Año y medio después de que se declarase la pandemia de Covid-19, España cabecea entre el optimismo y la inquietud. El hito de terminar el verano con un 70% de la población vacunada se ha cumplido, solo para constatar que no basta. La proliferación de una variante del SARS-CoV-2 más contagiosa, la denominada como 'delta', y la quinta ola que se prolonga hasta las puertas del otoño, dejando cifras de fallecidos y hospitalizaciones más atenuadas que en otros picos de la enfermedad pero igual de preocupantes, empañan la salida de la crisis sanitaria.
Entre ambos polos cunde la 'infodemia': el fenómeno de las informaciones parciales, mal planteadas o directamente adulteradas con intención maliciosa o sin ella. Descubrir que la pauta completa de vacunación no protege al 100% de la infección ha sido difícil de entender para muchos. Pese a los esfuerzos de los divulgadores por explicar que las previsiones se están cumpliendo -que solo una pequeña fracción de los vacunados se infecte, y que entre ellos los casos graves sean la minoría-, ha cundido la percepción de que el coronavirus le está ganando la partida a la vacuna.
Una declaración del urgenciólogo César Carballo, uno de los rostros mediáticos de la pandemia, sirve de muestra sintómatica de este clima. Preguntado en Madrid Directo por los retos por delantes, explicaba que "las nuevas variantes se han enfrentado ya a la vacuna" y pueden tener "mayor escape vacunal", lo que "realmente preocupa" a los profesionales sanitarios. Por economía de caracteres, lo que era una hipótesis acabó transformado en afirmación en el tuit que se compartió desde la cuenta del programa de Telemadrid.
Otro de los rostros que los españoles han aprendido a reconocer para informarse sobre la Covid-19, Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra, daba una respuesta directa y sucinta al mensaje en la red: "No, todavía no hay datos que demuestren que las nuevas variantes tienen mayor escape vacunal". El intercambio derivaba en un revuelo en redes sociales: si ese es el caso, ¿por qué delta sigue poniendo en jaque la inmunización colectiva en todo el mundo?
Qué es el escape vacunal
¿De qué hablan los expertos cuando se refieren al 'escape vacunal'? "Una cosa es que alguna variante escape de las vacunas, que la vacuna no sea eficaz contra esa variante, y eso de momento no ocurre porque la respuesta inmune es muy compleja y no solo depende de anticuerpos", explica el propio López-Goñi a EL ESPAÑOL. Y es que otra de las numerosas lecciones sobre inmunología que nos hemos visto obligados colectivamente a tomar nos ha llevado a aprender a distinguir entre "inmunidad humoral" e "inmunidad celular".
La primera, la humoral, se refiere a la respuesta neutralizante de los anticuerpos, la "primera línea" de defensa de nuestro sistema inmune. Este tipo de inmunidad es la que está detrás de los fenómenos que han causado más inquietud social: la reducción de la eficacia de las vacunas frente a la infección por la variante Delta; el planteamiento de una 'tercera dosis' para compensar el decaimiento de la protección pasados seis meses de la vacunación; e incluso el caso de personas que se han hecho tests de anticuerpos un tiempo después de recibir la pauta completa y han descubierto que no tenían.
Es aquí donde entra en juego la 'segunda línea', la más perdurable, que corresponde a la inmunidad celular. Se trata de la respuesta de los linfocitos T, las células responsables de "recordar" al coronavirus SARS-CoV-2 independientemente de la variante que se presente y de montar un "contraataque". Y en ese aspecto, las vacunas están demostrando robustez: aunque su eficacia por la irrupción de las variantes se haya reducido del 91,7% al 79,8% según datos recopilados por los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de EEUU, todavía garantizan una protección elevada.
La pérdida natural de inmunidad
Otro dato importante, recién publicado en The Lancet, subraya que la minoría de vacunados que llegará a contagiarse tiene un 70% menos de probabilidades de sufrir un caso de Covid-19 grave que implique hospitalización. Y que hay una serie de individuos que sí se beneficiarían de una dosis extra al no haber desarrollado suficiente protección. Por un lado, quienes inmunodepresión por tratamiento médico (pacientes oncológicos o trasplantados); por el otro, la tercera edad, que sufre un fenómeno natural de inmunosenescencia: "En personas mayores el sistema inmune se debilita con la edad, algo también natural", confirma López-Goñi.
"La protección nunca va a ser del 100%, independientemente de las variantes. Eso pasa con cualquier vacuna o medicamento", insiste el catedrático de Microbiología. Aunque el descenso de la efectividad pueda sonar alarmante, la propia Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) admitía en enero haberse visto sorprendida por las tasas de eficacia superiores al 90%, ya que la esperaban de "entre el 60 y el 70%". Solo al caer por debajo del 50% se podría empezar a hablar de un "escape vacunal" que inutilizara el antígeno.
"Podría ocurrir, pero de momento no ha ocurrido", concluye López-Goñi. "Mucho tendría que cambiar una variante para escapar de las vacunas, y la capacidad de variación no es infinita".
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