El metilfenidato es una molécula que, de primeras, no nos dice mucho. Ahora bien, si hablamos de Rubifen o Concerta, la cosa cambia. Para quienes lo usan de manera correcta, es conocido por ser el medicamento para algunos casos de trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Sin embargo, quienes lo usan mal lo conocen como la cocaína de los pobres: un químico barato que te sobreactiva e, incluso, te provoca euforia para una noche de fiesta o una jornada maratoniana de trabajo.
Tanto Rubifen como Concerta —o, incluso, Adderall en Estados Unidos— son nombres comerciales para referirse a este mismo principio activo. Se trata de un psicoestimulante, un derivado anfetamínico, que es conocido en el campo de la Psiquiatría desde hace unas cuantas décadas. "El origen de este medicamento se encuentra en la década de 1950, pero al principio se utilizaba para tratar la narcolepsia o algunos cuadros depresivos", explica Rosa Molina, psiquiatra en el Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid.
Las guías médicas indican de manera inicial la psicoterapia cognitivo-conductual como tratamiento para el TDAH en niños, pero en algunos casos es necesario pautar esta medicación. De todas formas, Molina afirma que, si se usa de manera adecuada, no tiene ningún peligro y es muy efectivo. "El Rubifen inhibe la recaptación de la dopamina y de la noradrenalina, aumenta la presencia de estas sustancias en la parte frontal del cerebro. Así consigue que el paciente mejore su atención y funciones ejecutivas —como la capacidad de organización—".
Usado como droga
El lado oscuro del metilfenidato aparece cuando quienes lo consumen no padecen TDAH y, por supuesto, lo hacen sin la recomendación de un médico. Estas personas no tienen que compensar un déficit de neurotransmisores y, por tanto, cuando toman Rubifen o Concerta exceden sus niveles. En estos casos, el metilfenidato se toma como una droga: o bien para rendir más en el trabajo o estudiando, o bien para salir de fiesta y sentir efectos similares a las anfetas o a la cocaína.
"Cuando tomas Rubifen de fiesta todo te parece muy bien, estás más activo y también súper parlanchín. Es como si te hubieras tomado 20 cafés. Además, se te seca mucho la boca y necesitas beber agua todo el rato", cuenta Carlos (nombre ficticio), que reconoce haber tomado estas pastillas de fiesta algunas veces. "Normalmente, se toma por vía oral, pero tardas más en sentir los efectos. Por eso, hay gente que machaca la pastilla y se la esnifa para que le de un subidón más potente".
La zona de la nariz se encuentra más cerca del cerebro y está muy irrigada con vasos sanguíneos y, por eso, las sustancias se absorben con mayor facilidad. En este sentido, si observamos los niveles de metilfenidato en nuestra sangre tras tomarlo esnifado formarían un pico muy agudo. "Esto hace que sientas un mayor chute de euforia, pero el bajón luego es muy fuerte y vas a querer volver a tomar", advierte Gorka Allende, que es farmacéutico.
Visita a Psiquiatría
El Rubifen, por tanto, puede ser un medicamento como otro cualquiera o "una droga de abuso" —como advierte Molina—, todo depende del uso que le des. "Si lo tomas de manera inadecuada te va a generar una necesidad. Este medicamento hace que tu organismo aumente la producción de dopamina y el organismo, como respuesta, crea más receptores para ellos. Cuando no tomas esta sustancia, tu cuerpo nota la falta y es cuando se nota el bajón", explica Allende. Este medicamento sólo se puede adquirir con una receta médica, pero Allende explica que la gente lo obtiene por contactos o, incluso, presentando recetas falsas.
Los efectos que Carlos describe del metilfenidato usado para salir de fiesta —habla incontrolada, sensación de mucha felicidad, sequedad de nariz y boca— aparecen recogidos en el prospecto con el que se vende Rubifen. Son, concretamente, los síntomas que te advierten de que tienes una sobredosis de este principio activo. Otros de los desagradables síntomas que pueden presentarse con el consumo recreativo de Rubifen son las alucinaciones, la confusión, los temblores, la tensión alta o la fiebre.
Pero, al tratarse de un medicamento de farmacia, ¿puede considerarse su consumo recreativo como más seguro que el que se hace con otra droga cualquiera? "No, si tomas Rubifen de fiesta tienes probabilidades de terminar en el área de Psiquiatría de un hospital con el mismo cuadro que un consumidor de cocaína: episodios de psicosis e, incluso, convulsiones", advierte Molina. La experta insiste en que el consumo de metilfenidato sólo es seguro si lo pauta un médico para el tratamiento del TDAH en el que la psicoterapia no ha aportado los resultados esperados.
La dependencia al metilfenidato es un problema bastante conocido en el área de la Psiquiatría. Rosa Molina explica que ella ha visto dos casos en la clínica y advierte que no siempre son jóvenes que toman esta sustancia para salir por la noche. De hecho, cuenta que en muchos casos son personas adultas que lo utilizan para mejorar su rendimiento de manera irresponsable y lo más llamativo es que ha observado casos dentro del mundo de la Medicina.