La emergencia sanitaria ocupa los telediarios y las páginas de los medios de comunicación, lo que nos ha llevado a que, en pocos meses, hayamos oído más veces que nunca términos como anticuerpos, carga viral, inmunidad de rebaño, seroprevalencia… Palabras y expresiones que también han pasado a formar parte de nuestras conversaciones diarias.
A estas palabras se suman otros conceptos más nuevos, como los diferentes tipos de pruebas para detectar el SARS-CoV-2 y que permiten diagnosticar y comprender cómo se extiende el virus. En la actualidad se realizan tres tipos de pruebas: la PCR, el test serológico y el test rápido. Sin embargo, existen diferencias en su efectividad y la forma de identificar el virus.
La recomendación para realizar una prueba u otra pasa “por la existencia o no de sintomatología”, explica el doctor Francisco Ruiz, especialista en medicina interna en el Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón. “Si existen síntomas compatibles con Covid-19 la prueba a realizar es siempre una prueba de PCR”, aunque en el caso de que el individuo haya tenido síntomas hace más de 7 días y se encuentre asintomático “la prueba a realizar sería la serología para determinar el nivel de anticuerpos”. La prueba serológica también es la prueba de elección en el resto de casos en los que no se presentan síntomas.
Aquellas personas que deseen realizarse una prueba “con la finalización del estado de alarma no necesitan la prescripción médica. El interesado puede solicitar la prueba en el centro que disponga de las mismas pero el laboratorio que la realice está obligado a informar de los casos positivos a la Dirección General de Salud Pública”, añade el doctor Amancio Marín, director médico del Hospital Quirónsalud de Torrevieja. Pero, ¿cuáles son las principales diferencias en cada una de estas pruebas?
Prueba PCR
La prueba PCR, por sus siglas en inglés ‘reacción de cadena de polimerasa’, detecta la presencia de material genético del virus en el cuerpo. En concreto se detecta el “ARN del virus en las muestras respiratorias, que deben ser tomadas en la zona posterior de la faringe”, detalla el doctor Daniel Carnevali, jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid. El resultado de la prueba “depende en gran medida de su correcta realización, así que la muestra se debe tomar en la zona más profunda de las fosas nasales”, añade el doctor Miguel Marcos, jefe del servicio de medicina interna del Hospital Quirónsalud Málaga.
Un positivo en la prueba PCR confirma la existencia de una infección activa, por lo que el individuo es capaz de contagiar a otros. “Algunas personas ya curadas pueden mostrar PCR positivos persistentes sin que haya virus completo, sino fragmentos”, continúa el doctor Carnevali, sin embargo, hasta que esta prueba no es negativa, el individuo se sigue considerando potencialmente contagioso “a efectos de prevención”.
A la hora de realizar este tipo de prueba, “hay que tener en cuenta que pasa un tiempo desde el contacto de una persona con el virus y su detección a través de PCR, que es lo que denominamos periodo de incubación. Durante este tiempo, que puede oscilar entre 3 y 12 días, el virus se está reproduciendo pero las pruebas para medirlo no son capaces de detectarlo”, explica el doctor Carnevali. Es una de las razones por las que, cuando un individuo tiene la PCR positiva, es importante “que guarden cuarentena no solo los infectados, sino también sus contactos aunque no hayan mostrado síntomas”.
La PCR es la prueba de referencia en estos momentos, ya que alcanza una sensibilidad y especificidad del 95%. Además, se realiza en la mayoría de centros médicos y se pueden tener los resultados en menos de 24 horas. Tampoco es necesario una prescripción médica para solicitarla aunque “sí es aconsejable en todos los casos una consulta médica (bien con el especialista o bien con el médico de atención primaria) ya que en ella se puede realizar un examen de salud en el cual no sólo se va a poner de manifiesto si el paciente presenta algún síntoma compatible, sino que además el médico aconsejará sobre qué prueba es mejor realizar en cada caso”, comenta el doctor Ruiz.
Test rápido
Los test rápidos se empezaron a realizar en las primeras semanas del estado de alarma a aquellas personas que presentaban síntomas compatibles con el coronavirus, con el objetivo de rastrear el mayor número de casos positivos. Los test de diagnóstico rápido recogen una pequeña muestra de sangre para detectar si se han producido anticuerpos frente al virus, del mismo modo que lo hacen los test serológicos, aunque estos últimos arrojan resultados más concretos.
La principal ventaja de esta prueba es que ofrece los resultados en pocos minutos, sin embargo “tienen una sensibilidad y especificidad muy inferior a las PCR”, apunta el doctor Carnevali. Por ello, la mayoría de organismos oficiales, como la OMS, ya han desaconsejado su uso.
Test serológico
Por último, las pruebas de serología cuantitativa nos aportan información acerca del estado de la infección. Con el análisis de una muestra de sangre el objetivo es buscar y cuantificar los anticuerpos producidos frente al virus. “Nuestro sistema inmune tiene una forma de detección de agentes externos que es la generación de anticuerpos, que se denominan inmunoglobulinas. Estas inmunoglobulinas son proteínas que reconocen, captan y bloquean los virus para que las células del sistema inmune (linfocitos) puedan reconocerlos y eliminarlos”, explica el doctor Carnevali.
¿Y cómo permiten estos anticuerpos detectar el virus? El especialista explica que “las inmunoglobulinas no determinan la presencia del virus, sino la respuesta inmunológica de nuestro cuerpo cuando hemos estado expuestos al virus, se hayan desarrollado síntomas o no”. Se estima que más del 90% de las personas que han tenido el virus desarrolla una respuesta de anticuerpos, de manera que, dependiendo del tipo de inmunoglobulinas que se hayan generado, podemos conocer el estado de la infección.
Existen cinco tipos de inmunoglobulinas: IgA, IgM, IgG, IgE y IgD. En el caso del SARS-CoV-2 se desarrollan principalmente la IgG y la IgM. La inmunoglobulina M es la primera en detectarse y desaparecer, por lo que si se detecta su presencia, “probablemente nos encontremos en las fases iniciales de la infección”, afirma el especialista. Como el tiempo de solapamiento entre una PCR positiva y la IgM es alto (entre 5 y 7 días) ”podemos pensar que el individuo tiene el virus activo, por eso se recomienda realizar a estos pacientes una prueba PCR”.
La inmunoglobulina G aparece después y “puede desaparecer o permanecer, incluso indefinidamente. La permanencia de la IgG en sangre varía mucho entre personas y de una infección a otra”, justifica el doctor. Así, cuando solo se observan este tipo de anticuerpos, “pensamos que la fase de replicación viral ha pasado”.
Así, a la hora de escoger una prueba u otra, explica el doctor Marcos, lo más recomendable si se trata de “una persona que quiera evitar contagios a personas de su entorno personal o laboral o bien antes de un viaje, la prueba de elección es la PCR”. Mientras que para aquellas “personas que han mostrado síntomas de posible infección por coronavirus, se encuentran mal de forma prolongada o tan solo deseen conocer su situación inmunológica, la prueba es la serología cuantitativa”.