Si se tratase de una cuerda, la musicoterapia se encontraría en su punto más tenso. Por un lado, todos los partidos de las Cortes Valencianas han aprobado la Propuesta no de Ley, impulsada por el Partido Socialista del País Valenciano (PSPV), para que se incluya en la sanidad pública de la comunidad -el texto no habla de musicoterapia como tal, aunque sí de "actuaciones musicales en los centros hospitalarios"-. Y por otro lado, el Ministerio de Sanidad ha elaborado un informe, a raíz de su campaña #coNprueba contra las pseudoterapias, en el que se ha concluido que no hay evidencia científica de los beneficios de la musicoterapia para reducir la ansiedad, el estrés y la depresión.
"Sí que es verdad que necesitamos demostrar científicamente que realmente funciona la musicoterapia". Quien habla es la musicoterapeuta María Jesús del Olmo, directora de la Fundación Musicoterapia y Salud. Del Olmo matiza sus propias palabras y reconoce que sí existen pruebas que demuestran los beneficios terapéuticos en el uso de la música. "Conforme haya más información contrastada y rigurosa, más fácil será el reconomiento de la profesión".
Se trata de una labor que únicamente puede ejercerse a través de un postgrado universitario, que solo imparten dos universidades españolas de forma oficial, mientras que las demás son de carácter profesionalizante. De hecho, del Olmo es la directora del Máster en Musicoterapia Avanzada y Aplicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid. Y aunque se imparte en la Facultad de Medicina, en su caso no cuenta con ningún tipo de formación médica. Es por este motivo por el que cada vez que realiza una sesión de musicoterapia debe rellenar una hoja de registro. Además, la iniciativa no puede surgir del propio musicoterapeuta, sino de los profesionales sanitarios.
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"El personal de enfermería nos pide, por ejemplo, que el paciente se duerma o que le bajemos la frecuencia cardíaca", explica del Olmo, quien se ha especializado en el ámbito de la musicoterapia aplicada a la neonatología. Este interés nació de manera espontánea, pues ella se encontraba impartiendo música en un colegio cuando una madre le reconoció el mérito que tenía que su hijo tuviera un comportamiento distinto en su clase en comparación con las otras. Aquel niño había sido diagnosticado con TDAH, pero del Olmo no era conocedora de ello.
Tras esta experiencia, pudo realizar práctica clínica en cuatro hospitales de la ciudad de Nueva York. Todo lo que había aprendido de musicoterapia en Estados Unidos pudo introducirlo en la Unidad de Pediatría y en la UCI pediátrica del Hospital Universitario de la Paz en Madrid. Seis años más tarde, junto con sus compañeros musicoterapeutas Aittor Loroño y Alicia Lorenzo, se constituyeron como fundación. "Estábamos en plena crisis de 2008 y no somos las Koplowitz", comenta entre risas del Olmo.
De tarotista a fisioterapeuta
La Fundación Musicoterapia y Salud se financia a base de las donaciones que recibe, puesto que no pueden formar parte de la plantilla de la Paz, con quien sí que mantienen un convenio de colaboración. La figura del musicoterapeuta no existe como tal en España. Tanto es así, que como autónomos se incluyen dentro del epígrafe profesional de "Astrólogos y similares", donde también se encuentran los tarotistas. En otros países europeos, como Francia, Dinamarca, Noruega o Suecia, sí que cuentan con un mayor reconocimiento. "Se valora a un musicoterapeuta como si fuera un fisioterapeuta", lamenta del Olmo.
Sin embargo, afirmaciones como la de su compañera Marina Guerrero en una entrevista a La voz del sur, no ayudan a que la musicoterapia se quite el estigma de pseudoterapia: "He visto con mis propios ojos como gente que no podía andar, con un par de sesiones de musicoterapia han podido iniciar la recuperación en el caminar".
Del Olmo no ha tenido experiencias tan 'milagrosas', pero recuerda los últimos pacientes con los que ha trabajado. Se trataba de bebés en cuidados intermedios, por haber nacido con bajo peso, a los que sus padres le cantaban para no prolongar demasiado en el tiempo la estancia de los pequeños en esta unidad. "Hemos obtenido muy buenos resultados, lo que demuestra que la música es muy beneficiosa".
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A esta musicoterapeuta no le falta razón, pues no son pocos los estudios que muestran el poder de la música en enfermedades como el Alzhéimer, debido a que la memoria musical es la última que se pierde. Sin embargo, en otros trastornos como la ansiedad, el estrés o la depresión, la evidencia científica de esta terapia no es tan sólida. Así lo demostraba uno de los últimos informes del Ministerio de Sanidad.
¿Una pseudoterapia sin evidencia?
El estudio en cuestión, realizado por el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, reconocia que el nivel de confianza en torno a los efectos positivos de la musicoterapia como tratamiento para los tres trastornos mentales era bajo. "La evidencia en la que se sustentan los resultados positivos obtenidos está sujeta a un alto riesgo de sesgo y presenta inconsistencias", se puede leer en el documento.
En este sentido, del Olmo asegura a este periódico que ha trabajado con muchos colectivos para tratar el estrés, la ansiedad y la depresión con musicoterapia. Por ejemplo, en el Hospital Universitario Puerta De Hierro de Madrid han colaborado con su Unidad de Salud Mental para adolescentes. "No estoy de acuerdo en considerar la musicoterapia como una pseudociencia. Pero claro, si queremos considerarla una ciencia necesitamos apoyo para nuestras investigaciones".
La Propuesta no de Ley que se ha aprobado esta semana en las Cortes Valencianas para que la musicoterapia forma parte del presupuesto de sanidad no es la primera que surge en nuestro país. Y es que otros parlamentos autonómicos también han valorado esta propuesta, pero en ninguno de ellos ha terminado por materializarse. De hecho, de ser así, la Comunidad Valenciana se convertiría en la primera en España que destina dinero público a la musicoterapia, mientras que el Ministerio de Sanidad la ha incluido en su lista de pseudoterapias.