Carlos Chaccour, investigador del IS Global, lleva 12 años trabajando con la ivermectina, un fármaco antiparasitario que no por viejo deja de ser eficaz para las dos enfermedades víricas para las que está indicado: la ceguera de los ríos y la elefantiasis tropical.
Precisamente por su conocimiento del medicamento, pronto intuyó que la ivermectina podría tener "algún efecto antiviral". ¿Significaba eso estar frente a una posible cura de la Covid-19? Chaccour se muestra más que cauto, pero lo que sí tiene claro era que merecía la pena estudiarlo.
Por esta razón, y en plena pandemia, se puso a buscar financiación para llevar a cabo un estudio que analizara si el medicamento podía, de alguna forma, disminuir la carga viral. Es algo que ya se demostró in vitro en un conocido estudio australiano. El problema: las dosis a las que se expusieron las células en el laboratorio eran concentraciones "muy superiores" a las autorizadas en humanos para las otras enfermedades.
Cuando finalmente consiguió todos los permisos para llevar a cabo el estudio -al que bautizó como SAINT-, se enfrentó a un problema que en realidad era una alegría: España había entrado en "reducción de casos"; en concreto, Navarra -donde iba a llevarse a cabo, ya que el estudio está financiado conjuntamente por el IS Global y la Clínica Universidad de Navarra- no tenía más de 4 nuevos notificados al día.
Así, SAINT se quedó aparcado, mientras Chaccour veía con preocupación lo que pasaba al otro lado del charco. Tanto el estudio australiano como otro preprint posterior llevado a cabo con datos de una base de datos fantasma [protagonista de uno de los escándalos científicos del año] hicieron que el mundo científico se dividiera en dos grandes grupos: el que decía que no había que estudiar el fármaco para la Covid-19 dado que las dosis que podrían ser eficaces en humanos eran descabelladas y el que extrapolaba a humanos los datos in vitro y tomaba como ciertos los resultados de un estudio sin revisar muy sospechoso, que abogaba por el uso compasivo del viejo medicamento antiparasitario en infectados por el coronavirus.
En algunos países latinoamericanos -Perú, Bolivia y ahora Venezuela- se optó por esta segunda opción. Dado que la ivermectina lleva años utilizándose y se considera muy seguro, se pusieron pocos cortapisas a su uso masivo que, por otra parte, era fácil porque se trata de un medicamento "muy disponible".
"Está pasando como con la hidroxicloroquina, tal cual. Hay gente que dice que le funciona, ensayos clínicos sin placebo que dan resultados positivos..", se lamenta Chaccour, que indica además que la gente está haciendo "auténticas barbaridades", como tomar el principio activo veterinario indicado para vacas y ovejas.
De ahí que el investigador considerara importante llevar a cabo un ensayo clínico calmado, que implicara un punto de vista intermedio entre las dos opciones. "Lo que decidimos fue administrar el medicamento en la dosis máxima autorizada para humanos y ver si tenía algún efecto de reducción de carga viral y, por tanto, si transmitía menos la infección, no tanto si reducía síntomas -que sería mejor, claro-: si lo conseguimos demostrar, ya pasaremos al siguiente paso, probando con dosis más altas, pero esto sería un nuevo estudio diferente", explica a EL ESPAÑOL.
Así las cosas, por muchos deseos que tuvieran Chaccour y sus colaboradores, poco podían hacer mientras en España no hubiera casos para participar en su ensayo clínico. Tenían, además, que ser personas sin factores de riesgo y que no revistieran gravedad, por lo que todo apuntaba a que los jóvenes serían buenos candidatos.
En realidad, el investigador del estudio hubiera preferido no tener que terminarlo. "Yo tenía esa esperanza, y prefería eso aunque se dañara el estudio", comenta. Pero no fue así. En uno de los numerosos rebrotes que asolan el país, al investigador se le encendieron las alarmas.
"Vi que había uno en Mendillorri, asociado al ocio nocturno y con muchos jóvenes afectados y se me ocurrió escribir a estudiantes de la CUN por si conocían afectados que quisieran participar". A esa petición se ha sumado el propio centro privado y ya se han visto los primeros resultados, en cuatro días se ha reclutado al 10% de los participantes que ya han empezado a tomar ivermectina o placebo.
"Lo que espero es que los resultados estén para cuando venga la segunda oleada, porque yo tengo claro que los casos van a seguir creciendo hasta que un 60% de la población haya pasado la infección o esté inmunizada por una vacuna", comenta.
Dichos resultados podrían estar en apenas un mes y, si son positivos, se podría ir estudiando más y más, de forma que ante la llegada de la segunda oleada -que se espera para otoño si no antes- el todavía escasísimo botiquín para la Covid-19 podría ampliarse.