"A los 17 años, me dijeron que tenía el virus del papiloma humano tipo 16. Era de los más violentos y me explicaron que podía desencadenar en cáncer de útero. Me puse a llorar. Estaba tan nerviosa, que al salir volví corriendo a la consulta a preguntar si podía tener hijos. Para mí, era algo completamente desconocido y no sabía qué me podía pasar".
Este es el testimonio de Martina B., una joven de 28 años que hace más de diez comenzó su guerra contra el virus del papiloma humano (VPH). Su historia es un claro ejemplo del desconocimiento que rodea a esta afección. Martina sí podía tener hijos, pero corría el riesgo de desarrollar un cáncer en el cuello del útero, también conocido como cáncer de cérvix.
Los papilomas humanos son una infección vírica del aparato reproductor que se transmite durante las relaciones sexuales. Se han identificado más de 150 tipos diferentes y la mayoría de ellos no causan problemas. No obstante, se han detectado 15 tipos oncogénicos (que producen cáncer). El 16, el de Martina; y el 18 son los más peligrosos y son los responsables de aproximadamente el 70% de cánceres cervicales. Les siguen el 31,33,45,52 y 58, responsables del 15%.
Las medidas de prevención y protección contra el VPH pasan por la atención primaria. La prueba del papanicolau, comúnmente conocida como citología, es la más común. El problema es que, con la llegada de la Covid-19 y la consiguiente saturación, se paralizó su realización. "Ha habido una negligencia con las mujeres en las campañas de prevención del cáncer cérvix", explica Carlota San Julián Cano, enfermera y sexóloga. "Las cosas no se han hecho bien, pero también ha sido una situación excepcional", sentencia.
En un 10% se vuelve infección persistente
Puede ser por este retraso en la elaboración de pruebas, pero personal de atención primaria señala a este medio que los casos de VPH están aumentando entre jóvenes. "La infección puede afectar hasta un 80% de las mujeres a lo largo de su vida, pero solo en un 10% de ellas se volverá la infección persistente, lo que constituye un factor de riesgo para neoplasias (tumores)", señala a EL ESPAÑOL Ana Rosa Lucena, ginecóloga y obstetra en el Hospital Costa del Sol de Marbella, que pone calma en la situación.
Las vacunas contra el VPH, además, son un factor que tranquiliza a la comunidad médica. A finales de 2021, un estudio británico publicado por la revista The Lancet confirmaba que hasta un 87% de las mujeres que habían sido vacunadas cuando tenían entre 12 y 13 años habían desarrollado inmunidad. Los datos del estudio son una gran noticia, pero hay que tomarlos con cautela. En España, por ejemplo, se comenzó a vacunar en 2008 a chicas de 14 años. La inyección cubría las cepas 16 y 18, las más peligrosas, pero no ofrecía protección frente al resto.
Por lo tanto, pensar que las mujeres nacidas a partir de 1994 quedaban fuera del rádar es un error. El caso de Martina es un ejemplo de ello. "Yo soy de 1993 y no estaba vacunada la primera vez, pero cuando me curé del papiloma me pusieron la vacuna. A los años, me vuelvo a hacer una revisión y me detectan VPH tipo 52 y me dicen que también es de riesgo y yo pensando, '¿pero si me he puesto la vacuna?'". Martina narra con desilusión de lo que descubrió después: "Me enteré por una amiga, que también era del 93 y se había vacunado posteriormente, que le habían puesto una vacuna que cubría nueve cepas, cuando la que me pusieron a mí cubría solo dos".
La joven está en lo cierto. Existen tres tipos de vacunas, bivalente (Cervarix), cuadrivalente (Gardasil) y nonavalente (Gardasil 9), las cuales protegen frente a dos, cuatro y nueve cepas, respectivamente. En España, es cada comunidad autónoma la que decide cuál se financia a través del sistema público de salud. Nuestra protagonista, al ser de Madrid, recibió Cervarix.
Los expertos confirman que es habitual este tipo de desconocimiento sobre la vacuna del VPH y Ana Rosa Lucena, además, quiere dejar claro algunos puntos que considera vitales para la población: "Es común que me pregunten en consulta si hay edad tope para vacunarse frente al papiloma, pero no hay tope", explica. "Cualquier mujer sexualmente activa debe estar protegida y vacunada por su seguridad". También incide en la vacunación de la población masculina, una lucha que lleva enfrentando a la comunidad sanitaria contra las autoridades, ya que piden que se imponga. "Si queremos conseguir poder llegar a erradicar el virus, como parece que sí está siendo en Australia, hay que vacunar tanto a mujeres como a varones, ya que ellos son transmisores de la infección", sentencia.
Una enfermedad estigmatizada
Otro de los puntos en los que insiste es en la concienciación de la población. Lucena explica que la mitad de las chicas entre 15 y 24 años no han ido nunca al ginecólogo, mientras que 1 de cada 5 mujeres de 25 a 35 nunca se han hecho una citología. "Me llama la atención este tema, pues en España el cáncer de cérvix es el segundo cáncer en frecuencia en la mujer (le precede el cáncer de mama)", detalla. Según los datos del último informe de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de cérvix se cobra la vida de más de 300.000 mujeres en el mundo. En España, en 2022, se diagnosticaron cerca de 7.000 casos.
Aunque la cifra está muy lejos de otros cánceres, sobre el VPH y su relación con el cáncer de cérvix cae una pesada losa. "Al ser una enfermedad de transmisión sexual hay mucha estigmatización a su alrededor", dilucida Rocío Quesada, matrona residente en el 12 de Octubre, aunque estos últimos meses ha estado rotando por varios centros de salud. Su posición es la de primera línea de batalla y en su experiencia ha tenido que lidiar con numerosos casos de VPH. "Hemos tenido un par de casos que cuando se le ha comunicado a la mujer que tiene VPH de riesgo, que se hace un seguimiento y que se puede coger a tiempo en el caso de que se desarrolle un cáncer, al tenerlo estigmatizado y con la palabra cáncer tan cerca, han llevado todo con mucha ansiedad y venían a las consultas llorando".
Por todo ello, a pesar de las vacunas, las expertas nos inciden en recalcar la importancia de las citologías cada tres años, acudir al ginecólogo y usar siempre medidas de protección en las relaciones sexuales. "No debemos subestimar la importancia de las revisiones periódicas, por mucho ritmo frenético de vida que llevemos, dedicar una hora cada tres años a tu salud, me parece que merece la pena”, termina Lucena.