El cáncer de estómago no es uno de los más frecuentemente diagnosticados, sin embargo se encuentra entre los que más fallecimientos provoca: un 7,7% de las muertes registradas a nivel mundial son por su causa. Esta situación se replica también a nivel nacional. En España se diagnostican casi 7.000 nuevos casos cada año, y un 4% de las defunciones que tienen lugar en nuestro país se deben a tumores de estómago.
Esta alta mortalidad se debe, entre otros factores, a que en sus etapas precoces “el cáncer gástrico rara vez produce síntomas y estos aparecen cuando la lesión ha crecido lo suficiente”, explica el doctor Juan Carlos Meneu, jefe de servicio de Cirugía general y del aparato digestivo en el complejo hospitalario Ruber Juan Bravo, perteneciente al grupo Quirónsalud.
Los síntomas, además, no son específicos. Los pacientes suelen referir dolor abdominal, pérdida de apetito, pérdida de peso, distensión en la zona del abdomen o reflujo. Las señales tardías de este tipo de cáncer afectan enormemente a su desarrollo, lo que se traduce en peores tasas de supervivencia. En nuestro país la supervivencia a cinco años se sitúa de media en el 26%, según las cifras que ofrece la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
La “buena noticia”, incide el doctor Meneu, es que la mortalidad por cáncer de estómago ha descendido de forma muy significativa en España y Europa en las últimas décadas. Entre las causas de este descenso está la aplicación de tratamientos cada vez más efectivos, pues “aplicando correctamente la cirugía oncológica, a ser posiblemente mínimamente invasiva, la quimioterapia, la radioterapia y la inmunoterapia, se obtienen supervivencias que varían entre el 6%, en etapas avanzadas, y el 90%, en etapas precoces”, apunta el especialista.
La cirugía es la “única opción potencialmente curativa”
Entre todas las opciones terapéuticas disponibles para el tratamiento del cáncer de estómago, “lo habitual es una combinación de ellas, simultánea o secuencialmente”, aclara el doctor Meneu. Aunque en este abordaje multidisciplinar, en el que se involucran diversas especialidades médicas, la cirugía es el tratamiento más habitual.
En estos casos, “la extirpación de parte o la totalidad del estómago es la única opción potencialmente curativa. Debe recomendarse en las etapas de afectación local y locorregional, donde alcanza su máxima eficacia”, comenta el cirujano. La gastrectomía contempla, además de la extirpación del tumor, la extirpación de los ganglios que lo rodean.
Se trata de un procedimiento complejo, para el cual se intenta, en la mayoría de los casos, recurrir a procedimientos mínimamente invasivos “para disminuir el trauma quirúrgico, acelerar el alta hospitalaria, facilitar la recuperación y el inicio de los tratamientos adyuvantes que puedan ser necesarios”, concluye el doctor Meneu. Entre las técnicas más empleadas se encuentra la laparoscopia, ampliamente utilizada en cirugías de todo tipo, no solamente oncológicas y, una de más reciente instauración, la cirugía robótica.
La cirugía robótica no deja de ser un procedimiento laparoscópico, que permite la visión de la cavidad abdominal a través de una lente y evita las cirugías abiertas, pero tiene la peculiaridad de ser “teleayudado y teleasistido” por un robot, controlado en todo momento por las manos del cirujano.
La base de las próximas innovaciones tecnológicas
Precisamente, en el complejo hospitalario Ruber Juan Bravo han realizado a principios de este mes su primera intervención con el robot quirúrgico Da Vinci para el tratamiento de un tumor maligno en el estómago. Este sistema lleva siendo utilizado desde hace dos décadas -en 2002 se publicó el primer caso de gastrectomía asistida por este robot- pero ha tenido un desarrollo lento, “representando en la actualidad el 4% de los procedimientos robóticos que se realizan”, apunta el especialista.
Como apunta el doctor Meneu, “la cirugía robótica ha demostrado resultados equivalentes a la cirugía laparoscópica en términos oncológicos, a corto y largo plazo”. Además, recalca el cirujano, “el sistema DaVinci proporciona ventajas sobre el mero abordaje laparoscópico”. Entre ellas destacan la visión tridimensional, la magnificación del campo operatorio (hasta 25 veces más), el aumento de la libertad de movimiento en los instrumentos (siete grados con el DaVinci frente a los seis de la cirugía abierta y tres en cirugías laparoscópicas) o la eliminación del temblor natural de las manos.
Las ventajas de esta tecnología se traducen en grandes beneficios para el paciente, quien se expone, según enumera el especialista, a una “recuperación postoperatorio más rápida, inicio precoz de la quimioterapia, menor respuesta inflamatoria al trauma quirúrgico, menores pérdidas sanguíneas, menor índice de complicaciones postoperatorias, mayor número de ganglios linfáticos extirpados…”.
En el ámbito de la cirugía general y del aparato digestivo, aquella que se ocupa del tratamiento quirúrgico del cáncer de estómago, la cirugía robótica es perfectamente aplicable casi en la totalidad de los casos candidatos a una cirugía oncológica. En este sentido, declara el doctor Meneu, “debemos acompañar los avances tecnológicos con nuestro impulso, ético y deontológico de ayudar a los pacientes a resolver sus problemas actualizándonos permanentemente”.
Para el especialista, “la cirugía asistida por robot representa desplazar los límites de la cirugía poco invasiva. Además, considero que es la base de la siguiente innovación tecnológica, en la que se incluirá seguro la inteligencia artificial”. Cada innovación potenciará y aumentará las habilidades del cirujano, pero sin en ningún caso sustituirlas, pues siempre se necesitará de un profesional experto que dirija el proceso.