A mediados de septiembre, la Covid pareció llegar a su suelo de contagios. En España, la incidencia acumulada en mayores de 60 años se quedó en 129,44 casos por 100.000 personas, la menor cifra en diez meses, para comenzar a crecer a finales de mes y ahora se acerca a 170. En algunos países de Europa, en cambio, se ha disparado y algunos especialistas ya están avisando de que la ola Covid que se acerca será la más dura desde el último invierno.
Esto no debería sorprendernos: la tercera y la sexta onda epidémica han sido las más duras tras la explosión inicial de la pandemia, y las dos han coincidido con el invierno. Pero parece que no va a haber que esperar a los meses más fríos: según los datos recogidos por el portal de la Universidad de Oxford Our World in Data, los casos diarios en la Unión Europea han crecido un 150% desde que se alcanzó el suelo de contagios el pasado 11 de septiembre.
La situación en algunos países es más dramática. Alemania está viviendo un repunte de una violencia inesperada, multiplicando por tres la tasa de contagios en solo un mes: de 350 a 1.200 por milón de habitantes y día, y están poniendo en aprietos la capacidad hospitalaria del país. Francia (de 268 a 841 casos por millón) e Italia (de 262 a 708 casos por millón) también viven incrementos notables aunque menos intensos.
El Centro Europeo para el Control de Enfermedades ya está advirtiendo de que la tasa de Covid en mayores de 65 años ha crecido un 14% respecto a la semana pasada, las hospitalizaciones han aumentado en las últimas dos semanas y, aunque las muertes llevan reduciéndose siete semanas, la previsión es que esa tendencia cambie a finales de la actual.
"El panorama epidemiológico sugiere que hay un incremento de la transmisión en la mayoría de países de la Unión Europea y el Entorno Económico Europeo, lo que afecta a la población de 65 y más años", indican los responsables del organismo.
Hay un pequeño problema en todos estos cálculos: la infradetección. Lo que en momentos álgidos de la pandemia era un pequeño porcentaje de casos que se escapaban, esto se volvió un serio problema con ómicron. Las estrategias de gripalización' de la Covid han abandonado el seguimiento exhaustivo, caso por caso, y confían en la vigilancia centinela, es decir, puntos cuya información se utiliza para extrapolar al resto del territorio.
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Esto puede no ser suficiente. Chris Murray, director del Instituto de Métricas y Evaluación en Salud (IHME por sus siglas en inglés), ha advertido de que –eso sí, hablando de Estados Unidos– solo se están reportando entre el 4% y el 5% de las infecciones totales. Conviene tomarle en serio: el IHME, conocido principalmente por elaborar anualmente la carga de enfermedades que sufre la población mundial, es una de las instituciones epidemiológicas más prestigiosas.
Cuarta dosis de la vacuna
Con este panorama, la velocidad a la que se está inoculando el refuerzo vacunal invernal entre la población vulnerable es crucial. En España, a dos semanas y media del inicio de la campaña, se ofrece a mayores de 60 años, personal sanitario y población inmunocomprometida y todavía no hay datos relevantes sobre la cobertura alcanzada.
Hasta el momento solo hay dos vacunas disponibles, las de Pfizer y Moderna. Ambas fueron actualizadas y ofrecen dos antígenos distintos: el original, que ya estaba en la primera versión de estos sueros, y el del primer linaje ómicron, BA.1. No hay datos oficiales sobre la eficacia de esta nueva versión sobre la anterior, pero parece que, si bien no evita el contagio en mayores, sí lo hace razonablemente bien en cuanto a las formas graves de la enfermedad a pesar de que las variantes de ómicron predominantes en la actualidad, BA.4 y BA.5, han mostrado signos de mayor escape inmunitario.
Una tercera vacuna, desarrollada por la española Hipra, ha sufrido un nuevo retraso en su aprobación, ahora prevista para noviembre. Esta inmunización es distinta a la de las farmacéuticas estadounidenses, pues se basa en un subunidades proteicas, que además son de variantes distintas: alfa y beta. No obstante, desde el laboratorio afincado en Gerona afirman que se ha mostrado eficaz contra los sublinajes actualmente en circulación.
¿El problema? Que posiblemente esta nueva ola Covid no esté impulsada por BA.4 y BA.5 sino por otras subvariantes de reciente aparición. BA.2.75.2 está imponiéndose en la India (el primer país donde causó estragos la variante delta) y, aunque todavía no se ha detectado en España mediante muestras secuenciadas, sí han aparecido otras que están bajo vigilancia: BF.7 y BA.4.6.
Todas ellas muestran ciertos niveles de escape a la inmunidad conferida por sublinajes anteriores, pero hay otras dos que infunden mayor temor. Responden a las nomenclaturas BQ.1.1 y XBB. El investigador de la Universidad de Basilea Cornelius Roemer apunta que la primera de ellas será, probablemente, la que cause la nueva ola Covid en Europa y Norteamérica "antes de que acabe noviembre".
En Inglaterra, ha multiplicado por ocho su presencia en 19 días y aunque su ritmo de crecimiento no supone un cambio tan drástico como el que supuso la primera ómicron frente a delta, sí es comparable con los cambios experimentados con los sucesivos sublinajes aparecidos en 2022.
El poder de XBB radica, en cambio en su capacidad de escape vacunal. Detectada desde agosto en países como Australia, Bangladesh, Dinamarca, India o Japón, tiene una más que notable capacidad de sortear la inmunidad generada por sublinajes previos, así como a los tratamientos actuales basados en anticuerpos monoclonales. Esta capacidad es mayor que la de sus compañeras BA.2.75.1 o BQ.1.1, según un estudio reciente que todavía no ha sido evaluado por expertos independientes.
Pero no nos adelantemos. En España no se ha detectado todavía ni BQ.1.1 ni XBB. Los datos de escape inmunitario se refieren a estudios in vitro, realizados en muestras cultivadas en placas de Petri y no tienen en cuenta la respuesta inmunitaria completa de un cuerpo humano. El ECDC no ha catalogado como variante de preocupación ninguna de estas nuevas formas: solo BA.2.75 está clasificada como 'de interés'.
Centrándonos en nuestro país, hay otro punto positivo. Aunque la incidencia es muy superior a la de hace justo un año, el número de muertes semanales está por debajo. Es decir, que la mortalidad es inferior a la del otoño pre-ómicron. A nivel europeo, las muertes suponen un 4,5% del pico alcanzado en el momento álgido de la pandemia.
No obstante, hay factores que generan incertidumbre. Va a ser el primer invierno sin ninguna medida fuerte de contención del virus, tan solo las mascarillas en el transporte público y los centros sanitarios. La gripe y el virus respiratorio sincitial prevén mostrarse con fuerza tras dos años prácticamente desaparecidas en los meses más fríos. Los hospitales ya saben lo que es sufrir por no disponer de camas para cada uno de estos tres virus. Quién sabe qué pasará si actúan en conjunto.
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