Además de las cremas solares, a la hora de protegernos del sol conviene tener en cuenta otros parámetros si pretendemos asegurar que la salud de la piel no se resiente en verano. A saber: sombrillas, prendas de vestir y de baño e incluso la alimentación.
Índice ultravioleta (UVI)
Para evitar las quemaduras solares, la Organización Mundial de la Salud ha establecido el llamado índice ultravioleta (UVI), que ofrece valores desde 1 (bajo) hasta 11 (muy alto). La recomendación es tomar precauciones frente a la exposición solar a partir de un valor UVI de 3.
Para conocer los datos de UVI local podemos consultar diferentes canales de información, páginas web como la de la AEMT o aplicaciones móviles como UV-DERMA, creada por la Universidad de Málaga y avalada por la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Además de ofrecer recomendaciones en fotoprotección, la aplicación estima el tiempo que una persona puede permanecer al sol sin quemarse en función de su fototipo y localización geográfica.
En general, conviene tener en cuenta que, aunque el uso de fotoprotectores tópicos es la medida más utilizada, lo más eficaz es evitar la exposición solar en las horas centrales del día. Es decir, entre las 12 y 16 horas, que es la franja horaria en que la irradiancia solar que alcanza la Tierra es mayor. Por otro lado, la dosis de crema importa. Estudios recientes revelan que solemos aplicar cantidades insuficientes para proteger nuestra piel de las radiaciones.
Regla de la sombra
Una forma sencilla de reconocer cuándo existe mayor riesgo de sufrir una quemadura solar es mirar nuestra propia sombra. Si resulta que supera nuestra altura, indica que los rayos del sol inciden de forma tangencial y no son peligrosos. Por el contrario, si nuestra sombra es más corta que nuestra altura se debe a que la radiación solar es más directa y tenemos más riesgo de sufrir una quemadura.
El año pasado, en el Laboratorio de Fotobiología Dermatológica de Málaga desarrollamos un dispositivo llamado UVILISCO capaz de determinar el UVI en función de la sombra reflejada. Se trata de un dispositivo sencillo con forma de obelisco (de ahí su nombre), ideado con un fin didáctico y fácil de instalar en los patios de los colegios y centros educativos.
Con él se pretende concienciar sobre fotoprotección en la etapa escolar, ya que es en esta fase de de la vida cuando se recibe la mayor parte de radiación solar. Teniendo en cuenta que se ha demostrado que con medidas de fotoprotección el cáncer de piel fotoinducido se puede prevenir hasta en un 80%, conviene tomar medidas desde edades tempranas. UVILISCO recibió el Premio al mejor estudio clínico presentado en la Reunión Andaluza de Dermatología de la AEDV.
Ropas y tejidos
La fotoprotección mediante ropas y tejidos es de gran utilidad y asequible para todos. Está muy extendida la creencia errónea de que protegen más los tejidos claros, pero lo cierto es que ofrecen mejor fotoprotección los colores oscuros.
Conviene tener en cuenta que la humedad puede disminuir la protección de los tejidos hasta en un 30%. De ahí la importancia de no confiar en que la protección es total en casos de niños o mayores que están expuestos al sol en las playas durante tiempo prolongado con las camisetas mojadas. Por otro lado, la polución ambiental también puede reducir el nivel de fotoprotección.
En nuestro laboratorio hemos analizado diferentes tejidos utilizados habitualmente en verano. Nuestros resultados muestran que confieren fotoprotección muy alta, aunque ésta se reduce en los tejidos naturales de punto holgado, como las camisas de lino.
En el caso de sobreexposición solar por actividades recreativas, deportes al aire libre, profesiones expuestas de forma prolongada al sol (socorristas, jardineros…) es fundamental el uso de ropa fotoprotectora específica, así como gorras o sombreros de ala ancha. Especialmente en verano.
Uso de sombrillas y toldos
Para evitar las quemaduras solares en las playas, es esencial usar sombrillas y toldos. Sin caer en el error de pensar que la protección que ofrecen es total. No se trata de que la tela de la sombrilla no bloquee la radiación ultravioleta solar (que en algunos casos puede ocurrir), sino que solemos obviar la radiación solar que se refleja desde la arena, el césped o la superficie sobre la que estamos situados.
Esa radiación reflejada dependerá del coeficiente de reflexión de la superficie o albedo, que suele oscilar entre el 10% y el 20% –aunque existen superficies (como la nieve) que pueden reflejar hasta el 80% de la radiación que reciben–.
Antioxidantes
El sol tiene un alto poder oxidante, y las personas tenemos antioxidantes naturales que contrarrestan sus efectos negativos. Sin embargo, en situaciones de elevada exposición solar se genera en el organismo especies reactivas de oxígeno que, si no son neutralizadas por los antioxidantes naturales, desencadenan estrés oxidativo. Ese estrés oxidativo acelera los procesos de envejecimiento, daña el ADN celular y aumenta a largo plazo el daño cutáneo.
Para contrarrestarlo, la tendencia actual por parte de la industria farmacéutica es añadir antioxidantes a las cremas solares (y, a la inversa, añadir fotoprotectores a las cremas antienvejecimiento). Los antioxidantes también pueden administrarse de forma oral, en cápsulas o comprimidos. Si bien la protección que ofrecen frente a la quemadura solar es mínima, son un buen complemento en fotoprotección, especialmente en situaciones de sobreexposición solar y en personas con alergias solares.
Otra alternativa es consumir alimentos ricos en antioxidantes para contrarrestar los efectos oxidativos del sol. En general, las verduras y frutas frescas son ricas en antioxidantes, muchos de los cuales forman parte de los pigmentos. Por eso su consumo está especialmente indicado en época estival.
Así por ejemplo, los betacarotenos (provitamina A) aportan color a la piel y están presentes en frutas y verduras de color naranja, como el melocotón o la zanahoria. El resveratrol de la uva o el licopeno del tomate son otros ejemplos de antioxidantes naturales recomendables en épocas de alta irradiancia solar.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
**María Victoria de Gálvez es profesora de Dermatología de la Universidad de Málaga.