María del Mar Malagón Poyato es catedrática de Biología Celular en la Universidad de Córdoba y subdirectora de científica del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic), donde también coordina el área de Nutrición, Enfermedades Endocrinas y Metabólicas. Su trayectoria investigadora se ha centrado en la detección de biomarcadores de disfunción del tejido adiposo que se identifiquen con el desarrollo de resistencia a la insulina en diabetes tipo 2 y en las diferencias entre los obesos metabólicamente sanos y los que no. A lo largo de su carrera ha publicado cerca de 200 artículos científicos. Desde hace un mes presidente la Sociedad Española de Obesidad (Seedo).
Nada más finalizar la entrevista, María del Mar Malagón hace hincapié en una cuestión: "Preferimos hablar de personas que tienen obesidad más que de personas obesas". Puntualiza con la misma delicadeza con que contesta a las preguntas de EL ESPAÑOL, y con el mismo cuidado con el que advierte que no es una especialista en tal o cual campo a la hora de responder.
Sin embargo, pocas personas saben más de los mecanismos de la obesidad que ella. Lleva décadas estudiando el tejido adiposo (la grasa, vamos) de nuestro cuerpo, lo que le ha llevado a presidir, siendo bióloga, la Sociedad Española de Obesidad, entidad multidisciplinar pero copada, sobre todo, por médicos.
El cuidado que pone Malagón al contestar solo lo rompe dos veces: al tratar las restricciones publicitarias que el ministro Garzón quiere aplicar a los alimentos, poco o nada nutritivos, dirigidos al público infantil, y al hablar del ejercicio físico como la mejor de las formas de prevenir la obesidad y las consecuencias. Para esto último nos pide 15 minutos al día, un tiempo escaso, perfectamente asumible y que, paradójicamente, vale su peso en oro.
- ¿El fofisano es un animal mitológico?
- Hubo una época en que estaba muy en boga el término de saludable y no saludable en personas con obesidad. Quizá era una manera de simplificar un problema, porque tener obesidad, aunque en un momento determinado la salud no esté muy deteriorada, es una enfermedad crónica.
Incluso nosotros, que hemos utilizado estos criterios, debemos revisar estas denominaciones, o las definiciones que hacemos.
A nivel de investigación, es una herramienta muy ilustrativa utilizar muestras de tejido adiposo de personas con obesidad con distintos grados de sensibilidad a la insulina. Comparamos los que están mejor con los que están peor. Eso lo utilizamos como modelo para identificar qué procesos se deterioran, pero, insisto, con la idea de que la obesidad es una enfermedad. Se puede estar mejor en general, tener mejores parámetros de salud, pero eso no significa que estén sanos en el sentido estricto, porque tienen muchas complicaciones que, si no se han manifestado, lo harán.
- ¿Por qué nos cuesta tanto adelganzar?
- Hay varias cuestiones para entender por qué no podemos adelgazar fácilmente. Una es que, en el ambiente obesogénico que tenemos, es muy difícil no caer en la tentación de ingerir dietas ricas en calorías. Con nuestras actividades sociales es muy difícil reducir esa ingesta.
Luego, cuando perdemos peso, en nuestro organismo se ponen en marcha mecanismos de ajuste que nos inducen a aumentar nuestro apetito. No es cuestión de voluntad de la persona sino de ajustes endocrinos internos que determinan que no sea tan fácil perder las ganas de comer.
- ¿Nuestro cuerpo jugaría en nuestra contra, entonces?
- En contra, aparte de que, cuando tenemos más peso, el gasto energético se altera. No es tan fácil, hay razones fisiológicas, o mecanismos fisiopatológicos, que explican por qué adelgazar es difícil y va más allá de la voluntad en sentido estricto.
- ¿El trabajo actual fomenta el sedentarismo y la obesidad? ¿Cómo se combate?
- Para el Día Mundial de la Obesidad, el pasado 4 de marzo, hicimos una encuesta con una muestra de unas mil personas, equilibrada en cuanto a género, distribución geográfica, etc. Casi el 50% de la población pasaba cinco horas o más sedentaria. Más después de la pandemia, que hemos aumentado, incluso, el tiempo que pasamos con el ordenador.
Es inevitable pasar tantas horas en el trabajo. Pero me llamó la atención que, en personas mayores de 65 años, la mayoría jubilados, había un porcentaje enorme, en torno a un 71%, que pasaba más de cinco horas usando pantallas: televisión, tablet, ordenador… Ahí no se puede aducir el abuso de pantallas por el trabajo en general.
