¿Tomas algún medicamento para la hipertensión y arrastras una tos que eres incapaz de dejar atrás? Pues, aunque te cueste creerlo, quizás estén relacionados. Algunos fármacos que se emplean para el tratamiento de la tensión alta causan una tos persistente hasta en el 20% de los pacientes. Se trata de una tos que acaba irritando la garganta y provoca cambios en la voz, empeorando cuando la persona se tumba. Si esto ocurre, los expertos recomiendan visitar al médico para solicitar el cambio de medicación.
La farmacéutica y nutricionista Beatriz Díaz-Carrasco, al frente del blog Beatriz tu farmacéutica, ha compartido una publicación en su cuenta de Instagram en la que pone el foco en el enalapril, captopril, lisinopril, fosinopril, perindopril y ramipril, entre otros inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA). Se trata de medicamentos que, aunque no se conoce el motivo exacto, provocan este efecto adverso en uno de cada cinco pacientes a tratamiento, que sufren una tos intratable con antitusivos.
Díaz-Carrasco ahonda en este efecto secundario poco conocido señalando que "ciertos tratamientos farmacológicos pueden ocasionar como reacción adversa la incómoda, insidiosa y molesta tos" que en algunos casos aparece de forma leve y en otros más aguda, ocasionando que haya que sustituirlo por otro o modificar la pauta. Este grupo de fármacos IECA tienen la función de "disminuir el gasto cardíaco y/o las resistencias vasculares periféricas", explica la experta, profundizando en el que la angiotensina es la encargada de mantener el equilibrio en nuestro organismo.
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No es grave, pero sí molesta
Para conseguirlo necesita ayudar de varias enzimas como la renina, junto con la que vela por el equilibrio cardiovascular e hidroeléctrico. "En una persona normal, los niveles de sodio son determinantes para definir la respuesta del sistema renina-angiotensina, cuya función principal es mantener las cifras tensionales dentro de unos valores normales, así como regular el equilibrio hidroeléctrico y el volumen plasmático", afirma la farmacéutica, añadiendo que la mayoría de los IECA actúan como profármacos.
Necesitan, por lo tanto, de "una transformación en nuestro organismo, más concretamente a través de nuestro hígado, para poder ejercer su actividad farmacológica". En este sentido, Díaz-Carrasco marca dos excepciones: el captotril y el lisinopril. Estos fármacos disminuyen los niveles de angiotensina II y aldosterona, incrementando "las concentraciones de bradiquinina", un potente vasodilatador, y son efectivos tanto si se toman solos o combinados con diuréticos "cuando la hipertensión está asociada a insuficiencia cardíaca congestiva", en personas diabéticas o con insuficiencia renal.
La cara menos amable de estos fármacos es precisamente este efecto adverso de la tos no productiva, algo que no reviste gravedad aunque sí es muy molesto "y puede obligar a cambiar el tratamiento". Observa la experta que todavía "no se conoce el motivo exacto, pero se cree que puede estar relacionado con la liberación de bradiquinina", causante de la vasodilatación. La farmacéutica recomienda ir al médico para que valore cambiar o sustituir el tratamiento.
"Una posible alternativa a un tratamiento antihipertensivo con IECA sería sustituirlos por un antagonista de los receptores de la angiotensina II", aclara, enumerando medicamentos como Cozaar, Pritor o Kalpress, que tendrían la ventaja de que no producen tos ni angioedema, pero sí "tienen una acción hipotensora que se inicia de forma más gradual que en el caso de los otros", por lo que tardarían más tiempo en alcanzar su efecto máximo. Con todo, insiste la experta, es necesario consultar con un profesional cuanto antes se tiene esa tos tomando alguno de estos fármacos.