La primera semana de agosto es, tradicionalmente, la semana de la tranquilidad. La que muchos españoles escogen para empezar sus vacaciones, esa en la que en las redacciones se estilan las llamadas serpientes de verano por la absoluta escasez de noticias. Pero todo esto no está pasando en el año más duro de los últimos cien, el año de la pandemia de la Covid-19.
Las alarmas han vuelto a sonar, especialmente en España. Varios acontecimientos no sólo han puesto de manifiesto lo que todos los expertos vienen temiendo, que la segunda ola de Covid-19 nos vuelva a situar ante uno de esos exámenes a los que uno se dirige como al matadero, con un suspenso asegurado; también se ha visto que eso puede suceder mucho más pronto de lo previsto, ese genérico y temido otoño.
La primera alerta vino el miércoles en forma de datos. El aumento de casos ya no se circunscribía a zonas aisladas, como Lleida o algunas provincias de Aragón. La cifra de nuevos infectados era la más alta desde el fin del estado de alarma. 1.772 contagios en un día, un número que ha sido superado sólo dos días más tarde, hasta los 1.895 este viernes.
Además, se volvía a escuchar el nombre de Madrid en las noticias. Este viernes, era la comunidad con más nuevos diagnosticados.
Récord y datos incompletos
Es justo decir que la situación no es comparable a la de la segunda quincena de marzo, cuando apenas se hacían PCR. Pero ya desde que comenzó el descenso sostenido de las infecciones, coincidiendo con el fin del estado de alarma, la disposición de test era generosa, y había menos casos que ahora. El aumento es constante y sostenido, aunque menos acelerado que la primera vez.
Además, a pesar de las numerosas quejas por partes de todas las voces -salvo las gubernamentales-, continúa el caos en la notificación de casos nuevos; parece que no hayamos aprendido. Las cifras siguen siendo confusas y casi siempre se declara alguna anomalía.
A esto se le suma el baile de sintomáticos y asintomáticos. Se sabe que el hecho de que la mayoría de los positivos sean asintomáticos es un buen indicador del control de la pandemia: si se localiza antes a personas que aún no han desarrollado síntomas y se las aísla, se evitarán más casos que si estás ya han empezado con síntomas.
La media de asintomáticos en España el del 50%, según dijo Fernando Simón en su comparecencia del jueves, pero la cifra oscila entre el 81% del País Vasco y el 7% de Madrid. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias advertía que se iba a mantener una reunión entre Sanidad y Madrid para ver la razón de este dato, que no era "bueno".
Este viernes el consejero de Sanidad de Madrid acusaba a Simón de deslealtad y situaba la cifra de asintomáticos en torno al 60%. El informe oficial en el que se había publicado el dato del 7% se modificaba por la tarde porque los datos eran "provisionales". Un nuevo baile de cifras por si no hubiera suficientes.
¿Segunda ola en el País Vasco?
Si el miércoles nos acostábamos con un récord de nuevos casos, el jueves llegábamos al almuerzo con una declaración sorprendente. La consejera de Salud del País Vasco, Nekane Murga-médica de formación-, afirmaba sin lugar a dudas que su comunidad autónoma ya había entrado en una segunda ola.
Aunque Simon aclaraba horas después que le parecía precipitado definir así la situación, por fin alguien se atrevía a decir que ya habíamos llegado a lo que los científicos llevan tiempo advirtiendo. Por mucho que el hecho de que la mayoría de los casos no se deban todavía a transmisión comunitaria sino a brotes localizados, ya se había puesto sobre la mesa el peor de los temores. Ahora falta saber cuándo y cómo será esa segunda ola.
El gráfico de la BBC
En España hablamos de la pérfida Albión y también el jueves Reino Unido -uno de sus medios de referencia, la BBC- nos sacaba los colores, con la publicación de un gráfico demoledor que pone de manifiesto que las nuevas infecciones en España desde el 1 de julio cuadriplican a las de los otros cuatro países más grandes de Europa.
En nuestra defensa se puede decir que se están haciendo muchas PCR -no más que en otros países del entorno- o que estamos detectando muchos asintomáticos. Que apenas hay muertos (aunque ya hay más de 20) y que estamos lejos del colapso. Pero, ¿cuatro veces más?
El gráfico -por cierto, no inventado por los ingleses, sino sacado de los datos del Centro de Control y Prevención de las enfermedades de Europa- reflejaba que el rastreo de contactos no se está haciendo bien en España. Y eso supone que se escapen muchos contactos estrechos de infectados que, a su vez, podrían ser positivos asintomáticos y transmitir la infección sin saberlo.
De nada (o poco) sirve que los datos de Reino Unido sean peores en los últimos días, con más infectados y, sobre todo, más muertos; una tendencia al alza nunca es un buen indicador de control.
La queja de los científicos
Y si hablamos de descontrol, la guindilla la puso este jueves por la noche la publicación de una carta en The Lancet, una de las revistas médicas de referencia. Veinte prestigiosos científicos en el área de la Epidemiología y la Salud Pública se preguntaban cómo España había podido ser uno de los países más afectados por la pandemia teniendo teóricamente uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo.
Lejos de buscar la politización del asunto -"sin una búsqueda partidista de reproches políticos"-, los firmantes pedían que se resolviera de manera científica: con un comité de expertos independiente, imparcial y que incluya a científicos nacionales e internacionales.
Porque lo que más llama la atención de este nuevo protagonismo del coronavirus Sars CoV-2 es la sensación de que no hemos aprendido nada y que estamos a la espera de la segunda ola sin saber exactamente con qué nos vamos a encontrar. Ojalá que de aquí a que llegue mejoren las cosas.