Si hay dos casos de éxito en la gestión de la Covid en España, tanto a nivel nacional como autonómico, son la estrategia de vacunación y el curso escolar 2020/2021. Durante los diez meses que transcurrieron entre septiembre de 2020 y junio de 2021, el 99% de las escuelas funcionaron sin necesidad de cuarentenas. Es más, nunca ha habido más de 45 centros cerrados a la vez, y la mayoría de los menores que se contagiaron lo hicieron en el entorno doméstico, no en sus centros educativos.
La perspectiva del nuevo curso, aun sin bajar la guardia, es bastante positiva, ya que muchos de los alumnos (de secundaria y universitarios: todavía no hay vacunas Covid aprobadas para menores de 12 años) entrarán en clase con una o dos dosis de los sueros de Pfizer o Moderna en sus cuerpos. Así que tanto Ministerio de Sanidad como las comunidades autónomas han decidido relajar algunas de las medidas que dieron resultado el año pasado.
La mascarilla a partir de los 6 años no se discute. Tampoco la presencialidad: "Hay cada vez un consenso más generalizado de que el impacto negativo del cierre de centros educativos supera con creces los posibles beneficios relacionados con la limitación de la transmisión de la infección", reza el documento sobre medidas de prevención para el próximo curso que aprobó la Comisión de Salud Pública a finales de junio. Solo de manera excepcional se podrá optar por un sistema semipresencial, con escenarios de riesgo 3 y 4, en alumnos de ESO.
En cambio, se levanta la mano de los grupos de convivencia estable, también conocidos como grupos burbuja, en los que se permite cierta flexibilización en las ratios fijadas por las autonomías. Hasta los 9 años (cuarto de Primaria) se mantienen. A partir de quinto, no obstante, podrá elegirse entre burbuja o mantenimiento de la distancia de seguridad, pudiendo rebajarse de 1,5 metros a 1,2. A partir de la ESO, la distancia de seguridad será la norma, igual que en la universidad.
Además de la vacunación, hay otro factor que influirá en el curso que comienza en septiembre: el empuje de la variante Delta ha cambiado la percepción de estar doblegando al SARS-CoV-2 y, aunque las vacunas, en su pauta completa, son realmente efectivas contra esta cepa, hay mucho más que eso detrás.
Primero, porque su capacidad de contagio es mucho mayor y ni los menores de edad ni los jóvenes universitarios se libran de ello. La prueba es que la cantidad de individuos contagiados desde julio (cuando se ha hecho predominante) en esas franjas de edad ha sido mucho mayor de la esperada. No solo en España: países como Reino Unido y Estados Unidos han notificado notables incrementos en los más jóvenes. Parece como si el virus, siendo consciente de que los mayores están protegidos, se dirigiera a los nichos donde puede medrar más.
Distancia de seguridad y aerosoles
Segundo, y esto no es exclusivo de la variante Delta, la percepción de la transmisión del virus por aerosoles ya es la norma y, en ese caso, la distancia de seguridad no sirve. Esta se basa en la trayectoria tipo proyectil que marcan las gotículas que salen de la nariz y la boca, que es como se pensaba que se transmitía el virus hasta más o menos finales del año pasado: un metro y medio después ya han aterrizado en el suelo.
La certeza de la transmisión por aerosoles, y, por tanto, la posibilidad de que el virus se mantenga en el ambiente durante horas si no hay una buena ventilación, deja obsoleto el concepto de distancia de seguridad en interiores, como se están empeñando en remarcar los expertos. Así pues, el paso de grupos burbuja a un sistema marcado por la distancia de seguridad aumenta la fragilidad del protocolo.
También hay que tener en cuenta que las vacunas con los ensayos más avanzados en la población menor de 12 años, Pfizer-BioNTech y Moderna, todavía tardarán un tiempo en solicitar y recibir la autorización de los órganos regulatorios. Las conclusiones de Comirnaty, la vacuna de Pfizer, se darán previsiblemente en septiembre (en España se ha probado con más de medio millar de niños) y solicitará inmediatamente después la aprobación. Moderna, en cambio, no ha dado hasta el momento ninguna fecha para comunicar sus resultados.
Los que sí llegarán a tiempo son los mayores de 12 años. Las comunidades, de hecho, ya han abierto el sistema de citas a esta franja de edad sin esperar a que haya una cobertura mínima en grupos etarios superiores. La idea es que el riesgo de enfermedad grave en menores de 40 es más reducido que en mayores, pero también que muchas personas se encuentran de vacaciones y no merece la pena esperar por ellas antes de que otras más jóvenes se vacunen.
¿Los contagiados tienen que esperar?
La estrategia vacunal se puede ver afectada por un último factor que, ante la escasa evidencia científica disponible, se torna más en una decisión política: adelantar la vacunación de aquellos que ya han pasado la Covid. Basándonos en los informes del Instituto de Salud Carlos III, en el último mes ha habido más de 600.000 infectados entre los 5 y los 29 años, una gran parte de los cuales se reincorporarán este septiembre a los colegios, los institutos y las facultades. En teoría, no podrían ponerse una vacuna hasta enero del año que viene, bien entrado el curso.
"Cuando se hizo la recomendación de dejar pasar seis meses [entre la enfermedad y la vacunación] se basaron en trabajos que señalaban que, una vez pasado ese tiempo, la inmunidad era alta", comenta Fran Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría. "Ahora se está plantenado adelantar la dosis a los tres meses. No lo veo mal, lo que pretendemos es evitar que la variante más infecciosa pueda aparecer en personas jóvenes. Pero no lo dejemos al albur de las comunidades autónomas", señala, en referencia a los anuncios de varias comunidades de adelantarla dos meses.
Álvarez es partidario de vacunar cuanto antes, "primero a los que no hayan pasado la Covid", sobre todo de cara a alcanzar la ansiada inmunidad de grupo, "que no es del 70% sino que ya muchos especialistas hablan de un 88% de la población vacunada". La ideal sería que los mayores de 12 años estuvieran vacunados antes de que se autorice el uso de los preparados antiCovid en menores de esa edad.
En cambio, el investigador sobre Salud Pública de Fisabio (Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana), Salvador Peiró, no tiene tanta prisa. "Los que han pasado la Covid no van a ser el problema", sentencia. El médico recuerda que "los que han pasado la Covid sí que tienen anticuerpos en mucosas", al contrario que los vacunados, que los tienen circulando en sangre. Por lo tanto, los contagiados son menos proclives a transmitir la enfermedad.
Peiró reconoce que "podría ser un plazo razonable reducir la distancia hasta la vacunación de aquellos que han pasado la Covid" y recuerda que los estudios que muestran una protección duradera a los seis meses en personas que fueron infectadas "se basa en estudios serológicos, no en evidencias clínicas". No obstante, el número de reinfecciones probables o confirmadas sigue manteniéndose bajo respecto al total.
El comienzo de las clases este año no ha generado tanta incertidumbre como el pasado. Planificación y vacunas son fuertes aliados para asegurar un curso sin grandes incidencias. No obstante, la variante Delta ha cambiado las reglas del juego en numerosos aspectos, y los centros educativos, ya sean de Primaria, Secundaria y Universidad, no pueden ser ajenos a las nuevas cartas repartidas.
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