El 11 de marzo, el Hospital Universitario La Paz de Madrid habilitaba su gimnasio para atender a pacientes con COVID-19. Ocurría tres días antes de que se decretase oficialmente el estado de alarma. Ese mismo día, el 14 de marzo, el centro tenía ya 19 pacientes ingresados en UCI. La tormenta que se avecinaba, no solo en el mítico hospital madrileño, sino en toda España, es de sobra conocida: alrededor de 250.000 personas infectadas y casi 29.000 fallecidos, según las cifras oficiales del Gobierno, en la peor crisis sanitaria que ha vivido nuestro país desde la gripe española de 1918, cuya segunda ola en otoño fue mas letal que la primera.
Tres meses después de una tragedia sin precedentes, el sistema sanitario español se encuentra en unas mejores condiciones para afrontar un nuevo envite del coronavirus Sars-CoV-2. Ahora, los centros realizan cientos de pruebas PCR cada día a los pacientes, acumulan toneladas de material en sus almacenes (EPIs, mascarillas, respiradores y camas), mantienen acondicionadas las áreas que ampliaron durante los últimos meses para los pacientes y han extendido los contratos del personal sanitario contratado de forma eventual. El objetivo es sólo uno: evitar que llegue de nuevo el colapso.
En estos días la presión asistencial ha disminuido sobremanera en los hospitales. Sin embargo, la incertidumbre y el miedo siguen estando presentes debido al goteo incesante de casos provocado por los más de 50 rebrotes que han ocurrido en España en las últimas semanas. Son muchas las incógnitas que aún rodean a la pandemia y, pese al conocimiento adquirido durante este tiempo sobre el virus, nadie garantiza que España no pueda vivir una segunda ola que vuelva a poner en jaque nuestro sistema.
Hospital Ramón y Cajal
El Hospital Ramón y Cajal de Madrid ha sido uno de los centros que más presión asistencial ha tenido que soportar durante los últimos meses. Allí se diagnosticó al primer paciente infectado por coronavirus el 29 de febrero. Por aquel entonces, no sabían lo que se les venía encima. Pronto, los ingresos comenzaron a multiplicarse. Primero diez, luego 20, después 30. Así, hasta llegar a la centena diaria. Las cifras llegaron a ser abrumadoras: 3.000 pacientes ingresados por COVID-19 en un mes y alrededor de 540 fallecidos en total.
La situación, por suerte, es bien distinta a día de hoy. Según cuenta a EL ESPAÑOL Agustín Utrilla, médico cirujano y director médico de este hospital madrileño de referencia, el centro en estos momentos sólo tiene 10 enfermos infectados con coronavirus, cuatro de ellos en UCI. Sin embargo, lejos de bajar la guardia, el hospital mantiene las espadas en alto y ha diseñado un plan de contingencia, el llamado Plan de Elasticidad, para hacer frente a una más que probable segunda oleada a través de distintos niveles.
La virulencia de la pandemia obligó al centro a transformar áreas como el gimnasio en UCIs, a multiplicar camas como si del milagro de los panes y los peces se tratase, y a crear de la nada sistemas de respiración y oxigenación en estancias que no estaban diseñadas para albergar a pacientes críticos con neumonías bilaterales. "A día de hoy, mantenemos estas instalaciones, que fueron acondicionadas durante el periodo crítico, para dar respuesta y que no llegue a producirse una saturación del hospital", cuenta Utrilla, que apunta también que el centro está construyendo una nueva zona de UCI que debería estar lista antes de final de año.
El Ramón y Cajal, que llegó a tener hasta 103 pacientes entubados, acumula toneladas de material entre EPIs, mascarillas, batas y respiradores, que han pasado de 60 a poco más de una centena. El objetivo es que no se vuelvan a repetir escenas pasadas y que los sanitarios, cuya tasa de infección sobrepasa con creces a la de la mayoría de la población, puedan hacer frente al nuevo repunte en unas mejores condiciones. Además, han prolongado 700 contratos temporales de personal hasta el 31 de diciembre, y durante estos meses, si no hay ningún rebrote, se hará frente a una enorme lista de operaciones pendientes que fueron pospuestas por la crisis sanitaria.
Hospital Gregorio Marañón
El madrileño Hospital Gregorio Marañón ha vivido en los últimos meses una situación similar a la del Ramón y Cajal. Sonia García de San José, subdirectora gerente del centro, confiesa a EL ESPAÑOL que llegaron a tener en un solo día 1064 pacientes de COVID-19, de los cuales 135 estaban en UCI. "Con esta experiencia, lo que hemos hecho es elaborar Plan de Contingencia en el que hemos diseñado la escalada de nuevas camas de hospitalización y reforzado las camas de críticos para que así, en los próximos meses podamos tener preparada una segunda UCI si fuera necesario".
Al reforzar estas áreas -explica la experta- el hospital está dotándose de EPIs y de toda la provisión general de medios necesarios para hacer frente a los rebrotes. Igualmente, también el servicio de farmacia se está haciendo con un stock de seguridad. Es importante destacar que se está poniendo en marcha un sistema de consulta telefónica estandarizado, consolidado y protocolizado.
Tal y como apuntaba Utrilla, uno de los problemas más graves de los meses anteriores fue la escasez de respiradores. De hecho, según el informe Documento de Consenso -realizado por varias sociedades científicas- un 15% de los pacientes ingresados con COVID-19 ha necesitado ventilación mecánica, a consecuencia de la insuficiencia respiratoria aguda provocada por esta enfermedad. "Los respiradores son equipos sanitarios muy complejos y su fabricación no es fácil. Pero vamos a tener una dotación de equipos de ventilación mecánica adaptada a las necesidades", explica la doctora.
