La llegada de la variante ómicron puso en entredicho la eficacia de las actuales vacunas contra la Covid-19. La pauta completa no ofrecía protección suficiente contra el contagio y, aunque su efectividad parece mantenerse frente a las formas graves de la enfermedad, puso de manifiesto la ineludibilidad de un refuerzo vacunal.
Pero esta estrategia tampoco es perfecta. La tercera dosis de la vacuna aumenta notablemente la neutralización de ómicron pero no reduce la transmisión en el mismo nivel que frente a otras variantes. Otra cosa es la evolución a enfermedad grave donde, esta vez sí, se siguen mostrando altamente eficaces, que no perfectas.
De cualquier manera, algunos expertos han abogado por esperar a vacunas específicas contra ómicron (y las futuras variantes que surjan) antes que insistir con unos sueros desactualizados. El problema parece ser que estos nuevos preparados no están demostrando ser mejores en el terreno en que deberían dar el todo por el todo, al menos en los primeros experimentos en animales.
Tanto Pfizer como Moderna, las farmacéuticas que lanzaron las primeras vacunas contra la Covid, anunciaron a principios de este año estar ensayando los nuevos antígenos. Si la primera indicaba que puede tener lista la nueva vacuna en marzo, la segunda daba como fecha agosto.
De hecho, el director ejecutivo de Moderna, Stéphane Bancel, ha señalado este jueves, en una entrevista a Reuters, que seguirán adelante a pesar de que dos estudios preliminares en modelos animales no han mostrado una eficacia superior a la vacuna original.
En el primero de ellos se administró dos dosis del preparado original de Moderna en ocho macacos, y una tercera a los nueve meses: una parte de ellos recibió de nuevo la original, pero otra fue inoculada con una similar, basada en la tecnología de ARN mensajero, pero en lugar de codificar la proteína S del virus 'ancestral' lo hacía con la de la variante ómicron, que incluye 16 cambios en su genoma.
La cantidad de anticuerpos neutralizantes decayó con el tiempo antes del refuerzo, pero una vez aplicados estos volvió a incrementarse. Además, las células B específicas para la proteína S (es decir, las que se encargan de recordar la respuesta del sistema inmune) mostraron reactividad cruzada contra ambas variantes –ancestral y ómicron– en los dos boosters. Ambos refuerzos proporcionaron, además, un protección completa en pulmones y limitada en las vías respiratorias altas, lo que implica un beneficio frente a enfermedad grave (neumonía) pero no tanto frente a la infección.
Los autores reconocen que el refuerzo con una vacuna específica para ómicron "puede no proporcionar mayor inmunidad o protección comparada con el refuerzo con la vacuna ARNm-1273 actual".
Otras vacunas de ARN
El segundo de los ensayos ha sido realizado con ratones. Una pauta primaria con la vacuna específica contra ómicron se mostró eficaz frente a dicha variante, pero no inhibió ninguna de las históricas. El refuerzo incrementó la actividad neutralizante pero la diferencia con el preparado original no fue significativa.
Curiosamente, el refuerzo con la vacuna específica para ómicron proporcionó una protección mayor cuando la pauta primaria utilizó una dosis baja de la vacuna original.
Más allá de esta vacuna, los resultados obtenidos con otros preparados investigados contra ómicron tampoco muestran grandes diferencias respecto a las vacunas actuales.
El Instituto de Biociencias de la Academia Sinica (algo así como el equivalente chino del CSIC) ha desarrollado nada menos que cuatro vacunas con tecnología de ARN mensajero. En dos de ellas utiliza el dominio de unión al receptor –la parte de la proteína S que se une a las células para infectarlas– de las variantes delta y ómicron, respectivamente. Una tercera se trata de una vacuna bivalente, con las dos variantes en un mismo preparado, y una cuarta es híbrida, con un dominio de unión al receptor basado en las dos cepas al mismo tiempo.
La vacuna específica contra ómicron y la híbrida generaron (en ratones) una alta cantidad de anticuerpos frente a la variante ómicron, pero no neutralizaron otras variantes. La bivalente y la específica para delta sí mostraron actividad contra todas las variantes. Es decir, que la vacuna específica para ómicron, aunque efectiva, no genera una diferencia significativa con el resto.
Una última vacuna, testada por el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, utiliza una tecnología ligeramente distinta al ARN mensjero. Es también ARN, pero codifica tanto un fragmento del virus como una enzima que amplifica la expresión de este fragmento.
El resultado, sin embargo, ha sido contradictorio. Este suero, planteado como refuerzo, fue inoculado a ratones que habían recibido previamente una dosis del suero frente a la variante ancestral y a hámsteres tanto en dosis primaria como de refuerzo. Aunque en los segundos mostró eficacia, en los primeros la pauta heteróloga impactó negativamente en la respuesta frente a la variante ómicron.
A falta de conocer los resultados de los ensayos clínicos con el preparado de Pfizer y el de Hipra (que no es específica de ómicron pero sí incluye una proteína basada en alfa y beta, que tienen mutaciones comunes a aquella cepa), habrá que seguir confiando en el buen hacer de las vacunas actuales para afrontar la pandemia, al menos, durante los próximos meses.