El pasado 3 de septiembre, cuando las cifras de Covid-19 ya avisaban de que una segunda ola golpearía España pero nadie parecía verlo, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se reunía con un joven desconocido hasta entonces, Marcos Lechet, que le transmitía una reivindicación relacionada con la enfermedad en la que la mayoría de las personas jamás pensarían.
El hombre, con una discapacidad auditiva total desde los 5 años, hablaba en nombre de un amplio colectivo que no sólo se ha visto afectado por el tsunami de la Covid como todos los demás, sino que es el único perjudicado por el uso de mascarillas ajenas, por una única razón: muchos de ellos han de leer los labios para comunicarse y la medida de protección más eficaz frente a la infección no les permite hacerlo.
Lechet le pidió al ministro ayuda para que las mascarillas transparentes se homologarán, lo que haría que tanto él como el resto de afectados por esta discapacidad pudieran volver a comunicarse como antes.
No se trata de casos aislados: la sordera no es una condición infrecuente. No es ninguna tontería cuando decimos aquello de "no me grites que me dejas sordo". Y es que algunos ruidos pueden ser letales para nuestra audición. No es nada raro que con la edad se vaya poco a poco 'perdiendo oído'. Los problemas de audición asociados a la edad (presbiacusia) son algo muy frecuente a partir de los 65 años. Sin embargo, cada vez aparecen antes debido sobre todo al ruido.
Por ello, es importante prevenir y retrasar en la medida lo posible, y de lo que esté en nuestra mano, la falta de audición. Según datos de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, "la presbiacusia o pérdida de audición relacionada con el envejecimiento afecta al 30% de la población a partir de los 65 años". Como forma de prevención, señala esta entidad, y para seguir un control adecuado, se recomienda hacer un examen auditivo al menos una vez al año para ajustar el tratamiento en caso de ser necesario.
Y esta pérdida de audición asociada a la edad se agudiza, como es lógico, según va pasando el tiempo. Así y según expone a EL ESPAÑOL Joaquín Alacio, jefe de servicio de Otorrinolaringología del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo (Grupo QuirónSalud), la presbiacusia afecta al 65% de la población entre los 75-85 años y hasta al 80 % en los mayores de esta edad.
El ruido, letal para los oídos
"La presbiacusia es un proceso asociado a la edad y como tal su aumento en cifras absolutas se debe al aumento de la esperanza de vida de la población española. Con unas curvas demográficas donde aumenta cada vez el porcentaje de personas mayores, es normal que aparezcan más problemas degenerativos de este tipo", explica Alacio. Algunos de los factores asociados además de la edad -que es el factor clave- tal y como explica la Sociedad Española de Medicina Interna en este artículo, pueden ser traumatismos, infecciones auditivas, diabetes, hipertensión u otras enfermedades.
Sin embargo, cada vez se ven pacientes de edades más jóvenes con problemas de hipoacusia neurosensorial. Algo que, según explica Alacio, "está asociado fundamentalmente a ruidos, a escuchar música alta, etc... También a problemas metabólicos como la diabetes o la hiperlipoproteinemia que suelen provocar daños y alteraciones cardiovasculares que, al afectar a la pequeños vasos sanguíneos, causan daños en oído interno, las vías auditivas centrales que llevan la señal auditiva a la corteza cerebral y en el sistema central asociado a la percepción e interpretación del sonido".
Algunos de los factores claves detrás de este aumento son la contaminación acústica,como el tráfico o las obras, y los ruidos muy intensos, como escuchar música muy alta con auriculares. Tal es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba hace algunos años que "casi el 50% de los jóvenes de entre 12 y 35 años de los países desarrollados están en riesgo de pérdida auditiva por una exposición excesiva a niveles perjudiciales de ruido, debido al uso de aparatos de audio propios, como smartphones, y a que alrededor del 40% de este grupo de población está expuesto a niveles de ruido potencialmente nocivos en lugares de ocio".
Igualmente, la contaminación acústica de las ciudades como el tráfico, las obras y el ruido asociado al ocio, tienen también una relación directa en la pérdida auditiva. De hecho, unos de los informes más valorados de los últimos años, 'III Informe Ruido y Salud DKV-GAES' reconocía que hasta cerca de 9 millones de personas en España soportan niveles de ruido superiores a los 65 dB recomendados por la OMS, siendo el tráfico el principal responsable (80%).
Recomendaciones y consejos
Para cuidar en la medida de la posible nuestra audición y no perderla antes de tiempo, es importante atender a una serie de recomendaciones. "La correcta audición nos permite mantenernos alerta y evita el aislamiento social, cosa que en las personas de edad va aparejada a alteraciones cognitivas, problemas depresivos y con un aumento del deterioro cognitivo", afirma Alacio.
Así, y según expone el doctor, "el consejo más importante es evitar los ruidos intensos e innecesarios, procurar escuchar música a volúmenes normales sobre todo cuando se hace ejercicio físico violento o cuando se utilizan equipos individuales como cascos". También debemos "evitar el uso de cualquier objeto para manipular el oído externo, tipo bastoncillos. El uso de productos de higiene del oído que forman parte de nuestra vida puede ser contraproducente sin el asesoramiento de un experto".
También por otro lado, es fundamental "mantener seco en la medida de lo posible el oído externo, y en el ámbito laboral exigir y sobre todo utilizar las medidas de protección contra ruidos que marca la legislación y que deben estar disponibles en toda empresa", añade. Y por último, es clave "exigir de la administración que se controlen los niveles de ruido ambiental, la contaminación acústica provocada por el tráfico que es un problema al que no se le presta la suficiente atención y deberíamos controlarlo, igual que las emanaciones de gases de los vehículos".