"España ha demostrado que con liderazgo político y acción, apoyándose en la ciudadanía, el COVID-19 puede ser controlado sin importar en qué grado esté la transmisión del virus", glosaba hace solo diez días el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Adhanom Ghebreyesus, con motivo de su visita a Madrid para asistir al homenaje por las víctimas de la pandemia. Dada la evolución de los contagios en los últimos días, alrededor 6.300 más desde el pasado viernes, no sería de extrañar que nuestro país volviera a servir de ejemplo para el mundo, pero como escarmiento por los errores del desconfinamiento.
La tendencia que dibuja la curva de nuevos casos confirmados diarios es ciertamente la más preocupante cuando se compara con la de los principales países de nuestro entorno. Los repuntes de positivos acumulados en los últimos siete días, con los 'acelerones' muy visibles de los lunes en los que se contabilizan los datos no publicados del fin de semana, colocan la 'segunda ola' española que ya insinuaba el ministerio de Sanidad el pasado jueves en cabeza del recrudecimiento de contagios. Francia, el siguiente en la clasificación, no ha llegado a superar los 1.000 casos diagnosticados desde que contuvo la pandemia, y Alemania, también inmersa en rebrotes, todavía menos.
La situación es aún más dura habida cuenta de que otros países han conseguido evitar los rebrotes hasta el momento. Italia, que durante meses ha sido el "enfermo de Europa", lleva desde comienzos de verano conteniendo los nuevos casos en torno al límite de los 300, al igual que Portugal. Y hay otros países en los que la curva sigue cayendo: es el caso de Suecia, cuya controvertida política epidemiológica llegó a ponerla por debajo de España, pero que ahora nos adelanta. E incluso Reino Unido, que ahora mismo cuenta con peores marcadores sanitarios que difícilmente justifican la cuarentena impuesta a los viajeros desde nuestro país pero que se encuentra en fase descendente.
Si miramos el gráfico normalizado por población, es decir, los nuevos casos diagnosticados por millón de habitantes según los recopila la Universidad Johns Hopkins (EEUU), emerge otro farolillo rojo entre los 27 de la UE: Luxemburgo, inmerso desde hace 15 días en una escalada de unos pocos centenares de nuevos casos diarios que tienen sin embargo un gran impacto en los escasamente 600.000 habitantes del Gran Ducado. España iría a continuación seguida de Bélgica, otro país con una población mucho menor (11,5 millones) y en donde los rebrotes tienen mucho más peso.
Hay un factor diferencial, sin embargo, entre los países de mayor tamaño y los menores: la influencia que pueden suponer las diferencias entre regiones. Así, la incidencia del COVID-19 en Aragón es de 23,28 por cada 100.000 habitantes, lo que coloca a la comunidad en rojo en el mapa de datos recopilado por el proyecto europeo ECML Covid, y parangonable a Luxemburgo a nivel europeo. Navarra y Cataluña, las siguientes en la lista, tienen incidencias en torno a 12 y 10 respectivamente. Pero zonas como la Comunidad Valenciana, Murcia o Andalucía están entre 1 y 1,5; y Canarias y Baleares figuran por debajo de 1, niveles tan bajos como los que se dan en las áreas más seguras de Reino Unido.
Este mapa también permite apreciar que la Península Ibérica, con la excepción de los Balcanes y los países del Este -muy especialmente de Bulgaria-, presenta la mayor variabilidad en la incidencia de la pandemia por regiones dentro de un mismo territorio. No ocurre lo mismo en Italia, que en primavera pasaba por ser el "espejo" epidemiológico de nuestro país. Una circunstancia que se puede aducir es que la ley concede seis meses de estado de emergencia, por lo que todavía no ha decaído allí. El primer ministro Giuseppe Conte ya ha anunciado que solicitará una prórroga, en previsión de las dificultades que traerá el otoño y el reinicio del curso escolar. Pero hay otros cuatro errores a destacar:
Rastreadores insuficientes
Una de las principales desigualdades entre Comunidades en España la encontramos en la capacidad para rastrear los contactos de pacientes que dan positivo en los tests PCR y contener de este modo los brotes. Como revelaba recientemente un informe del Instituto de Salud Carlos III, en las Islas Canarias se localizan hasta 27 personas a partir del 'paciente cero', pero en Cataluña, donde se ha anunciado una contratación adicional de 500 profesionales, y en Madrid, con un refuerzo que no llega a 200 personas, se localizan en el mejor de los casos dos o tres contactos.
Colapso de la Atención Primaria
Los profesionales sanitarios de Atención Primaria llevan semanas denunciando situaciones como la carencia de contrataciones de personal suplente para el verano. Además del flujo de pacientes habitual y de los casos acumulados de pacientes crónicos no atendidos durante el confinamiento, se han incrementado las visitas de quienes afirman haber tenido contacto con una persona que ha dado positivo. "Tenemos una gran carga de trabajo y lo hacemos con la mitad de la plantilla", denunciaba Vicente Baos, médico de atención primaria en el Centro de Salud Collado Villalba-Pueblo".
Descontrol del ocio nocturno
El 32% de los rebrotes están relacionados con "el ocio, discotecas, grandes fiestas", así como con las reuniones familiares, según alertaba este mismo lunes Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad. Los festejos a puerta cerrada se han convertido en focos evidentes, y la problemática ha llevado a varias comunidades a endurecer medidas: del cierre del ocio nocturno en Aragón al registro de clientes que proponen los empresarios, una medida que ayudó a contener el brote en Itaewon, la zona de copas de Seúl (Corea del sur).
El fiasco de la app
La medida coreana que España no tiene posibilidad de replicar, sin embargo, es la de la app para que cada ciudadano se someta a control. Los esfuerzos por coordinar una aplicación europea compatible en todos los países no han sido secundados con mucho entusiasmo por nuestro país, que finalmente se abrió al turismo sin tener en marcha un sistema de rastreo y diagnóstico de los recién llegados. Según fuentes de Sanidad, se llegó a temer un "colapso de Urgencias" en caso de que las apps lanzasen demasiadas alertas.