caso en el que "el paciente percibe un mal olor en su aliento que otros no detectan y no se puede objetivar con las pruebas disponibles". La institución explica que este tipo de pacientes suelen ser personas autocríticas y con dificultad para expresar sus emociones que confunden gestos de otras personas con signos de rechazo.
De hecho, en un caso más extremo un paciente puede sufrir halitofobia que "es un miedo exagerado a sufrir mal aliento". Esta preocupación obsesiva termina por afectar a la vida social y personal de las personas que la padecen. Suele tratarse de una consecuencia de algunos trastornos psicológicos.