Cinco millones de niños entre los 5 y los 11 años han recibido la vacuna pediátrica de Pfizer/BioNTech contra la Covid-19 desde que fuera autorizada el mes pasado en Estados Unidos. Desde entonces, los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de EEUU no han registrado ni un solo evento adverso -es decir, un efecto secundario con riesgo para la salud- entre los pequeños vacunados, según su directora, Rochelle Walensky.
"No hemos visto nada a fecha de hoy", explicaba Walensky a ABC News. "Tenemos un sistema de vigilancia vacunal increíblemente robusto, y si hubiera problemas, los hubiéramos detectado". La comparecencia de Walensky era una llamada a los padres refractarios, ya que únicamente un 20% de los niños de Estados Unidos incluídos en esta nueva tanda de vacunación ha recibido al menos una dosis.
Es una diferencia palmaria con la población adulta, que ya está vacunada al 80% según los datos federales. Además, cunde la preocupación de que las familias restantes no vayan a sumarse a la vacunación, ya que la mayoría de inoculaciones de la semana pasada fueron segundas dosis, no dosis nuevas. Esto sugiere que los padres más concienciados optaron por el antígeno pediátrico en cuanto estuvo disponible, pero los escépticos no se han incorporado.
"Nos preocupa que la demanda no vaya a ser tan rápida y abundante como ocurrió con la población adulta", explicaba Karyl Rattay, directora de la División de Salud Pública de Delaware, citada por Reuters. En declaraciones a la misma agencia, el Dr. Matthew Harris, pediatra del sistema hospitalario Northwell Health de Nueva York, describía el problema: "Creo que los padres están nerviosos. Probablemente una cohorte de progenitores no tuvo problemas en vacunarse ello, pero ahora tienen reparos con su hijos".
Uno de estas preocupaciones tendría que ver con las miocarditis en adultos jóvenes y adolescentes detectadas durante la vacunación en esos grupos de edad. Este es precisamente el motivo por el que la aplicación pediátrica de la vacuna de Moderna, la más relacionada con este evento adverso según los datos preliminares, se ha visto retrasada a la espera de una revisión metodológica. De ahí el llamamiento de Walensky, en especial de cara a la aparición de la variante ómicron y las reuniones familiares.
Convencer de la seguridad de las vacunas en la población pediátrica, en la que no se ha detectado a día de hoy los efectos adversos que sí se presentaron de forma muy minoritaria en adolescentes, es el primer objetivo del CDC según Walensky. El segundo es convencer a las embarazadas que temen por su gestación. "No hay evidencia alguna de que las vacunas contra la Covid-19 impacten la fertilidad, y tampoco hay prueba alguna de que vayan a impactar la fertilidad en el futuro".
La postura de los pediatras españoles
El Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP) y la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP) publica a raíz de la llegada de las primeras dosis de vacuna pediátrica contra la Covid-19 el documento Vacunación Pediátrica frente a la COVID-19 en España. Las conclusiones son favorables a la vacuna en los niños entre los 5 y los 11 años, debido a la elevada incidencia en este grupo de edad; el hecho de que la infección, aunque suele ser leve en ellos, impacta su vida y puede tener efectos a largo plazo; y que pueden ser vectores de contagio para los demás.
"Los ensayos clínicos de las vacunas frente a la COVID-19 en la edad pediátrica (5-11 años de edad) han demostrado que la vacunación es eficaz, lo que asegura la primera condición para que ésta pueda administrarse en la infancia. Tanto la amplia experiencia acumulada con la vacunación de adolescentes y adultos, como los ensayos clínicos disponibles muestran que la vacunación pediátrica cuenta con un perfil de seguridad favorable, lo que constituye, también, una condición imprescindible", reza el documento firmado por seis investigadores.
"Debe tenerse en cuenta también que la circulación del virus facilitada por las cohortes de población sin vacunar, como son los niños, podría facilitar la selección de variantes para las que las actuales vacunas pudieran ser menos eficaces", concluyen. "Y, además, no sería justo privar a la población infantil del beneficio que aporta la vacunación, del que ya gozan los mayores de 12 años (aunque los objetivos en términos de salud sean diferentes)".