Aunque todavía haya quien siga felicitando el año nuevo, lo cierto es que la Navidad ya es cosa del pasado. Y con ella, se fueron los polvorones, las comidas con familiares y amigos, y las fiestas en general. Hay algunos puntos de España en los que todo esto se traduce en lanzamiento de petardos. Una tradición a la que se oponen algunos por el daño que causa a los perros. Sin embargo, este tipo de pirotecnia no solo afecta a los caninos, sino que también han hecho que Alejandro, un joven de 12 años diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA), viviera con miedo las dos últimas semanas.
En una de estas ocasiones, su hermana Irene decidió publicar en redes sociales los ataques de ansiedad que generan en Alejandro tanto el sonido de los petardos como la posibilidad de que vuelva a ocurrir, porque, como suele decirse, una imagen vale más que mil palabras. Y tanto que si valió: el vídeo cuenta ya con un millón y medio de reproducciones.
Irene, al otro lado del teléfono en conversación con EL ESPAÑOL, no termina de creer la repercusión que ha tenido. Aunque se congratula de haber hecho pública aquella situación en la que a ella y sus padres 'sólo' pueden tratar de calmar a Alejandro y explicarle que no se repetirá dicho estruendo —pese a que no terminase siendo así—. "El vídeo lo grabé el pasado 2 de enero, cuando Alejandro lleva desde el 24 de diciembre sin parar de escuchar los petardos".
Sin embargo, este no es el primer año en el que Alejandro, a quien le diagnosticaron TEA a la edad de dos años, no puede "disfrutar de una Navidad como el resto", como denunciaba su hermana en Twitter. "Llevamos mucho tiempo tratando de explicar que tanto las personas con este trastorno como sus familiares sufrimos bastante. Y esta vez decidimos ponerle cara a la situación", relata Irene.
Por qué se produce
Lo primero que explica Irene es que —al menos a su hermano— no le afecta igual cualquier ruido, por más fuerte de la cuenta que sea. Por ejemplo, en el caso de los fuegos artificiales no le sucede así, ya que existe una imagen que puede asociar a ese sonido.
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Esto se debe a que Alejandro presenta hiperacusia, una sensibilidad anormal a determinadas frecuencias sobre la que no existen pruebas suficientes como para determinar cuál es la causa principal de este síndrome, como denuncian en este estudio.
Tampoco es posible delimitar el grupo de población que cuenta con más factores de riesgo. "No todas las personas dentro del espectro autista padecerán hiperacusia ni aquellas que no tienen autismo están exentas de este síndrome". Quien habla es Arancha Arroyo, psicóloga del área de Investigación de Autismo España.
En relación con el TEA, Arroyo señala que se necesitan más estudios para confirmar la relación que hay entre este trastorno y la hiperacusia. Aun así, una de las posibles explicaciones que encuentra la psicóloga es que las personas con autismo tengan una mayor actividad en las partes del cerebro que procesan el sonido. Y es que, como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, la alteración del cerebro en el autismo afecta a más áreas de la corteza de las esperadas.
Como cabe esperar, teniendo en cuenta la falta de investigación en este sentido, tampoco se conoce qué tipo de sonidos afecta a quienes padecen este síndrome. "Algunos sonidos que se relacionan con la hiperacusia en personas con TEA son aquellos que se producen de manera repentina, como una alarma o una sirena", explica Arroyo.
Aunque como prueba sirva el vídeo que Irene publicó en sus redes, las respuestas que más se suelen observar van desde el llanto hasta la agresión, o incluso el retraimiento por parte del diagnosticado con TEA. "Se acuesta y se levanta todos los días preguntando por los petardos", lamenta la hermana de Alejandro.
Cuál es su tratamiento
El joven de 12 años continúa asustado, pese a haber finalizado las fiestas. Sin embargo, lo peor parece que ya ha ocurrido. "Él sabe que la noche del 31 de diciembre se tiran muchos petardos y eso le asusta bastante", comenta Irene.
De hecho, la peor de las situaciones la vivieron cuando comienza la Navidad. "En el primer petardo Alejandro no tiene los cascos puestos, por lo que en ese momento él entra en una especie de bucle". Para evitar que los escuche, sus padres le han comprado "cascos de insonorización, de obra, y hasta de cazadores". Pero aun así, la ansiedad que le genera le impide continuar con su día a día.
La desesperación era tal que tuvieron que recurrir a la pediatra para que le prescribiera ansiolíticos. Aunque, como lamenta Irene, no les gustaría que fuera así. Sin embargo, "las noches del 24 y del 31 de diciembre es imposible no hacerlo".
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Por su parte, Arroyo plantea la posibilidad de realizar tratamientos mediante técnicas de exposición, siempre y cuando se realicen en un entorno controlado. Aunque, al igual que sucede con las causas, tampoco existe consenso sobre la terapia que se debe seguir en estos casos.
Lo mismo sucede con la cifra oficial, pues en España se desconoce el número de personas diagnosticadas con TEA. Basándose en este estudio que asegura que la prevalencia del autismo es de 1 de cada 100 habitantes, desde Autismo España estiman que en este país viven aproximadamente 450.000 personas en el espectro del autismo. Unas cifras que se traducen en que cada año nacen más de 4.500 personas con TEA.
A uno de estos 'números' se le ha podido poner gracias a la publicación que compartió Irene de su hermano hace unos días. "Me gustaría que hubiera más empatía y que no se tiraran tantos petardos". Esta joven quiere pensar que no hay a quien no le importe que lanzar esta pirotecnia pueda causarle daño a alguien. "Por el disfrute de tal vez diez segundos le estás arruinando la Navidad a un chico como Alejandro".