La llegada de Omicron al panorama sanitario que había dibujado la Covid-19 ha roto todas las previsiones que se podían tener. La conocida como sexta ola ha superado las cifras de contagios de la quinta, aunque según los datos oficiales facilitados por el Ministerio de Sanidad, el número de positivos va disminuyendo. En el último informe, se han notificado 182.123 nuevos casos frente a los 305.432 del lunes anterior. Los expertos señalan que es posible que nos encontremos ya ante los últimos coletazos que nos deja esta cepa, la cual se esfumaría dejando un interrogante en muchos de nosotros: ¿me habré contagiado sin saberlo?
La presencia de secuelas relacionadas con la Covid-19 puede ser una manera de identificar si se ha pasado la enfermedad, aunque la forma más eficaz es someterse a un test de anticuerpos (también conocido como serológico). A diferencia de un antígenos o una prueba PCR, que detectan la presencia del virus en el momento de su realización, este tipo de análisis rastrean los anticuerpos que genera el sistema inmune tras haber estado expuesto a la infección.
"Nuestro cuerpo posee un sistema defensivo frente a infecciones de cualquier tipo y cuando detecta agentes externos actúa generando unas proteínas (inmunoglobulinas) llamadas anticuerpos", explica el Daniel Carnevali, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid. "Los anticuerpos no determinan la presencia del virus, sino la respuesta inmunológica de nuestro cuerpo cuando hemos estado expuestos; es decir, si el individuo ha estado en contacto con el virus, haya desarrollado síntomas o no", detalla.
Actualmente, existen dos tipos de pruebas de anticuerpos, la que se elabora en un laboratorio y el test rápido de autodetección. Ambos se realizan por sangre, pero su precisión no es la misma. Mientras que el primero es capaz de aportar una cifra cuantitativa del nivel de inmunoglobulinas que ha generado nuestro cuerpo, el segundo solo genera una respuesta cualitativa: tienes o no tienes. De ahí, que siempre sea más recomendable optar por una prueba en detalle efectuada en el laboratorio.
Su funcionamiento se basa en la detección de dos tipos de inmunoglobulinas: IgM e IgG. "La M (IgM) se detecta antes y, también, desaparece antes que la IgG", precisan desde Quirónsalud. Es decir, si cuando se efectúa la prueba de anticuerpos solo se observa la presencia de IgM, puede ser que nos encontremos en los primeros momentos de la infección. Por eso, en muchas ocasiones, este tipo de test se realiza en complemento a una PCR o a un antígenos para saber si estamos ante un positivo. Sin embargo, si el análisis da señales tanto de IgG e IgM se puede interpretar como que ha pasado más tiempo desde el inicio de la infección y que quedan restos de la fase aguda. Por último, si únicamente se observan anticuerpos IgG es porque la fase de replicación viral ha pasado.
Interacción con las vacunas
Desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan que sea un profesional de la salud quien lleve a cabo la interpretación de los resultados para estar seguros de que no nos encontramos ante un virus activo y, además, aclaran un punto importante: las vacunas contra la Covid-19 pueden provocar que se de positivo en los test serológicos. Dependerá del tipo de anticuerpo que detecte la prueba en cuestión.
Por eso, actualmente, la CDC no recomienda los test serológicos para determinar si se es inmune, en un panorama de vacunación en España en el que el 92,7% de la población (mayor de 12 años) ha recibido al menos una dosis. Lo que sí señala es que, tanto en el caso de dar positivo o negativo, es pertinente estar al día con las pautas de vacunación dictadas por las autoridades.