Los marianistas le inculcaron que, si se lo proponía, podía conseguir lo que quisiera con trabajo y esfuerzo. Y vaya si lo ha conseguido: Vicente Jiménez es uno de los odontólogos más prestigiosos de España, pionero en nuestro país de los implantes y de transformar el oficio de ser unos 'sacamuelas' a "expertos en la conservación del diente", un salto cualitativo en la ciencia y la técnica que ha colocado a nuestro país al frente de la Odontología mundial.
Su espíritu pionero le llevó a fundar, entre otras, la Academia Europea de Desórdenes Craniomandibulares y la Sociedad Española de Disfunción Craneomandibular; ha presidido la Sociedad Española de Prótesis Estomatológica, es miembro de honor de la Academia Brasileña de Fisiopatología Creaneo-oro-cervical y de la Academia Ibero Latinoamericana de Disfunción Cráneo-Mandibular y Dolor Facial, y ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales. El último de ellos, el más importante de la Odontología española.
Este viernes, Jiménez ha recogido el premio Santa Apolonia del Consejo General de Dentistas, que reconoce la trayectoria de las figuras de más renombre dentro de la profesión. Se lo concedieron hace dos años pero la Covid se puso por delante y no ha sido hasta ahora que lo ha podido recoger. Mientras tanto, no ha dejado de trabajar.
Su historia es la de un hombre hecho a sí mismo. Criado en la calle de las Infantas, en el corazón mismo de Madrid, entre la Gran Vía y el barrio de Chueca, su padre, trabajador de la Unión Alcoholera Española, quería que consiguiera "todo lo que él no había tenido, una idea de los padres de aquella época, que habían vivido una posguerra y la escasez de alimentos".
El segundo impulso se lo dieron los marianistas del colegio Santa María del Pilar, al que no hay que confundir con Nuestra Señora del Pilar, famoso por la cantidad de personajes poderosos que han pasado por allí y que, curiosamente, se encuentra frente a CIRO, la clínica que Jiménez fundó hace más de 40 años y que ahora dirigen sus hijos.
"Nos llevaban por el camino del estudio, de trabajar, del 'por qué no vas a ser capaz de hacer esto'", recuerda. "Salimos del colegio dispuestos a comernos el mundo". Pero el mundo se lo comió a él: suspendió todas las asignaturas de primero de Medicina por, entre otras cosas, dedicar más tiempo a escribir cartas a su novia –y actual mujer, Pepa– que al estudio.
De 'sacamuelas' a 'conservador del diente'
Esa amarga experiencia le centró. "Nadie te regala nada y tienes que conseguirlo todo a base de trabajar. Por eso animo a la gente para que vean que todo en la vida es superable: si estás pasando una mala racha, es recuperable, puedes llegar a tener un estatus elevado en tu profesión. Muchas veces, cuando fracasas, no es solo por tu culpa sino por un problema de madurez, te pilla en un momento de cambio..."
Sin antecedentes de parientes de bata blanca, se decantó por la Odontología gracias al dentista de la familia, con el que aprendió los rudimentos del oficio mientras terminaba la carrera. Al acabar, pasó dos años en Uclés, provincia de Cuenca, de donde eran los padres de su mujer.
Pero él no quería quedarse en un simple sacamuelas. "Conocí a un dentista que me abrió las puertas, Francisco Gasca, que me enseñó una odontología de un nivel más elevado". Eso le llevó a Los Ángeles, en Estados Unidos, donde pasó dos años estudiando el concepto de oclusión, la alineación de dientes superiores e inferiores.
Este ánimo por estar a la última le llevó hasta Suecia, donde Per-Ingvar Brånemark había desarrollado la implantología moderna durante más de una década, y se decidió a presentar sus resultados internacionalmente a principios de los 80.
Poner de moda los implantes dentales
Jiménez fue el primero en utilizarlos en España, pero se encontró con una contrariedad no prevista: los pacientes no los querían, ya que los que se usaban anteriormente tenían mala fama. Fue gracias a la fundadora de la revista ¡Hola!, Mercedes Junco, que logró popularizarlos: ella y su hija acudieron a la consulta y quedaron tan encantadas que decidieron contar las maravillas de la nueva técnica en sus páginas. De hecho, "España es el país donde más implantes se ponen actualmente", afirma orgulloso.
Buena prueba de la pasión por el oficio de Jiménez es que tiene un "barquito" (así lo llama) al que le puso el nombre de Brånemark. "Es gracias a él que he podido comprármelo", bromea. Tuvo la ocasión de contárselo al especialista sueco, que insistió en que le llevara de paseo por la bahía mallorquina. Una vez allí, le confesó: el otro homenaje que le habían hecho era el de ponerle su nombre a un caballo de rodeo, "pero ese no lo voy a poder montar nunca", le dijo entre risas.
Con ese barquito es que aprovecha para desconectar del trabajo y del estudio. "Si me escapo dos o tres días a Marbella vuelvo completamente nuevo". Solo hay una pasión que puede superar a la Odontología: si le dan a elegir entre el blanco de unos dientes y el de la camiseta de su equipo de fútbol, el Real Madrid, no lo duda. Fue amigo de Ramón Mendoza y confiesa que ha tratado a varios jugadores y personal del club, aunque se reserva los nombres.
Lo mismo hace al hablar de famosos que ha atendido. Pepa ve algunos de ellos en televisión y le señala: "Esa sonrisa es tuya". "Entonces, lo reconozco al instante", confiesa, pero aclara: "No porque se note que llevan carillas".
Tras más de 40 años al frente de CIRO (Centro de Implantes, Rehabilitación Oral, Ortodoncia), recientemente decidió dejar la gestión de la misma a sus hijos. No teniendo hermanos, parece que la saga está asegurada: los cuatro son dentistas. Les traspasó la clínica y él, ahora mismo, es solo un 'empleado' más, lo que le da tiempo a seguir estudiando, preparando libros (lleva cinco) y conferencias. "Aparte de la clínica, tienes que dedicar muchas horas de tiempo libre, fines de semana…"
¿Y sus nietos? "El mayor ya tiene 12 años, pero todos dicen, en serio o en broma, que ellos también quieren ser dentistas". Deben ver la pasión en los ojos –y los dientes– de su abuelo, pero él señala con modestia: "Viven la Odontología a todas horas: si no quisieran, no sería normal".
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