"La primera vez que probé la cocaína fue con 14 años, en un viaje con mi familia a Huelva. Yo fumaba porros y encontré a un pescador que tenía, pero me dijo que él lo que vendía era cocaína. Así que, por probar, compré. Luego, desde los 16 hasta los 18 empecé una rutina de meterme todos los fines de semana. No me di cuenta del problema que tenía hasta que me vi en la foto de mi cumpleaños. Era como si no tuviera luz, estaba totalmente consumido. En ese momento, decidí dejarlo, centrarme en el deporte y me alejé de las compañías con las que me metía".
Esta es la historia de Luis (nombre ficticio para salvaguardar su identidad), un chico que, a sus 30 años, ha tenido que lidiar dos veces con el horror de la cocaína. Esa fue la primera. De la segunda, está saliendo ahora. Su adicción volvió con la pandemia y, a diferencia de la primera, en esta ocasión a cada raya le acompañaba la culpa y la vergüenza de saber que había vuelto a su problema. "No estaba bien conmigo mismo, sabía que estaba haciendo las cosas mal, que estaba engañando a la gente que me quería. Perdí el ánimo y me iba consumiendo", explica.
Su historia es el día a día de mucha gente. España tiene un problema grave con la cocaína. Así lo demuestra el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas, según el cual somos el segundo país Europeo en consumo de esta sustancia. Primero está Bélgica y nos sigue Países Bajos.
Estimar cuál es la verdadera realidad del problema es una tarea muy complicada. Muy poca gente se atreve a reconocer en las encuestas de salud que es consumidor. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, un 2,5% de la población española admite que toma esta sustancia. Eso se traduce en un millón de personas.
Adicción predominante
Más alto es el dato que ofrece el Informe Europeo sobre Drogas. Según éste, la prevalencia del consumo de cocaína en España es de un 11,2%, porcentaje que, en este caso, nos pone a la cabeza de Europa y que cifra el problema en más de cinco millones de personas de nuestro país.
Organizaciones como Proyecto Hombre alertan del incremento de consumo de esta sustancia. Según datos del observatorio de la asociación, cuatro de cada diez personas que acuden a ellos es por la cocaína. En poco tiempo, ha pasado a ser la adicción predominante de sus usuarios, con un 39,1%.
"En estos últimos años, lo que he observado es un incremento de la gravedad de los casos". La que habla es Elisa Rodríguez, psicóloga especializada en adicciones y terapeuta de Proyecto Hombre. "Yo creo que viene también un poco a causa de la pandemia", razona la experta.
El caso de Luis da prueba de ello. Al salir del confinamiento, regresó su adicción. "Lo volví a probar porque me sentía como atrapado con todas las restricciones y era como que el tiempo que tenía lo quería aprovechar al máximo. Fue un error, ahora me he dado cuenta de que a la mínima te vuelves a enganchar", recuerda.
Cuando le preguntas por qué decidió empezar con la cocaína, Luis responde que "por impulso". En su caso, no había un motivo más allá para su consumo. "Es un poco un mix", explica por su parte Elisa. "Lo que casi siempre vemos es que, cuando hay una adicción, es porque hay un malestar".
Esta psicóloga, por ejemplo, trabaja con grupos de adolescentes y, desde su experiencia, lo que observa es que muchos acaban enganchados a sustancias estupefacientes a causa de haber sufrido bullying o problemas en las relaciones sociales. "Tenemos también muchos casos de abuso sexual en la infancia", dilucida.
Un parche emocional
Recurrir a sustancias para parchear problemas es más común de lo que se cree. Ángela García Fajardo, psicóloga especializada infanto-juvenil en la clínica Mind Group, lo confirma: "En la sociedad en la que vivimos, nos movemos en el mundo de la inmediatez, lo queremos todo ya. Esto va en contra de cómo se gestionan las emociones. Cuando me duele la cabeza, me tomo una aspirina y se calma, sin embargo, con las emociones no podemos hacer lo mismo".
Sus palabras recuerdan a esa España 'colgada del lexatin' de la que hablábamos hace poco. La prevalencia de estrés, ansiedad y otros trastornos mentales es cada vez más alta y, ante la falta de conocimiento y de ayuda para la gestión emocional, la farmacología y las sustancias estupefacientes aparecen como las grandes aliadas.
De hecho, tal es la dimensión que ha tomado este problema de salud que ha dado pie, incluso, a una exposición de arte que se realiza actualmente en Girona. Bajo el título 'Narcohumanismo', sus autores quieren dar cuenta de que vivimos inmersos en la 'sociedad de la anestesia', una en la que, según explican, da la sensación que no vale con uno mismo para seguir adelante, por lo que recurrimos a fármacos y drogas para poder hacerlo.
