En la vida hay una regla de oro: si algo parece demasiado bueno, suele tener truco. A lo largo de estos seis meses de estudio de datos relacionados con la Covid-19, lo cierto es que esta premisa suele cumplirse: datos puntuales que parecen indicar una cosa y que quedan en la nada al día siguiente. Días en los que algún área sanitaria no ha actualizado, días en las que una comunidad agolpa casos retrasados y así sucesivamente… Otra cosa son las tendencias.

El hecho de que la incidencia acumulada en 7 y 14 días haya bajado en España por primera vez desde el 8 de julio puede ser anecdótico, no lo es tanto la tendencia. España está llegando a la famosa "meseta", es decir, a ese momento en el que ya los casos no suben desproporcionadamente pero aún no bajan de manera notable. Se mantienen. La situación se estanca.

Es el primer paso hacia un futuro mejor. En ese sentido, debemos ser optimistas, es otra regla de oro de la vida: si uno ve un oasis se lanza corriendo al agua y que luego el desierto marque su ley.

Análisis de algunas variables de los datos. Miguel Ángel Reinoso

En cualquier caso, el ligerísimo estancamiento que apreciamos de martes a miércoles (los 7.134 casos diarios de media en dos semanas pasan a ser 7.115) admite matices: en 15 de las 19 comunidades y ciudades autónomas la incidencia sube, es decir, hay más casos acumulados hoy que  hace 14 días. ¿Cómo es posible que solo cuatro regiones compensen el crecimiento de quince? Una cuestión de población e incidencia: las cuatro afortunadas son ni más ni menos que Cataluña, Baleares, Aragón… y Madrid.

De Madrid se habla mucho todos los días. Genera demasiado ruido y provoca a menudo filias y fobias que nada tienen que ver con los datos puros y duros. En eso tiene bastante que ver el hecho de que los datos estén ahora mismo en una cierta sospecha. No hay una cifra fiable de días de retraso que nos permita asegurar cuánto están tardando en darse los resultados de los PCR en Madrid, pero intuimos por lo que nos cuentan que empieza a ser preocupante. Si uno no va actualizando los casos con suficiente premura, es normal que su incidencia siempre esté más baja de lo normal: más baja en 7 días que en 14 e incluso más baja en 14 que en 21 si esa incidencia se calculara.

Análisis de los datos, por Guillermo Ortiz

Vamos de nuevo a los porcentajes: el 7 de agosto, los casos diagnosticados crecían en Madrid un 87% con respecto a la anterior semana. El 14, la cifra de incremento se mantenía estable en un 74%, de ahí bajó al 40% la siguiente semana y si cogemos las cifras del 22 al 28 de agosto, apenas encontramos un 4% más de casos. Lo dicho: demasiado bonito. Bajar un incremento del 40% al 4% en una semana y sin grandes medidas de por medio (para el 28 de agosto es difícil que se notara el efecto del cierre del ocio nocturno y los parques seguían abiertos por las noches) es complicado. Es como si te entregaras al destino y el destino te abrazara entregado.

datos

Sabemos que faltan reactivos porque lo ha dicho demasiada gente. Faltan en el Hospital Clínico, desde luego, donde los resultados se están demorando muchísimo. No sabemos dónde más, no hay demasiada claridad al respecto. Cuando falta claridad, surgen conspiraciones, claro. Yo no creo en las conspiraciones porque son muy cansadas pero creo en los límites del ser humano, en este caso, es posible que ya no detectemos más porque no tenemos cómo sacar adelante más tests. No se puede descartar pero tampoco afirmar: al fin y al cabo, la positividad en Madrid ha bajado al 14% y el número de hospitalizados apenas crece, cuando no baja como ayer.

En fin, Madrid actuó de locomotora en el crecimiento continuo de las incidencias nacionales durante buena parte de agosto y ahora parece que lo hace de freno. Ahora bien, hay más vida ahí fuera: País Vasco y La Rioja superan los 360 casos por 100,000 habitantes. Navarra y Aragón rozan los 300. En total, 13 de las 17 comunidades autónomas siguen por encima de los 150 en 14 días y absolutamente todas menos Asturias están por encima de 50, la cifra que ya decíamos se estableció en su momento como límite para abrir y cerrar fronteras. En otras palabras, disfrutemos pero con medida: los casos se estancan, las hospitalizaciones no se disparan y los muertos suben, claro, pero quien no contara con los muertos vivía en otra pandemia. Queda trabajo por hacer. Ojalá alguien lo haga.

Noticias relacionadas