El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) fue descubierto en la década de los 80 y, a día de hoy, sigue sin existir una vacuna que pueda prevenir su contagio. Sin embargo, la aparición de antirretrovirales y los más diversos avances científicos han permitido reducir las muertes relacionadas con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) en más de un 47% desde 2004, año en el que se alcanzó el pico de fallecidos.
Aunque la tasa de mortalidad ha descendido y la calidad de vida ha aumentado gracias a estos fármacos, los casos de curación registrados en la literatura científica son muy poco frecuentes. De hecho, este martes se ha conocido el caso de la que podría ser la tercera persona en curarse. En este caso, se trata de una mujer de mediana edad que fue diagnosticada con el VIH en junio de 2013 y de leucemia en marzo de 2017.
En su tratamiento de la leucemia, la mujer recibió un trasplante en el que se empleó sangre de un cordón umbilical y una trasfusión de sangre de un familiar cercano para enfrentar con más defensas el proceso, según explicó un grupo de investigadores en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas, celebrada en Denver (Colorado, Estados Unidos). Este acontecimiento marca una esperanza para el futuro por dos razones: la primera de ellas es que la paciente era mujer y de procedencia multiétnica, y la segunda, por la utilización de sangre del cordón umbilical.
Esperanza para otros casos
Hasta ahora, los dos casos de curación del VIH se habían dado en hombres que habían recibido un trasplante de médula ósea de donantes con una mutación que bloqueaba la infección por VIH. "Esta mutación ha sido observada en unos 20.000 donantes, la mayoría de los cuales son descendientes de europeos del norte", recoge el diario norteamericano The New York Times. En este sentido, el trasplante con células del cordón umbilical no requiere una coincidencia de razas tan estricta entre donante y receptor como la que requiere el de médula ósea.
Además, los dos hombres curados del VIH manifestaron síntomas muy agresivos tras el trasplante de médula ósea como la enfermedad de injerto contra huésped —en la que las células inmunitarias trasplantadas atacan al receptor y que podría ser la clave para la curación del VIH—, pérdida de peso o de audición. Por eso, el trasplante de médula no se recomienda a todas las personas infectadas con VIH, sino sólo a aquellas que requieren este tratamiento para tratar el cáncer. "La combinación de la sangre del cordón umbilical y las células de su familiar podrían haber evitado una gran parte de los brutales efectos secundarios del trasplante de médula".
El hecho de que la sangre del cordón umbilical no necesite una coincidencia tan estricta entre razas y que se encuentre más disponible que las células madre de médula ósea de adultos hace sospechar que este método pueda ser la cura para otros casos de pacientes que conviven con VIH y, además, padecen cáncer.