El estudio de seroprevalencia en España publicado a comienzos de esta semana en la prestigiosa revista The Lancet ha sido recibido con un enorme interés por parte de investigadores de todo el mundo, ya que su muestra de más de 60.000 españoles coordinados desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) es de las mayores empleadas hasta ahora en un estudio de este tipo.
Hay un dato particular, sin embargo, que ha encendido las alarmas más allá de nuestras fronteras, y tiene que ver con las personas que dieron positivo en anticuerpos de COVID-19 en la primera oleada pero que, para cuando se les practicó el test en la tercera, los habían perdido. Es decir, el 14% que se había 'seronegativizado' al "perder" los anticuerpos contra el nuevo coronavirus SARS-Cov-2 muy rápidamente, particularmente entre las rondas 1 y 2 de testeo.
Estos casos se dieron principalmente en personas que habían pasado la enfermedad de forma asintomática o con síntomas débiles; era mucho más improbable, en cambio, si había sufrido un cuadro más grave o habían dado positivo al menos una vez en una prueba PCR. "Lo que vemos es la incertidumbre que están evidenciado los datos", declaraba Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III, en la presentación de estos resultados. "La inmunidad puede ser incompleta, transitoria, durar solo un breve periodo de tiempo y desaparecer después".
La idea de que la exposición al COVID-19 puede conferir solo una inmunidad efímera se suma al dato de que, pese a ser uno de los países del mundo más fuertemente golpeados cuando la pandemia se propagó fuera de China, el porcentaje de españoles que han pasado la enfermedad es solo de un 5%, aumentando hasta a un 11% en focos como Madrid pero no superando en ningún caso el 14%. Esta información ha sido calificada como "un jarro de agua fría" por medios internacionales como Business Insider, CNN y la BBC, ya que aleja la posibilidad de alcanzar una inmunidad poblacional antes de la llegada de la vacuna.
Se trata de la ya famosa "inmunidad de rebaño" (herd immunity) que los gobiernos de algunos países se plantearon como alternativa al confinamiento: tolerar un número de casos positivos y de muertes sin cerrar el país hasta que al menos el 60% de la población hubiese pasado la enfermedad y resistiera al contagio. El ejemplo español y su elevada mortalidad a cambio de una seroprevalencia muy alejada de este objetivo demuestran que esta estrategia es imposible: la propia The Lancet le dedica un editorial para aclarar que el coste en vidas y secuelas de salud la convierten en "contraria a la ética" e irrealizable.
Según recuerdan en los medios citados, un estudio publicado el pasado mayo calculaba que la inmunización en Estocolmo, la capital y principal ciudad de Suecia, no superaba el 7,3%. El gobierno del país optó por medidas "laxas", es decir, recomendaciones de higiene y distanciamiento sin cerrar la economía, manteniendo las escuelas y restaurantes abiertos, y sin fomentar el teletrabajo. En cuestión de semanas, sus marcadores epidemiológicos eran los peores de la región y llegaban a tener una peor mortalidad que España.
El epidemiólogo jefe, Anders Tegnell, justificaba el alto coste de 5.500 muertes en un país de 10 millones de habitantes argumentando que los países que ordenaron el confinamiento se enfrentarían a una segunda ola peor en otoño. Pero los resultados del estudio de seroprevalencia español apuntan a que dejar a la COVID-19 a sus anchas no garantiza una mejor prevención a largo plazo. La semana pasada, el primer ministro Stefan Lofven ordenaba abrir una investigación sobre el manejo del coronavirus en el país: "La cuestión no es si Suecia debe cambiar de estrategia, sino cómo", declaraba.
Además, como recuerda la británica The Lancet, fue precisamente el Reino Unido quien planteó la idea de alcanzar la 'inmunidad de rebaño' manteniendo la actividad a pesar de que "muchas personas vayan a perder a sus seres queridos", declaraba el primer ministro Boris Johnson mientras España decretaba el estado de alarma. Una semana después, Downing Street rectificaba y ordenaba el confinamiento.