¿Qué es lo que hay que hacer? Incluir ejercicio físico, porque actividad física es la que hacemos en nuestro quehacer diario, lo que nos movemos en el trabajo, subiendo escaleras para ir a casa… El ejercicio físico está dirigido a realizar una actividad física orientada, y realmente hacemos poco.
- El teletrabajo, ¿es beneficioso o perjudicial?
- Depende de las horas y a qué dediques el tiempo libre. Tenemos que compatibilizar el trabajo con nuestra vida personal. Debemos intentar buscar un tiempo para realizar ejercicio físico.
En esta encuesta había un porcentaje amplio de gente que declaraba que podría dedicarle 15 minutos al día. Los que habitualmente no hacen ejercicio reconocían que podían dedicar 15 minutos diarios. Hay que pasar de la intención a la acción. Hay muchas aplicaciones, vídeos de YouTube, que pueden dar esos 15 minutos de calidad del ejercicio físico.
- ¿Obesidad es igual a colesterol? Un reciente artículo en JAMA minimizaba el efecto de la reducción del colesterol LDL en la prevención cardiovascular.
- La visión general era tener colesterol bueno, HDL, y colesterol malo, LDL. El artículo de JAMA viene a decir que LDL importa si tienes placa… Pero yo no soy especialista cardiovascular. Lo que pasa es que este ámbito está siendo revisado porque no solo importan, en las HDL, la cantidad que se tengan sino también la calidad, si tienen capacidad oxidante o no, etc.
Hay otra visión, porque hasta donde yo sé las estatinas reducen el LDL, pero la cuestión es que con la obesidad hay muchos triglicéridos circulantes. Por lo que tengo entendido, es lo que puede provocar o estar asociado a riesgo cardiovascular. Lo que sí se sabe es que se reducen los niveles de HDL, hay estudios con un altísimo número de individuos que indican que, en función del incremento de masa corporal, se reducen los niveles de HDL.
- Antes, el colesterol era el villano. Ahora parece ser el azúcar. ¿Esto es una moda?
- La obesidad es multifactorial. Quizá no sea tan fácil disociar una dieta rica en azúcares de una dieta rica en grasas, porque va todo junto en el pack. En cualquier caso, está bien establecido que la ingesta diaria aumenta la ganancia de peso, y eso significa aumentar el riesgo de padecer otras enfermedades, que está asociado con diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer (colon, hígado, páncreas)… Hay suficiente evidencia que permite asociar el aumento del riesgo de cáncer con el índice de masa corporal.
- En los últimos meses ha habido una polémica con las macrogranjas y la carne de buena o mala calidad. ¿Esto tiene base desde el punto de vista nutricional?
- Quiero ser prudente porque no soy experta en nutrición. En lo que hay que insistir es que hay que hacer una dieta equilibrada que te permita mantener el peso adecuado para tu constitución. Cuanto mejor sea la calidad de la comida que se ingiera, mejor, evidentemente, pero, por ejemplo, se está poniendo de moda la carne sintética, y probablemente sea de alta calidad. Si la calidad del producto es buena, la cuestión va más allá de eso. Otra cosa es el sufrimiento animal, etc. que no tiene que ver con la obesidad.
- En términos de dieta saludable, ¿cuál es el pecado de los españoles? ¿Carne, pan, lácteos…?
- No creo que podamos definir una dieta típica española. Si nos fijamos en la dieta mediterránea, esta es equilibrada, siempre que se tome la cantidad adecuada. Las comidas ricas en azúcares van a venir mal, no solo porque ganemos peso sino porque, por ejemplo, afectan al hígado.
Como digo, es la medida de la cantidad de ingesta la que tenemos que ajustar a nuestras características y actividad. Hay bastantes estudios que indican que la dieta mediterrránea es saludable.
- Muchas veces, la dieta mediterránea de los estudios no es la que se sigue diariamente.
- También se habla de la dieta atlántica, del norte de España, que es igualmente saludable. Al final, de lo que se trata es de que sean alimentos sostenibles, de cercanía y de temporada. En nutrición es lo que más se está postulando como equilibrado para las personas y el entorno.
- El ministro Garzón también ha anunciado la restricción de la publicidad de alimentos y bebidas azucaradas dirigidas a menores. En Cataluña, el impuesto a las bebidas azucaradas ha logrado reducir su consumo. ¿Qué le parecen estas iniciativas?
