La metáfora de la 'Reina Roja' para describir la pandemia de Covid-19 no ha perdido vigencia con las altas tasas de cobertura vacunal. Como el personaje de Lewis Carroll, hay que correr sin parar mantenernos en el mismo sitio: para garantizar la inmunización efectiva contra las nuevas variantes del coronavirus, hay que seguir produciendo vacunas cada vez mejor adaptadas.
Al mismo tiempo, el patógeno sobrevive afinando su capacidad para eludir las defensas. Así, si ómicron protagonizó la ola más virulenta en cuanto a contagios, ahora hay que hablar de sus subvariantes: dos de ellas, BA.4 y BA.5, se relacionan con el aumento en las últimas semanas de hospitalizaciones en España. La situación se repite en el resto del mundo, en paralelo -exceptuando los países de Asia que aún practican políticas de 'cero Covid'- a la relajación de las medidas restrictivas.
Estas versiones descienden de la variante responsable de la ola de fin de año en 2021 en los países occidentales: esta sería, por seguir la nomenclatura, la BA.1, detectada originalmente en el sur de África. A estos países les ha tocado en suerte servir de 'laboratorios': si experimentaron la 'ola ómicron' semanas antes que el resto del mundo, la subvariante BA.2 ya se manifestó en Sudáfrica con un primer repunte entre enero y febrero, y otro mayor entre abril y mayo atribuido a BA.4 y BA.5.
Los casos, según recoge la revista Nature, fueron generalmente leves, con menos hospitalizaciones y muertes que durante las olas anteriores, incluyendo la ómicron primaria. Sin embargo, BA.4 y BA.5 sí están teniendo en Portugal una gravedad comparable a la 'ola ómicron' de Navidad -aunque "menor que las oleadas anteriores", precisan los autores. Al otro lado de la frontera, en Extremadura, las subvariantes ya causan el 56 % de las infecciones según fuentes autonómicas.
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La prevalencia de BA.4 y BA.5 en nuestro país oscila entre el 5,4% y el 64,9% según datos del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). Según el Financial Times, España es uno de los países en el que el auge de las subvariantes ha pasado desapercibido por el descenso de la transmisión durante las últimas diez semanas. Tal y cómo ómicron erradicó a delta, BA.2 ha estado en retirada en Europa durante la primavera mientras la futura dominante -BA.5, a todas luces- tomaba posiciones de cara al verano.
Más transmisible y contagiosa
Las subvariantes de ómicron añaden nuevas mutaciones al ya de por sí impresionante arsenal de modificaciones en la proteína Spike o 'espícula', la "llave de entrada" del coronavirus en las células. Las vacunas de ARN mensajero, las más usadas en los países occidentales, proporcionan 'instrucciones' al sistema inmunológico para identificar y contrarrestar al virus precisamente en base a esa 'proteína S'. A más mutaciones, peor respuesta inmune. Y dos alteraciones que han ido acumulando BA.4 y BA.5, denominadas L452R y F486V, están relacionadas con el escape vacunal.
Juntas, estas mutaciones hacen que la capacidad neutralizante de los anticuerpos producidos por la vacunación se reduzca, según estudios realizados en laboratorio, hasta ocho veces, "permitiendo que incluso personas vacunadas y con dosis de refuerzo" sean "vulnerables a reinfecciones con ómicron", apuntan los autores. Más grave todavía: la inmunización híbrida, producto tanto de la vacunación como de haber pasado previamente la Covid, se consideraba hasta la fecha la mejor defensa. Ahora, "tiene problemas para incapacitar a BA.4 y BA.5".
Así, investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess de EEUU demostraron recientemente que la eficacia de las vacunas es 20 puntos inferior para las subvariantes en comparación con la cepa original. Otro estudio del Biomedical Pioneering Innovation Center de la Universidad de Pekín (China) y publicado en la misma revista Nature concluía que es posible reinfectarse con BA.4 y BA.5 aunque ya hayamos pasado ómicron y recibido la dosis de refuerzo.
La 'cuarta dosis' haría poco por resolver esta situación: tanto Moderna como Pfizer anunciaron recientemente que sus vacunas adaptadas a ómicron, y que tenían a BA.1 en el objetivo, demuestran una eficacia "tres veces menor" contra las subvariantes que se están volviendo predominantes. BA.5 en concreto es una "bestia", en palabras del editor y divulgador científico Eric Topol, con "la mayor trasmisibilidad y escape vacunal" de cualquier versión del coronavirus "desde que comenzó la pandemia".
Dudas sobre su gravedad
La ómicron original nos enseñó la importancia de distinguir entre tipos de inmunidad: si las variantes y subvariantes evaden la primera línea de defensa, la 'humoral' que genera los anticuerpos, hay una segunda, la 'celular', responsable de 'recordar' a largo plazo la enfermedad. Si no previene la infección, sí que puede hacer que sus síntomas sean más leves. Y como recuerdan los autores, la humanidad ya ha desarrollado este tipo de inmunidad, ya sea por la vacunación, por haber pasado la Covid o ambas.
Así, según los expertos consultados por Nature, las pocas hospitalizaciones provocadas por BA.4 y BA.5 en primavera en Sudáfrica responderían a un "muro" de inmunidad híbrida: las enormes tasas de contagio con la ómicron original en una población más joven sí habría contribuido a atenuar el impacto. En Portugal, el envejecimiento poblacional -un factor que comparte con España- estaría detrás tanto del auge de la ocupación hospitalaria como de la incidencia acumulada, que asciende hasta los 755 casos por 100.000 habitantes en mayores de 60 años.
Otros factores -como los indicios de una presunta duración 'corta' de la Covid con las subvariantes, de solo cuatro días sintomáticos- podrían hacer pensar que BA.5 será un paso más hacia la 'normalización' y 'gripalización' del coronavirus. Pero no hay motivo alguno para bajar la guardia. Incluso ómicron, que ha pasado al imaginario popular como la 'variante leve', provocó más de 6.000 fallecidos solo en el mes de febrero.