Hospital Universitario Puerta de Hierro
Uno de los aciertos de los meses álgidos de este pandemia, en el que coinciden todos los expertos, es la creación de gabinetes de crisis o de un Comité Director, tal y como lo llamaron en el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid), que también llegó a duplicar, incluso a triplicar, su ocupación hospitalaria.
Su director médico, Julio García Pondal, cuenta a EL ESPAÑOL que uno de los mayores aciertos que tuvieron entonces fue, precisamente, crear casi desde el principio esta comisión formada por varios profesionales del centro, donde trabajaron y aún trabajan desde todas las áreas de afección posible. Esto es: desde la diferenciación en entrada de pacientes sospechosos de COVID-19 hasta la gestión de protección de profesionales y pacientes.
"Todo lo que hicimos quedó documentado en procedimientos y documentos para que ahora, ante un nuevo rebrote, se pueda desplegar de nuevo todo el dispositivo. Esperamos, no obstante, que no llegue una ola tan grande como la que hubo pero en el caso de que llegase, estamos más preparados", afirma el experto. Según cuenta Pondal, los hospitales han intentado cubrir las necesidades extraordinarias que necesitarían en caso de urgencia. "Por ejemplo, aquí, en el Puerta de Hierro, pasamos de 42 camas de UCI a 86. Todo ese equipamiento está guardado y a disposición de nuevas necesidades. También están guardadas las camas hospitalarias extra que se tuvieron que utilizar: pasamos de 600 a casi 1.200", explica el director médico.
Hospital Clinic de Barcelona
En el Hospital Clinic de Barcelona, uno de más afectados por la pandemia en Cataluña, también se llegaron a duplicar el número de camas disponibles en UCI. Ahora, cuentan también con un "gabinete de crisis (formado en los meses anteriores por profesionales de distintos servicios) y diferentes grupos de trabajo especializados", que actualizan y analizan a diario toda la información disponible para controlar los posibles casos, un elemento clave para tener y mantener un mayor control de la situación.
"Estamos preparados para lo que pueda venir", afirma a este periódico Ernest Bragulat, médico adjunto a la dirección de Urgencias del centro, quien apunta que en estos momentos tienen muy pocos casos. "Tenemos entre cero y dos ingresos diarios por COVID-19, algo que se mantiene ya desde hace semanas", afirma.
El hospital catalán cuenta actualmente con cuatro camas UCI de alto aislamiento (que son las que están preparadas para este tipo de casos y enfermedades infecciosas) y una sala de infecciones para ingresos. "Con estos dispositivos tenemos suficiente para hacer frente a los pocos casos que tenemos", apunta.
Así, el engranaje del centro ha sido modificado y flexibilizado, de tal forma que, tal y como ocurre en los hospitales madrileños, se pueda disponer rápidamente de nuevas áreas y estancias para acoger a pacientes infectados. "Para posibles brotes, lo que hemos hecho de forma preventiva es organizarnos de la misma forma que lo hicimos la vez anterior. Es decir, si con esta sala de UCI y esa sala de ingresos no tenemos suficiente, podemos adaptar estas otras", cuenta el especialista. "Aunque todo hace pensar que la cosa está muy estabilizada. Estamos a la expectativa de ver si la movilidad que ha recuperado la población puede tener impacto o no. Por ello, es fundamental para prevenir contagios que la gente cumpla con las medias de seguridad", afirma Bragulat.
Una de los factores importantes para hacer frente a los nuevos casos además de cumplir con las medidas de seguridad, es la disponibilidad que existe ahora de hacer más PCR, es decir, de realizar más pruebas diagnósticas, lo que facilita el cribado. "El hecho de que se puedan hacer PCR desde Atención Primaria facilita mucho las cosas porque se detecta antes a los enfermos", indica Bragulat.
La sanidad privada, también preparada
También en los hospitales privados se preparan para un posible segunda oleada del virus, esta vez sí, con un mayor conocimiento y experiencia, tal y como afirma Daniel Carnevali, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Quirónsalud (Madrid). "Lo primero es aprender de la experiencia vivida. Nosotros hemos recogido en un documento único toda la experiencia de todos los servicios implicados en el primer brote de COVID-19, y de todos aquellos que han tenido que interrumpir su tarea o modificarla, que nos servirá como marco de referencia".
Al igual que en la sanidad pública, este hospital también hace ahora más pruebas PCR gracias a que cuenta con un nuevo Laboratorio de Biología Molecular que permite aumentar el número de pruebas hasta más de 200 diarias. "Además con resultados en pocas horas (antes se tardaban días)", explica el experto.
Por otro lado, y desde el ámbito de tratamientos para la enfermedad, este hospital ha recogido la experiencia de los medicamentos utilizados para adaptar los protocolos, si se produce una nueva onda epidémica, y está involucrado además en múltiples ensayos clínicos para ofrecer a los pacientes.
Y algo muy importante que no debemos olvidar son las familias. "El circuito entre familiares y enfermos está ya perfectamente establecido (aunque ahora no se esté utilizando) y tenemos además, más capacidad de realizar teleasistencia con los pacientes y sus familias", comenta Carnevali. Y es que está claro que la experiencia vivida -concluye- ha servido mucho. "Hemos aprendido a manejar grandes volúmenes de pacientes en poco tiempo y hemos conocido una enfermedad de la que apenas teníamos información. Ahora conocemos su historia natural, las complicaciones que pueden surgir y cómo prevenir y tratar algunas de ellas".