El Instituto de Salud Carlos III define cinco periodos de evolución de la pandemia. El último de ellos comenzó el 20 de junio, punto de inflexión de la incidencia acumulada con 92 casos. En ese momento, el 30% de la población tenía ya la pauta completa de la vacuna, y cerca de la mitad se había inoculado una dosis.
Curiosamente, las olas epidémicas se han producido con mayor velocidad una vez las vacunas comenzaron a estar disponibles. La cuarta ola, que dio comienzo el 15 de marzo, fue la más suave de todas con diferencia, y todos creímos que el trabajo de las vacunas estaba hecho, pero vino la variante Delta y, a pesar del frenético ritmo de vacunación, los contagios se dispararon. Poco después, lo hicieron las hospitalizaciones y solo algo más tarde las muertes volvieron a aumentar.
Es difícil vislumbrar el futuro de la pandemia en nuestro país, cuyo comportamiento ha ido paralelo, si bien con sus particularidades, al del resto de países europeos. De hecho, la mayoría ha vivido cuatro olas, con una segunda entre octubre y noviembre y una tercera que se distribuye entre después de las navidades y la primavera.
Hay un hecho diferencial con el resto de periodos anteriores: la vacunación en aquel momento era parcial y el virus tenía mucho espacio para expandirse, pero nos acercamos al 70% de la población con pauta completa (el efecto de una sola dosis es mucho menor frente a la variante Delta que con las anteriores) y, lo que es más importante, 9 de cada 10 personas de 40 años o más ya está completamente protegida. Además, hay un importante porcentaje de personas jóvenes que han pasado la Covid este verano y cuya inmunización durará, al menos, unos meses.
Una sexta ola suave
Tras año y medio de pandemia confluyen dos sentimientos. El de alegría por la vacunación y la libertad y el de desconfianza ante la posibilidad de recuperar esa añorada vieja normalidad a la que ya cada vez más gente piensa que no podrá regresar.
Siendo optimistas, esa normalidad seguirá esperando al menos durante un tiempo, opinan los expertos consultados por EL ESPAÑOL, que ven "posible" una sexta ola, quizá no tan devastadora como las primeras pero que, sin duda, habrá que tomar en serio si no queremos que se descuadre.
"Con la situación con la que estamos, con el inicio escolar y la población menor de 12 años sin vacunar, con la de 12 a 19 años vacunándose e iniciándose un periodo de resfriados y gripes más frecuentes, está claro que la sexta ola puede ser factible y real", comenta Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública.
March recuerda que la vacunación completa no es garantía del fin de los contagios. "Hemos tenido más casos en residencias estos días, más muertes, y hay que actuar para que no siga habiendo". Según las cifras del Ministerio de Sanidad, en los últimos siete días han muerto 311 personas por Covid. En el último mes, 653 personas de más de 70 años han fallecido por Covid, un grupo de edad que estaba vacunado prácticamente en su totalidad.
En los grupos de edad parcialmente vacunados también hay signos de advertencia. Son 25 las personas menores de 40 años fenecidas a causa de la Covid entre el 7 de julio y el 30 de agosto, según los informes epidemiológicos del Instituto de Salud Carlos III. De ellas, tres eran menores de edad.
Delta trastoca los planes
Si la gravedad de la Covid sigue presente y hay tramos de edad en los que la cobertura vacunal tardará un tiempo en ser completa no hay que desestimar la severidad de una posible sexta ola. "No tiene por qué ser una ola suave", advierte Salvador Peiró, investigador en Salud Pública de Fisabio, Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana.
Sin embargo, admite que las oleadas del Covid, "a partir de ahora", se caracterizarán por ser importantes en transmisión pero el volumen de hospitalizaciones y muertes no aumentará proporcionalmente.
Pero, ¿eso quiere decir que va a haber una siguiente ola de Covid, lo queramos o no? "Es probable si levantamos las restricciones. Nunca hemos tratado de forma tan benigna a una variante como a la Delta, la hemos dejado circular mejor que las otras".
El apogeo de esta mutación del virus ha llegado justo cuando ha finalizado el estado de alarma y los toques de queda, se ha levantado la obligación de llevar mascarilla en las calles y se ha animado al turismo, la restauración y el ocio nocturno.
La contagiosidad de la variante Delta es la clave. Las vacunas actuales no evitan la transmisión porque el virus puede permanecer en la mucosa nasal y los anticuerpos del suero circulan por la sangre. No obstante, en la práctica el frenazo a la transmisión era una realidad.
Los primeros estudios sobre la eficacia de las vacunas, llevados a cabo en Israel, indicaban una protección de alrededor del 80% frente al contagio (y mucho más alta frente a enfermedad grave). En aquel momento era la variante Alfa la predominante. Con la Delta "va por el 40-50%", advierte Peiró. Siempre hablando, claro, de las pautas completas.
Dudosa inmunidad de grupo
No se trata únicamente de Delta. "El concepto de inmunidad de grupo no es aplicable a una vacuna que no corta la transmisión sino que la reduce". Los 'polizones' –aquellas personas que no se vacunan pero piensan que están protegidas al estar todos a su alrededor inmunizados– lo llevan claro. "A diferencia de la vacunación infantil, donde la protección colectiva es muy potente, en este caso diría que los no vacunados no van a estar protegidos".
Hasta el momento, ninguna vacuna antiCovid está autorizada en Europa para menores de 12 de años. Pero hay otros factores que pueden ser vehículo de transmisión una vez hayan alcanzado a la gente que sí la tiene indicada. "Los niños, los no vacunados, los temporeros que vienen sin vacunar, ciudadanos de otros países… Los brotes dependerán de cómo hagamos las cosas con ellos".
Y esto es importante, de nuevo, por la variante Delta. Durante un tiempo se habló de individuos supercontagiadores, los que iniciaban la expansión del contagio en una zona. Pero, afirma Peiró, "es un concepto erróneo: toda la gente es supercontagiadora. Lo que tenemos son situaciones de supercontagio".
Un ejemplo se ha visto en los festivales en Cataluña, los viajes de fin de curso, etc. "No se trata del tipo que entra en la discoteca, sino de la discoteca misma". La transmisión del virus por aerosoles y los espacios cerrados hacen que el SARS-CoV- pueda permanecer durante horas alrededor y hasta contagiarse individuos alejados del foco.
Por eso, la evolución de las curvas de contagio va a depender de estas situaciones. La impresión entre los expertos en Salud Pública es que la situación de las distintas comunidades se basa en este tipo de eventos. "Puedes ir muy bien, enlazar dos o tres superbrotes y acabar pasando lo que ocurrió en Cataluña recientemente".
A pesar de que nadie parece dispuesto a comprometer su libertad de movimiento para evitar una sexta ola, sí hay un colectivo que hará todo lo posible para no contribuir a ello: los médicos y sanitarios. El efecto de la pandemia ha sido tal que parece que las mascarillas se harán más habituales y las urgencias se dividirán en circuitos para evitar aglomeraciones.
"El enfoque de la primera ola fue brutal, acabamos facilitando la transmisión", reconoce el epidemiólogo. Con las medidas aprendidas con la crisis del coronavirus se evitarán otras tantas enfermedades contagiosas, como la gripe que, no lo olvidemos, causaba miles de muertes evitables cada año. "Podremos reducir la mortalidad con medidas muy sencillas".
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