La 'pastilla' real contra el cáncer: así previene el ejercicio físico los tumores y combate las secuelas
Además de prevenir el cáncer, la actividad física ayuda a los pacientes oncológicos a evitar secuelas, mejorando su salud física y emocional.
26 septiembre, 2022 02:07"La quimio es la subida al Everest, luego bajas un poquito y ya te quedas ahí, en Nepal". Así describen su experiencia las participantes en el proyecto 'Ejercicio y Cáncer', que busca mejorar la calidad de vida y la supervivencia de pacientes oncológicas en España. Todo empieza, explican, por un diagnóstico que pone una vida patas arriba: "Tienes cáncer". A partir de ahí, "todo, desde el diagnóstico hasta el tratamiento, es una montaña rusa de emociones", confiesan. "Vives situaciones totalmente desconocidas, en las que no te has visto nunca".
"El ejercicio físico genera una serie de cambios en el cuerpo que actúan como un tratamiento a largo plazo para los efectos secundarios del cáncer, de los tratamientos, y para otras enfermedades que puedan aparecer", explica Soraya Casla, doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Tras dirigir la primera unidad de ejercicio oncológico en Madrid y colaborar en diversos proyectos en hospitales, la especialista dirige desde el pasado marzo el proyecto 'Ejercicio y Cáncer' en el club de corredores Tiger Running Club de Madrid.
La práctica de la actividad física tiene múltiples beneficios, explica Casla. "Primero, previene la aparición del cáncer; segundo, mejora la salud de los pacientes que lo sufren y que están recibiendo los tratamientos; y tercero, ayuda a vivir mejor y a aumentar la supervivencia de las personas que han tenido cáncer y han pasado los tratamientos", asevera. España va "10 años por detrás" con respecto a países como Estados Unidos, lamenta, pero "se asimila cada vez más que el ejercicio físico puede ser una terapia más para el paciente oncológico".
El ejercicio es una "terapia única e integral", prosigue, que proporciona mejoras "en la estabilidad del ADN, en el sistema inmune y en todo el entorno a nivel metabólico". La primera línea de defensa contra el cáncer es la prevención, pero estos beneficios se extienden tras el diagnóstico y contrarrestan los efectos secundarios de la enfermedad. "Las personas que hacen ejercicio físico, especialmente en algunos tipos de tumores, tienen menor probabilidad de volver a desarrollar un tumor", manifiesta Casla.
Ejercicio y Cáncer
El cáncer también es una enfermedad crónica, precisa la directora del proyecto. Por tanto, el ejercicio físico oncológico irá dirigido a prevenir la aparición de secuelas a largo plazo como las enfermedades cardiovasculares, así como las alteraciones que producen los tratamientos oncológicos, "especialmente al final". Esto se puede abordar desde el primer momento, reivindica Casla, con una primera toma de contacto en las unidades de ejercicio físico en centros hospitalarios.
"Lo importante es empezar desde el momento del diagnóstico", insiste, subrayando la importancia de involucrar a los profesionales sanitarios como prescriptores de la actividad física. "Los pacientes tienen muchísima confianza en sus médicos y en sus enfermeros oncólogos. Si ellos les dicen que tienen que hacer ejercicio, aunque no les guste, la probabilidad de que empiecen y se mantengan es mucho mayor. Yo siempre les digo: al menos, decídselo".
Sin embargo, la concienciación sobre la necesidad de mejorar nuestra actividad física debe rebasar el ámbito hospitalario, valora. "Las grandes epidemias del siglo XXI se basan en el sedentarismo. Nos pasamos ocho, nueve, diez horas sentados, más el tiempo que pasamos durmiendo. Es el gran promotor de las enfermedades no transmisibles: cardiovasculares, metabólicas, diabetes, obesidad, cáncer...", reflexiona. "Hay que ser conscientes de que, con enfermedad o sin ella, el ejercicio físico es una pastilla para todos los días".
"Más investigación para más vida"
Mónica Castellanos, especialista en ejercicio físico oncológico, es otra de las participantes en el proyecto y la responsable de uno de los proyectos de investigación. Se centra en el efecto de los hábitos de ejercicio, así como del confinamiento, en pacientes jóvenes–adultos de cáncer, antes y después del diagnóstico. "Siempre hay que saber primero cómo está el paciente y planificar a partir de ahí la intensidad con la que se debe trabajar y el tipo de ejercicio que necesitan hacer”, explica.
Casla y Castellanos colaboran en programas integrales como 'Women in Motion', que mide los efectos de cuatro meses de ejercicio en las pacientes frente a otras sedentarias. "Lo que estamos viendo es que las mujeres que hacen ejercicio físico oncológico con el programa mejoran mucho más su composición corporal y su capacidad cardiovascular. También su estado anímico que, no nos olvidemos, es un fundamento muy importante a la hora de mantenerse activas", expone Casla.
El primer paso es una valoración inicial donde se estudia el nivel de condición física de cada paciente y su historial: el momento de la enfermedad en el que se encuentran, el tipo de tratamientos, cirugías, etc... A continuación se coordinan una serie de grupos de ejercicios, presenciales y online, con una atención individualizada y personalizada. La recepción ha sido muy positiva, celebra Casla. "En cuatro meses ya teníamos más de 100 pacientes dentro de nuestro programa".
Muchos de ellos han venido recomendados por sus propios oncólogos. Es el caso de Gema, que padeció cáncer de mama hormonal y actualmente se encuentra en tratamiento preventivo con terapia hormonal. O Begoña, paciente de cáncer de mama en fase metastásica en estadio cuatro, que conoció a Casla hace unos años en una charlas en el Hospital Gregorio Marañón. Cuando se enteró por Instagram del proyecto, decidió apuntarse: "Me pareció que era lo que yo necesitaba".
"Echas de menos quién eras"
En conversación grupal, las participantes destacan el sentimiento de comunidad que crea el proyecto. "Aquí nos entendemos", apunta Begoña, que explica cómo el cáncer transforma la identidad. "Echas de menos quién eras. Pero vienes aquí y hablas con naturalidad de pastillas, de analgesia, de ‘chute’, de caída del pelo... Sientes que no eres la única. Y si vienes con un día malo y se te cae una lagrimilla por un pensamiento malo, te ponen a correr, te dan dos abracitos y se te ha pasado". Las chicas ríen: "Exacto, un postre saludable que son 10 sentadillas o 3 cuestas".
El acompañamiento de las dos especialistas transforma el ejercicio en "un espacio seguro", destacan. "Les puedes hacer cualquier tipo de pregunta", celebra Gema. "Ellas te apoyan y te animan a hacer cosas que tú misma no crees que vayas a conseguir. Es lo que más motiva: te dices, si ellas creen que puedo, lo haré". Uno de esos retos que se han marcado es una ruta de subida a la Pedriza en la Comunidad de Madrid, que dará a conocer el programa y concienciará sobre el cáncer.
Otro objetivo está fijado para el próximo año: la participación en la Media Maratón de Londres. Begoña la hará caminando, ya que la metástasis que sufre le impide hacer impacto, pero otras se lanzarán a correr. Una aventura que algunas califican de "colmo de la osadía" y que "roza la locura", pero que supondrá el impulso de energía definitivo para ellas y para toda la familia que forma parte del proyecto.