La diabetes ha llegado a ser calificada como una de las pandemias del siglo XXI. Según sus datos, no es para menos. El número de personas que conviven con esta dolencia pasó de 108 millones en 1980 a 463 millones en 2019, cuatro veces más en apenas 30 años. En España, se calcula que más de 5 millones de personas sufren esta enfermedad. Por eso, urge medir cuanto antes y con precisión cuáles son las consecuencias derivadas de esta enfermedad, como han hecho recientemente investigadores de la Universidad de Cambridge.
Los datos no son nada halagüeños. Las personas que padecen diabetes tipo 2 tienen un mayor riesgo de sufrir 57 enfermedades más, entre ellas, cáncer, dolencias renales y neurológicas. La investigación, que aún está pendiente de ser revisada por pares, es la más completa hasta la fecha y ha basado su metodología en el estudio observacional de tres millones de personas, con o sin diabetes tipo 2, mayores de 30 años.
Según los datos, avanzados por The Guardian, aquellos que tenían diabetes tipo 2 tenían un 9% más de probabilidades de tener cáncer, entre lo que destaca el cáncer de hígado. Además, relacionan la enfermedad con 5,2 veces más posibilidades de tener una enfermedad renal en etapa terminal y 3,2 veces más riesgo de sufrir degeneración macular, un trastorno ocular que destruye paulatinamente la visión central.
También se estima que los pacientes con la diabetes tipo 2 tienen 2,6 veces más probabilidades de sufrir problemas neurológicos, 1,9 veces más riesgo de sufrir problemas digestivos y 1,8 en lo que se refiere a dolencias de la salud mental.
"Por eso es tan importante que las personas con mayor riesgo de diabetes tipo 2 reciban apoyo y que quienes viven con la enfermedad tengan acceso continuo a la atención y el apoyo de rutina, lo que evita retrasar la aparición de complicaciones", expresa la autora principal del estudio, Elizabeth Roberson, directora de investigación de Diabetes UK, la entidad en la que pronto se presentarán públicamente los resultados.
Muy común y muy peligrosa
La diabetes es una enfermedad muy común, que se origina debido a la falta de secreción de insulina por parte del páncreas y/o la disminución de su efecto en el organismo. Dicha hormona es lo que permite a la glucosa penetrar en las células para ser usada como fuente de energía. Si no consigue hacerlo, se queda acumulada en la sangre.
Aunque una investigación de The Lancet Diabetes & Endocrinology concluyó que existen hasta cinco tipos de diabetes diferentes, generalmente se habla de dos: diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2. La principal diferencia entre una y otra es que los primeros no producen insulina y los segundos no responden a ella como deberían.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 95% de los afectados por diabetes sufren el tipo 2, que está asociada al sedentarismo, sobrepeso, un estilo de vida poco saludable o antecedentes familiares.
La enfermedad lleva asociada una serie de problemas, sobre todo relacionados con la presencia de altos niveles de azúcar en sangre, fenómeno conocido como hiperglucemia. Esto, si no se controla, puede llevar a un coma diabético y otras consecuencias graves. De hecho, según la OMS, la diabetes fue en 2019 la novena causa más importante de muerte en el mundo; 1,5 millones defunciones se debieron a esta enfermedad.
Además, si la hiperglucemia no se controla y se convierte en algo persistente, puede provocar daños en los ojos, riñones, nervios y corazón. El estudio de la Universidad de Cambridge ha conseguido poner nombre y cifra a estos daños, aunque ya había algunos esbozos sobre los efectos secundarios de la diabetes tipo 2.
Es el caso de un artículo publicado en la Revista Española de Cardiología. Los expertos concluyeron que el riesgo de mortalidad de los pacientes diabéticos era el mismo que el de los no diabéticos que han sufrido un infarto de miocardio (alrededor del 20%). Este peligro, además, se triplicaba en los diabéticos que habían sufrido un infarto. "Por esto", concluye el estudio, "no resulta sorprendente que la expectativa de vida de un paciente al que se le diagnostica diabetes tipo 2 se reduzca un 30%".
Diabetes y tuberculosis
De hecho, la American Heart Association declaró, en 1999, a la diabetes uno de los principales factores de riesgo cardiovasculares. Los problemas oculares también son un daño colateral muy estudiado en relación con esta patología. Por ejemplo, la prevalencia de la retinopatía diabética (un daño en los vasos sanguíneos que, si no se trata, puede derivar en ceguera) ha sido objeto de estudio de varias investigaciones en nuestro país. Según una de las más recientes, elaborada en 2020, su incidencia oscila entre el 7,20% y el 37,50%, aunque matizan que es un daño que está disminuyendo con el paso de los años gracias a los mecanismos de control.
Un riesgo asociado menos conocido es su conexión con la tuberculosis, algo que demostró una investigación de The Lancet sobre el estudio de la epidemiología de 13 países con alta carga de tuberculosis. El análisis, al igual que la OMS, alertaba sobre el aumento de la prevalencia de la diabetes en el mundo, especialmente en países de ingresos bajos y medianos, aquellos en los que, precisamente, la tuberculosis también es mayor.
Por eso, concluían en la importancia de dotar recursos para una pronta detección y evitar desastres mayores. "Detener el aumento de la diabetes evitaría seis millones de casos y un millón de muertes por tuberculosis en estos 13 países en un periodo de 20 años", concluye la investigación.