La llegada de septiembre trae consigo la vuelta al trabajo y también, de forma casi natural, se repiten las comparaciones típicas de esta época para ver quién ha cogido "más color". El 'ganador' de esta competición posveraniega no tendrá nada de lo que presumir, pues la exposición al sol resulta más peligrosa si se produce en verano, que es cuando más manchas en la piel aparecen y corremos el riesgo de acabar teniendo un melanoma. Esto quizás se deba a que usamos poca crema o a que no llegamos a aplicárnosla siquiera en algunas zonas de nuestro cuerpo.
Este ha sido el motivo de estudio de la investigación publicada en el Journal of The European Academy of Dermatology and Venereology: comprobar el impacto del sol en la piel humana durante 40 años. Para ello, como se suele decir, han preferido utilizar una imagen antes que mil palabras. La protagonista de la misma ha sido una mujer de 92 años que sí usó crema hidratante para protegerse de los rayos ultravioletas en la cara, pero no en el cuello.
¿El resultado? Una diferencia notable entre ambas zonas, y no solo por lo envejecida que tiene la piel del cuello en comparación con la de su rostro. También tiene consecuencias negativas que no se aprecian a simple vista, como los posibles daños que puede tener en el ADN de las células de la piel.
Además, se trata de un riesgo que aumenta conforme acumulamos más tiempo tomando el sol y sin protección alguna. De hecho, la exposición a la radiación ultravioleta aumenta las probabilidades de padecer ciertos tipos de cánceres. Y no solo eso, pues una buena protección solar también puede asegurarnos una mayor duración de vida, como apunta el investigador y autor del estudio, el doctor Christian Posch.
Qué es el fotoenvejecimiento
Aunque una arruga más o una menos no te garantice que no vayas a desarrollar una enfermedad según tengas más edad, sí que puede reducir el riesgo. Esto es, mantener una dieta saludable, tener un estilo de vida que escape del sedentarismo sirven para prevenir la aparición de la "piel vieja", que es el término que utiliza el propio Posch para referirse al resultado visual que produce el daño celular en nuestro cuerpo.
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Este especialista en investigación del cáncer de piel también apunta al uso del protector solar como medida para evitar el fotoenvejecimiento. Este es el nombre que recibe cuando nos vemos mayores a consecuencia de la exposición al sol. Y es que este efecto de envejecimiento se produce porque los rayos ultravioletas son capaces de penetrar las capas de nuestra piel cuando no hacemos un buen uso de la crema hidratante en todas las zonas de nuestro cuerpo.
Como indicativo para saber qué crema solar debemos usar cuando nos exponemos al sol —aunque ya haya a quien esto le suene un poco lejano—, debemos fijarnos en el factor de protección solar (FPS) que aparece en el producto. Esta es la cifra que nos sirve para saber por cuánto se multiplica el tiempo que una persona puede permanecer al Sol sin sufrir quemaduras. Así, las personas propensas a quemarse deberían usar factores altos, por encima del 30. Sin embargo, para que éste funcione correctamente, se debe aplicar una concentración de crema adecuada, que los dermatólogos estiman en dos miligramos por centímetro cuadrado de piel.