Puede sonar paradójico, pero las personas con esquizofrenia tienen mejor pronóstico en la India, con un gasto público en salud de solo 17 euros por persona, que en Estados Unidos, cuya inversión per capita supera los 8.000. ¿La razón? "El factor protector de una familia y de una sociedad que no demanda estar produciendo todo el rato hace que el diagnóstico sea mejor".
Quien dice esto sabe de lo que habla. Celso Arango lleva más de 30 años investigando la relación entre este trastorno y la violencia y afirma, "sin género de dudas, que las personas con esquizofrenia que están estables no son más violentas que la población general y tienen cien veces más posibilidades de sufrir violencia".
Bullying, acoso físico y sexual… "No pueden defenderse, tienen mucho más riesgo de ser abusadas", explica el director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría.
Incluso aquellas que no lo están y siguen con síntomas tienen más probabilidad de ser víctimas que de ser verdugos. Sin embargo, lo que suele trascender a la opinión pública son las excepciones, como la del hombre, supuestamente con este trastorno, que ha enviado una carta con una navaja ensangrentada a la ministra Reyes Maroto. Y esto refuerza el estigma y, como una pescadilla que se muerde la cola, realimenta la exclusión social de estas personas cuando su mejor tratamiento, precisamente, es la integración.
Una pastilla al mes
La medicación antipsicótica permite a estas personas (más de 300.000 en España) tener controlados sus síntomas, que suelen tener que ver con la ruptura de la realidad: voces que no existen, pensamientos de que les persiguen o les quieren envenenar, etc. Hoy en día eso llega a ser tan sencillo como tomar una pastilla al mes.
Sin embargo, hay otro factor crucial: el apoyo cercano, de la familia y el entorno, "que sea comprensivo y no culpabilice", explica Arango. Este apoyo es crucial pues manifestaciones como la abulia (falta de motivación para realizar cualquier tipo de actividad) son más difícilmente comprensibles en relaciones no tan cercanas.
"Por eso es mejor el pronóstico de alquien que vive en un pueblo que si lo hace en Madrid: es un ambiente menos hostil, con menos presión y menos urgencia" y donde los lazos afectivos son más estrechos.
Esta exigencia social les excluye de ser fuerza de trabajo: el 90% de las personas con esquizofrenia en España están desempleadas. Y el trabajo proporciona autoestima, vital en una condición donde hasta el 15% de quienes la sufren acaba suicidándose.
"Hay mucho abuso de sustancias, depresión, problemas de sueño, disfunción sexual, trastornos de la conducta alimentaria… La esperanza de vida de la persona con esquizofrenia es hasta 20 años menor que la de la población general porque también hay mucha incidencia de cardiopatías, diabetes, etc." Es, sin duda, la enfermedad mental más incapacitante.
Desaparición de los hospitales psiquiátricos
Arango apunta a que ese alto porcentaje de desempleo no se corresponde con el de otros países de nuestro entorno, donde existe más flexibilidad a la hora de trabajar. "Si la persona no puede trabajar 40 horas, lo hace 20; si no puede desarrollar una tarea complicada, hace otra más sencilla… En España, o se trabaja todo o no se trabaja nada".
A pesar de todas las dificultades, ha habido una notable mejora en la atención a las personas con esquizofrenia en el último medio siglo. Prueba de ello es la progresiva desaparición de centros de internamiento, que la Organización Mundial de la Salud considera que vulneran los derechos humanos.
"La Ley General de Sanidad dice que no debe haber hospitales psiquiátricos, es algo a evitar, y en Madrid todavía tenemos dos", reclama este especialista. "Se les dejaba en estos centros alejados para que no molestaran, pero ahí no podían acceder a otro tipo de atención médica que necesitan".
Otra dificultad es intrínseca. "El mayor factor predictor para una recaída es que abandonen el tratamiento, y esto es frecuente porque uno de los síntomas de la esquizofrenia es la falta de conciencia de la enfermedad".
A pesar de ello, los datos son claros. La guía de estilo de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental, Feafes, indica que menos del 3% de las personas con esquizofrenia y otras psicosis cometen actos de violencia. La punta de un iceberg que la sociedad todavía parece negarse a ver en su totalidad.