Es una de las consecuencias más graves de la pandemia de Covid-19, pero apenas se habla de ella. La disfagia orofaríngea, una alteración en la función de la deglución -la capacidad de tragar- ha aumentado su prevalencia en los 11 meses que llevamos conviviendo con la enfermedad, algo que preocupa a los especialistas.
La razón: las personas que la padecen tienen más posibilidades de sufrir deshidratación, desnutrición y patología respiratoria, como la neumonía broncoaspirativa.
Con ocasión del Día Mundial dedicado a este problema, que celebró el pasado 12 de diciembre, la Unidad Multidisciplinar de Disfagia de la Fundación Jiménez Díaz, formada por otorrinolaringólogos, rehabilitadores, endocrinos, logopedas y personal de Enfermería, ha recordado la importancia de diagnosticar esta disfunción de forma precoz e iniciar su tratamiento lo antes posible para disminuir el riesgo de complicaciones graves.
Dieta y rehabilitación
La alteración en el proceso de tragar, es decir, del paso de la comida o bebida desde la boca hasta el esófago, ha visto aumentada su prevalencia con motivo de la llegada de la Covid-19, advierten los especialistas de esta unidad, que valora al paciente con disfagia y pauta de forma individualizada tanto su dieta como su rehabilitación.
Esto se debe a que, entre los diversos factores que ocasionan la disfagia, se encuentran enfermedades asociadas al nuevo coronavirus que producen una alteración en la forma de tragar -como la polineuropatía del paciente crítico, la sarcopenia o patología neurológica como el ictus o el síndrome de Guillain-Barré- y procedimientos que pueden ser necesarios durante el ingreso hospitalario en una UCI, como las técnicas de intubación y las traqueotomías -por el trauma laríngeo, la disminución de la sensibilidad en la laringe, la alteración de reflejos (como el gastroesofágico) o la alteración en la coordinación entre la respiración y la deglución-.
"En ocasiones, los pacientes debutan con un aumento de secreciones o febrícula vespertina que puede pasar desapercibida hasta que se complica con una neumonía; algo que, en pacientes convalecientes de Covid-19, supone un deterioro añadido pues, en muchas ocasiones, ya se encuentran en una situación de debilidad y muy afectados a nivel pulmonar", apuntan desde la unidad, insistiendo en la importancia de "descartar los problemas deglutorios en todo paciente extubado o que haya requerido una traqueotomía, y que esto se realice lo antes posible para evitar complicaciones".
La enfermería, primordial
En la Unidad Multidisciplinar de Disfagia de la Fundación Jiménez Díaz, en la mayoría de las ocasiones este cribado lo realiza una enfermera cualificada a pie de cama del paciente y, en caso de duda, el médico otorrinolaringólogo realizará alguna prueba complementaria, como una videoendoscopia de la deglución o una videofluorosocopia, que permiten confirmar la existencia de disfagia. "A partir de este momento, se instaura una dieta individualizada para cada caso y se valora qué pacientes son susceptibles de recibir tratamiento rehabilitador y en qué momento", explica María Benavides, especialista en Otorrinolaringología y miembro de la Unidad de Disfagia del hospital madrileño.
En cuanto a la situación pandémica actual, Raquel Cutillas, especialista en Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz y también miembro de la Unidad de Disfagia de la Fundación Jiménez Díaz, indica que "se han adaptado las consultas de Logopedia del hospital para realizar por videoconferencia los tratamientos de aquellos casos que se consideran potencialmente contagiosos, y así poder acelerar la recuperación".
Posteriormente, el médico rehabilitador y el logopeda establecerán un plan de tratamiento, destinado a que el paciente gane fuerza y optimice sus reflejos deglutorios, realizando modificaciones en la dieta según mejore hasta recuperar esta función tan vital, añade.
"Es posible que, si no es seguro para el paciente la ingesta de ningún alimento por la boca, haya que colocar una sonda nasogástrica para mantener un adecuado estado de nutrición e hidratación mientras dura el tratamiento, hasta que pueda volver a comer o beber", comenta Carmen Aragón, del Servicio de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz.
Cuando el paciente empieza a alimentarse por la boca, se inicia con los platos más fáciles y seguros de ingerir, como los purés y los líquidos con espesante, continua la especialista, que también forma parte de la citada unidad, recomendando "hacer una dieta atractiva en colores, sabores y formas para que comer sea lo menos aburrido posible".
Como mensaje final, las especialistas de la Unidad Multidisciplinar de Disfagia del hospital subrayan la importancia de "tener paciencia, ya que la disfagia asociada a la Covid-19 suele evolucionar bien, pero hasta que sea seguro y eficaz alimentarse e hidratarse por la boca, hay que ser prudente y seguir las recomendaciones de sus médicos y terapeutas".