- Una excelente medida. Insisto, hay suficientes estudios, con poblaciones enormes, en muchos países, que demuestran esa relación entre bebidas azucaradas, obesidad y enfermedad. Cuando hay una relación así, hay que tomar medidas para prevenirla. Desde esa perspectiva, me parecen buenas iniciativas, siempre que estén orientadas a que se reduzcan las cifras alarmantes de obesidad.
- La obesidad se suele asociar a los problemas cardiovasculares, pero ¿qué otras enfermedades genera y no se habla tanto?
- Por ejemplo, enfermedades reumáticas, inflamatorias, Covid… La probabilidad de tener repercusiones más graves de Covid aumenta con la obesidad. Muchos de los pacientes que han sido ingresado por Covid eran obesos.
En enfermedades reumáticas se ve que hay una asociación, a nivel renal hay bastante investigación al respecto. Desórdenes psicológicos, ictus, enfermedad cerebrovascular, apnea del sueño, problemas metabólicos, claro, osteoartritis… e infertilidad.
- ¿Cuáles han sido los últimos descubrimientos sobre la obesidad?
- Hay una cuestión muy interesante, que ha sido el descubrimiento de la microbiota intestinal, que nos modifica el comportamiento en muchos sentidos. Un estudio de un grupo español, dirigido por el doctor José Manuel Fernández Real, que muestra una asociación entre la microbiota de una persona delgada y de una persona obesa, y se asocia con la capacidad de memoria de los individuos. Hay bacterias que predominan en uno u otro y se asocian a una mejor o peor memoria de corto plazo. Eso, a su vez, se asocia con el volumen de ciertas áreas cerebrales relacionadas con la memoria. Ponen en diana la microbiota como un regulador de la ingesta y también del comportamiento a nivel cerebral.
Por quedarnos en el nivel cerebral, quizá sabemos menos de los mecanismos que controlan la ingesta en humanos (en modelos preclínicos hay más información) porque no hay herramientas técnicas suficientemente avanzadas como para hacer un estudio tan intenso como se puede hacer en un ratón.
Pero los estudios de resonancia están permitiendo saber qué áreas del cerebro están relacionadas con la ingesta de bebidas azucaradas, por ejemplo, y con el conocimiento que tenemos de las regiones cerebrales podemos, a lo mejor, controlar la ingesta de determinados alimentos.
- ¿Cómo podríamos hacerlo?
- A nivel farmacológico se ha buscado, pero en muchos no se saben los mecanismos que tienen los fármacos. Conocer qué mecanismos funcionan o qué sitios activan puede servir para elaborar agonistas que vayan dirigidos a controlar tal función. La investigación básica tiene mucho que decir.
Hay estudios preclínicos sobre las señales de nuestro sistema gastrointestinal al cerebro cuando comemos, eso se ha trazado bastante bien en ratones, y esa información se ha llevado a los clínicos para investigar dónde tienen que mirar en el cerebro para activar los mismos mecanismos.
Quizá el otro hito de la obesidad es el descubrimiento del tejido adiposo marrón, y otro que se llama beis, que, a diferencia del blanco, que acumula grasa y libera lípidos cuando los necesitamos, estos queman grasa, generan calor. El paradigma sería tener más tejido marrón, o beis, en detrimento del tejido blanco, que es el que, cuando se expande demasiado por exceso de acumulación de grasas, provoca un montón de enfermedades. La idea sería promocionar esta transformación o incrementar la masa de tejido adiposo beis o marrón, que quemaría grasa en vez de soltarla y que vaya al hígado y a otros lugares.
- Usted, madrileña que vive y trabaja en Córdoba… ¿Cada cuánto hay que tomar salmorejo para que sea saludable?
- En la justa medida [risas]. Alimentación a fuerza de salmorejo no es lo más recomendable, pero es refrescante, es una sopa fría. En verano hay un refrán: salmorejo, la cama cerca y el agua lejos. Un buen salmorejo es un plato equilibrado y saludable, si lo tomamos en la medida adecuada de cada uno. Pero hay que añadir el ejercicio físico, esos 15 minutos para llevar mejor la ingesta.
* Según una encuesta de la Seedo, la mitad de los españoles ganaron peso durante el confinamiento estricto de la primera etapa de la pandemia; el 73% de ellos engordaron entre 1 y 3 kilos. El 36,6% de los encuestados tenían sobrepeso (IMC entre 25 y 29,9) y el 17,2% padecía obesidad (IMC mayor a 30). El 42,6% no realiza ningún ejercicio físico o le dedica menos de una hora a la semana. La obesidad se ha relacionado con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, ictus, diabetes tipo 2, varios tipos de cáncer, hipertensión, artrosis o apnea del sueño, entre otros.