El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha convocado un Consejo de Ministros extraordinario este jueves para decretar el uso de la mascarilla obligatoria en exteriores. El objetivo, a priori, es intentar frenar la transmisión de la variante ómicron, que se encuentra desbocada en nuestro país (784 casos/100.000 habitantes a 14 días). La medida, que había sido demandada por las comunidades autónomas de Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Galicia y País Vasco, volverá a retomarse después de que dejase de ser obligatoria el pasado 26 de junio.
La noticia cayó ayer como una bomba entre la opinión pública y soliviantó los ánimos de epidemiólogos y expertos, que no terminaban de creerse que ésta fuera la principal estrategia del Ejecutivo para frenar la expansión del virus. De hecho, horas después del anuncio, Sánchez se vio obligado a recular tras el tsunami de críticas a una medida completamente absurda en el actual contexto de la pandemia y anunció que se establecerían "excepciones concretas" a la norma.
"Llevar mascarilla por la calle y quitártela al entrar a un bar porque vas a comer o beber es lo mismo que ir con casco por la calle y quitártelo al subirte a la moto porque te molesta conducir con él", ejemplificaba en Twitter el microbiólogo de la Universidad de Navarra Ignacio López-Goñi. "La mascarilla en el exterior no es una medida estelar para contener a ómicron", apuntaba por su parte Eduardo López-Collazo, director científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz.
La evidencia científica ha demostrado a lo largo de más de año y medio de pandemia que la mayoría de los contagios se producen en interiores poco ventilados. Es en estos lugares donde los aerosoles se acumulan durante más tiempo. Son muchos los estudios que han puesto en negro sobre blanco que los contagios al aire libre son altamente infrecuentes.
Uno de los primeros trabajos fue publicado en abril de 2020 por investigadores chinos. Los científicos examinaron cómo se habían producido 318 brotes de Covid y concluyeron que 317 habían tenido lugar en interiores. Sólo uno había ocurrido en el exterior. En Irlanda, por ejemplo, algunos trabajos han calculado que sólo el 0,1% de los contagios ocurren después de realizar actividades al aire libre, tal y como exponía en The Conversation el investigador de Fisabio Salvador Peiró.
"No es que el contagio en exteriores sea imposible. Hay algunos casos demostrados. Pero requiere un contacto cercano y prolongado (y se minimizaría manteniendo la distancia de al menos un metro o metro y medio o usando mascarilla cuando no se pueda mantener la distancia", explica Peiró. Los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos apuntan que "las actividades al aire libre son más seguras que las actividades en interiores" y el riesgo de contagiarse es aún menor si uno se encuentra en exteriores con personas vacunadas.
El pasado mes de abril, un grupo de investigadores, entre los que se encuentra el español José Luis Jiménez, expuso en la prestigiosa revista The Lancet las 10 razones científicas que apoyan la transmisión aérea del coronavirus Sars-CoV-2. En la carta se exponía de forma clara y tajante que "la transmisión del SARS-CoV-2 es mayor en interiores que en exteriores y se reduce sustancialmente por la ventilación interior". De ahí que los científicos recomienden evitar este tipo de lugares y la utilización de cubrebocas si se accede a ellos.
Asimismo, la Asociación Madrileña de Salud Pública (Amasap) pidió el pasado 6 de abril la eliminación del uso de mascarillas al aire libre siempre y cuando hubiese distancia de seguridad al considerarlo una medida "arbitraria" y sin base científica. "Ni la OMS, ni el Centro Europea para la Prevención y Control de Enfermedades, ni los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses recomiendan el uso de mascarillas al aire libre", argumentaba la asociación.
"Peor aún, esta medida es absurda, pues obliga a llevar mascarillas en entornos de bajo o nulo riesgo, como el campo o las calles de nuestros pueblos y ciudades, mientras mantiene excepciones a su uso en entornos de riesgo probado,como interiores de centros de trabajo, donde personas no convivientes comparten el mismo espacio durante varias horas seguidas", añadía.
Precisamente, Amasap lanzó otro nuevo comunicado esta semana en el que urgía a nuestros gobernantes a intensificar medidas "no farmacológicas" para afrontar la sexta ola de la Covid-19. Los preventivistas madrileños no consideran el uso de la mascarilla en exteriores una medida a retomar para intentar controlar la incidencia de la nueva forma del virus. En cambio, sí piden que se acelere la vacunación "en aquellos sectores que no se hayan vacunado aún" y la administración de dosis de refuerzo, promover el teletrabajo, impedir las aglomeraciones en espacios públicos, reducir las aglomeraciones en el transporte público o la ventilación adecuada de espacios cerrados, entre otras.
Así, la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) también emitió un comunicado esta semana en el que no considera en ningún momento el uso de mascarillas al aire libre y con distancia de seguridad como una medida adecuada para frenar el avance de ómicron. En cambio, sí pide el refuerzo de la Atención Primaria, el impulso de la vacunación, la reducción de aforos y de personas en los eventos sociales o el cierre de interiores en el ocio y la hostelería como estrategias eficaces para frenar la transmisión.