Dice un conocido refrán en inglés que "An Aspirin a Day, Keeps de Doctor Away". Esto, traducido al castellano, significaría algo así como "Una aspirina al día mantendrá al médico fuera de su vida". Y sí, como en todos los refranes, detrás de éste hay algo de verdad.
La historia de la aspirina es el paradigma de un medicamento de éxito. Comercializada por primera vez en 1999, no se ha dejado de utilizar durante todos estos años y su popularidad es tal que la Real Academia de la Lengua española incluyó el nombre comercial de la molécula -que es el ácido acetilsalicílico- en su diccionario, por lo que se puede escribir en minúscula y sin miedo a hacer ningún tipo de propaganda farmacológica.
Pero, sobre todo, la historia de la aspirina es la de un medicamento que ha ido ampliando sus usos desde su creación casi hasta la actualidad. Y una de las vertientes más interesantes y estudiadas es su papel no tanto como terapia, sino como prevención.
Fue en la década de 1960 cuando se empezó a observar en la aspirina un efecto antiplaquetario que, se dedujo, podría servir para prevenir segundos eventos cardiovasculares en personas que ya habían sufrido uno previo. Esta indicación fue aprobada en 1985 por la FDA y el resto de las guías clínicas siguieron su estela.
De ahí, se comenzó a pensar que dosis bajas de este medicamento también podrían ser útiles para personas sanas que, sin embargo, tenían riesgo de dejar de serlo. Como explica a ESPAÑOL el presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Julián Pérez-Villacastín, esto se tradujo en una recomendación general de consumo diario de aspirina "a todo el mundo que tuviera factores de riesgo".
Para enfermos y sanos
Dicha recomendación se empezó a recoger también en las guías clínicas que, además de recomendar aspirina a las personas que ya habían padecido un infarto, sugerían también su consumo a personas con factores de riesgo de padecerlo, por ejemplo, gente con antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, colesterol alto o hipertensión.
Pero pronto se descubrió que a lo mejor no era buena idea esta recomendación generalizada, la misma que propició el refrán con el que se inicia este artículo. "Se vio que, a cambio de prevenir eventos cardiovasculares, aumentaba el riesgo de hemorragias incluyendo cerebrales, lo que en muchos casos no compensa", señala el presidente de la SEC.
Así las cosas, ni la evidencia científica ni las recomendaciones en torno al consumo preventivo de dosis bajas de aspirina en personas sanas son unánimes. Ahora, un organismo estadounidense que suele ser muy escuchado -la United States Preventive Services Task Force- ha advertido de que no es una buena idea en personas mayores de 60 años. La razón, según los autores, los riesgos superan a los posibles beneficios. Además, señalan que la evidencia científica para tomar aspirina en la gente más joven -siempre como prevención primaria- tampoco es muy sólida.
Falta de unanimidad
El coordinador de la revista Panorama actual del medicamento del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, comenta a este periódico que existe cierta controversia sobre el uso de la aspirina a bajas dosis en prevención primaria (antes de que ocurra un evento inicial) en pacientes de riesgo, algo sobre lo que se ha debatido ampliamente en los años previos.
"Actualmente, se trata de un uso no autorizado en la ficha técnica de los medicamentos con ácido acetilsalicílico. Se considera que, por la falta de beneficio neto relevante (reducción de la mortalidad) y el incremento de riesgo innecesario de hemorragias graves en los pacientes, el ácido acetilsalicílico no debería ser usado como profiláctico de rutina en la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares, y menos en personas de más de 70 años o con riesgo cardiovascular bajo o moderado. Pero puede tener su lugar en prevención primaria en un pequeño subgrupo de pacientes con alto riesgo cardiovascular, bajo riesgo de sangrado y edades medias de la vida (40-70 años), en quienes los cardiólogos deben tomar la decisión de forma individualizada. En todo caso, esta suele ser una situación excepcional, ya que los pacientes con riesgo cardiovascular elevado tienen habitualmente también un riesgo hemorrágico incrementado por los propios factores de riesgo o comorbilidades", comenta.
En la misma línea se expresa Pérez-Villacastín, que aboga por una individualización de las recomendaciones. "En las guías europeas lo que se dice es que se necesita que se hagan más estudios, por lo que hasta entonces se debe hacer caso por caso", apunta.
En EEUU, un estudio estableció que, a pesar de la controversia científica, un tercio de la población mayor de 40 años consumía aspirina para prevenir eventos cardiovasculares. Quizás este nuevo giro de los acontecimientos haga que la cifra decaiga.