David Julius y Ardem Patapoutian han ganado el Premio Nobel de Medicina o Fisiología por descubrir los receptores que median en la percepción táctil y nos permiten sentir el dolor, la temperatura y la presión, lo que ha permitido desarrollar nuevas vías terapéuticas para reducir el dolor agudo y crónico asociado a muchas enfermedades.
Los hallazgos de los galardonados han abierto un área de investigación, la mecanobiología, capaz de cambiar la manera de entender procesos fisiológicos esenciales para el organismo.
"Estos descubrimientos revolucionarios pusieron en marcha intensas actividades de investigación que permitieron aumentar rápidamente nuestra comprensión de cómo nuestro sistema nervioso percibe el calor, el frío y los estímulos mecánicos. Los galardonados identificaron eslabones críticos que faltaban en nuestra comprensión de la compleja interacción entre nuestros sentidos y el entorno", explica el Instituto Karolinska (Suecia) en un comunicado.
David Julius (Nueva York, 1955), licenciado en Ciencias de la Vida en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, descubrió que el receptor que provoca sensación de quemazón en la boca al masticar una guindilla picante -que contiene capsaicina- es el mismo que detecta el calor, una conexión que ahora parece "obvia" pero fue "fascinante" descubrir, explica.
Usando la capsaicina en experimentos con plantas para entender la sensación de dolor a escala molecular, identificó el primer gen que codifica un receptor que actúa como sensor de la temperatura, la proteína TRPV1. Y descubrió que esta proteína también se activa con las altas temperaturas. La señal que envía ese receptor se integra en el cerebro y está calibrada de tal modo que si el calor es tan alto que puede quemar los tejidos, se interpreta como dolor.
Después, identificó el receptor del picante del wasabi -un tipo de mostaza- y vio que está implicado en numerosos procesos naturales, desde el picor que provoca cortar una cebolla al veneno de animales como el escorpión, y que "es muy importante para entender el dolor de una lesión inflamatoria", asegura.
Cuando Julius publicó su hallazgo con la capsaicina en 1997, Ardem Patapoutian era un inmigrante armenio que acababa de llegar a Estados Unidos huyendo de la guerra de Líbano y pronto se vio seducido por la investigación sobre los receptores.
Patapoutian "identificó los genes de los receptores que se activan con la tensión", la fuerza mecánica del estiramiento, unas proteínas llamadas Piezos "responsables de la percepción de la presión en la piel y los vasos sanguíneos", y cuya importancia para la salud "va más allá del sentido del tacto" destaca el acta.
Los descubrimientos en este campo de investigación no han parado desde entonces. El grupo de Patapoutian ha desvelado la estructura tridimensional de los receptores Piezo, lo que ayuda a entender también su funcionamiento mecánico: son grandes proteínas que entran y salen decenas de veces de la membrana de las células, similar a un hilo elástico que se estira y encoge.
Patapoutian y Julius recibieron recientemente el premio Fundación BBVA Fronteras del conocimiento en Bilbao en la categoría de Biomedicina, y el primero recordaba cómo llegó a Estados Unidos como refugiado le enseñó a "no dar nada por sentado". De este modo describía su hallazgo sobre receptores con que percibimos los estímulos de presión: "Nos ayudan a distinguir entre una suave brisa y el pinchazo de un cactus, y también nos indican cuándo nos ha subido la presión sanguínea o cuándo tenemos la vejiga llena".
Los premios Nobel han abierto con la habitual ronda de ganadores una nueva edición marcada por la pandemia de coronavirus, que volverá a reducir al mínimo, como el año pasado, la ceremonia de entrega de los galardones, punto central del programa que se celebrará dentro de tres meses.
Comenzando con el anuncio de hoy del Nobel de Medicina o Fisiología, se anunciarán entre el 5 y el 11 octubre los nombres de los ganadores en las seis categorías en las que se dividen los galardones más prestigiosos: Química, Física, Literatura, de la Paz y Economía.
Aunque el proceso de selección y anuncio de los premiados seguirá la pauta habitual, no ocurrirá lo mismo con su entrega: la Fundación Nobel comunicó hace un par de semanas que la ceremonia del 10 de diciembre tendrá un formato reducido y que los galardones serán entregados en los países de origen o residencia de los distinguidos.
Falta por saber si el Comité Nobel noruego hará lo mismo con el premio de la Paz, que se falla y entrega en Oslo por deseo expreso del creador de los centenarios premios, el magnate sueco Alfred Nobel, ya que Noruega formaba parte en su época del Reino de Suecia.
Nobel (1833-1896) se hizo millonario con sus inventos, pero las consecuencias del más famoso, la dinamita, lo convencieron para legar su fortuna a crear unos premios que reconociesen los logros en los campos del conocimiento, las letras y la lucha por la paz.
Así, dispuso en su testamento que su dinero se invirtiese en valores inmobiliarios y seguros, y que los intereses se dividieran en cinco partes iguales para premiar a personalidades en otros tantos campos, independientemente de su nacionalidad. Seis décadas después, el Banco de Suecia instituyó un sexto premio Nobel, el de Economía, que se otorga desde 1969.
Todos los Nobel siguen un proceso de elección similar: científicos, académicos o profesores universitarios nominan a sus candidatos y los distintos comités Nobel establecen varias cribas para elegir al ganador o ganadores, hasta tres por premio. Y tienen la misma dotación económica, este año de 10 millones de coronas suecas (980.000 euros, 1,1 millones de dólares).
Literatura y Paz, sin favoritos
Los dos Nobel que más expectación generan cada año, el de Literatura y el de la Paz, se presentan esta vez sin favoritos claros en las quinielas previas. Así, para el de Literatura aparecen clásicos de las especulaciones en los últimos años como el japonés Haruki Murakami, el keniano Ngugi Wa Thiongo y la guadalupeña Maryse Condé.
Entre quienes suenan a suceder a la poetisa estadounidense Louis Glück en el palmarés del premio figuran también otra lírica como la canadiense Anne Carson, su compatriota la narradora Margaret Atwood y la novelista rusa Lyudmila Ulitskaya.
Las quinielas para el Nobel de la Paz, que el año pasado premió al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, están dominadas por candidatos relacionados con la defensa de los periodistas, el medio ambiente y temas sanitarios.
El Comité para la Protección de los Periodistas, Reporteros sin Fronteras, la Organización Mundial de la Salud, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y la activista medioambiental sueca Greta Thunberg son algunos de los nombres que suenan para ganar este prestigioso premio.
Solo un 6% de mujeres
Desde que en 1901 se falló la primera edición de los premios, los Nobel -que han quedado desiertos en 49 ocasiones- han distinguido a 930 personas y 25 organizaciones, algunas varias veces, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, el bioquímico estadounidense Linus Pauling o la científica Marie Curie.
Curie ganó el de Física en 1903, compartido con su esposo Pierre y Henri Becquerel, y el de Química en solitario en 1911, una rareza en el palmarés de los Nobel, en los que no obstante las mujeres tienen un papel marginal. Apenas el 6 % del total de premiados son mujeres (57 en total), y casi la mitad de ellas (28), han sido distinguidas en las dos últimas décadas.
En la última edición fueron cuatro las galardonadas: la estadounidense Andrea Ghez (Física), su compatriota Jennifer A. Doudna y la francesa Emmanuelle Charpentier (Química), y la también estadounidense Louise Glück (Literatura).