"Debajo del consumo de algún tipo de sustancia, siempre hay problemas emocionales que se intentan cubrir. Por ejemplo, los cannabinoides están implicados en el área de la memoria y hacen que, de forma natural, nos acordemos de lo más agradable que nos pasa", comenta García Fajardo.
La psicóloga pone sobre la mesa otro asunto preocupante, el cannabis. Según el mismo informe de Naciones Unidas, España ocupa también el segundo puesto europeo en consumo de esta sustancia. Más concreto fue el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, que a través del análisis de las aguas residuales de los países de la Unión Europea, sitúa a Barcelona como la ciudad en la que más se consume. Encontraron 455,92 miligramos por cada mil personas al día. Para que el lector se pueda hacer una idea, el segundo lugar se lo lleva Ámsterdam, con 157,64 miligramos.
Paranoia y psicosis
"Yo lo que les explico a los pacientes es que consumir es evitar nuestro sufrimiento, pero que va a seguir estando", vuelve sobre el tema Fajardo. Además, al hecho de camuflar las dolencias emocionales, están los problemas que conlleva el consumo de sustancias. Por ejemplo, la cocaína causa daños en el funcionamiento cerebral, trastornos psíquicos como ideas paranoides, depresión, cuadros de psicosis, esquizofrenia…
"Cuando trabajé en el área de Salud Mental de San Juan de Dios, uno de los casos más frecuentes que teníamos eran jóvenes de entre 17 y 18 que entraban con su primer brote psicótico debido al consumo de alguna sustancia", recuerda Fajardo.
Testimonios como este dan cuenta del problema que supone el abuso de drogas en edades tempranas, algo que, por desgracia observan ambas profesionales desde su puesto de trabajo. "Cuando hablamos de jóvenes, una de las cosas más importantes es que no se nos puede olvidar el momento evolutivo en el que están, ya que el consumo va a repercutir en su desarrollo y crecimiento", sentencia la psicóloga. Luis, por ejemplo, explica contento que ahora siente su cabeza mucho más despejada y que puede pensar con muchísima más claridad que antes.
A todo esto, hay que sumar la consecuencia más grave que causa el abuso de estupefacientes: una sobredosis que lleve a la muerte. En el Informe Europeo sobre Drogas se detalla que los fallecimientos en nuestro país relacionados con la cocaína aumentaron en 2019 y, además, esta sustancia estuvo implicada en más de la mitad de las muertes inducidas por drogas.
La temeridad no se cuenta, pero también debería estar presente. Luis señala el caso de un compañero de trabajo, al cual han despedido recientemente por ir 'colocado' de cocaína al trabajo. "Tenía que conducir y le daba igual", explica este joven.
Dejar de lado
Como apunta Elisa, el ser adicto es dejar de "priorizar facetas de la vida por consumir estas sustancias". Para ese hombre primó la raya al trabajo. En el caso de Luis, casi le cuesta su relación. Ya no eran sólo las mentiras, es que consumir te transforma en otra persona. "Tenía insomnio, no podía pensar bien, estaba todo el rato como nervioso... Mi cuerpo sabía que se acercaba el día de ponerme y ya me alteraba pensando en el subidón".
Más duro es el testimonio que ilustra Javi Giner en obra, Yo, adicto. En ella, cuenta que escuchó un día a su madre decir: "No puedo más, me voy y, si se muere, que se muera". El libro, por cierto, va dedicado a ella: "A mi madre, por estar ahí".
Precisamente, en Proyecto Hombre, una de las terapias que tienen puestas en marcha es el programa Soporte, que va dirigido a jóvenes y familias, para "ayudarles a ayudar". "Esto es muy importante que se sepa porque Proyecto Hombre tiene una fama que puede causar al principio rechazo, de que viene gente mayor, y eso puede generar miedo", apunta Elisa.
Las expertas explican que, en las terapias, lo que se trabaja es la contención para evitar volver a caer en el abuso de sustancias y, por otro lado, en el tratamiento psicológico de los problemas que han llevado al consumo.
También hablan de la importancia de visibilizar. La adicción a la cocaína u otras sustancias no frena, no se detiene. Sabemos que está ahí, pero como dice Luis "giramos la cara". "Hay mucho tabú", denuncia el joven. "Hay mucha gente a nuestro lado con este problema".
Mientras, cuando le preguntas sobre qué le diría a una persona que viva con este problema, dice: "Que lo reconozca y que pida ayuda". No obstante, advierte: "Este reportaje no se lo va a leer nadie que consuma, porque va a sentir muchísima vergüenza al verse reflejado".
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