Laura Barbero (Barcelona, 1998) es el claro ejemplo de que, como suele decirse, a la tercera va la vencida. Esta graduada en Psicología se presentó por primera vez al examen PIR (Psicólogo Interno Residente) hace tres años, pese a no haber estudiado para más de seis meses. "En esa ocasión, me quedé alrededor del número 500", lejos de las 204 plazas ofertadas ese año. En la siguiente convocatoria mejoraría tanto su puntuación que se quedaría a las puertas de conseguir una. Finalmente, en su tercer intento obtuvo la tan ansiada plaza en una posición inmejorable, la primera.
A los pocos días de conocer su puntuación, Barbero atiende a EL ESPAÑOL mientras aprovecha el tiempo libre que no ha tenido hasta entonces. Durante el último mes de preparación llegó a estudiar 12 horas diarias, con una de descanso. "A diferencia de otros años, si un día me encontraba cansada, no me obligaba a estar todo el día sentada en la silla".
Barbero forma parte de la conocida como generación Z, a la que cada vez afectan más los problemas de salud mental. Ni ella ni su entorno pertenecen al 56,4 por ciento de los jóvenes que han pensando en suicidarse en el último año, aunque, en realidad, cree que este tipo de problemas siempre han existido. "Tan sólo es que ahora está más normalizado decir 'voy al psicólogo'".
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La joven no ha tenido tiempo siquiera para pensar en el hospital donde realizará la residencia. Será, eso sí, en Barcelona. Y aunque no tiene a nadie por encima que le pueda arrebatar la plaza, Barbero prefiere mirar hacia abajo, hacia aquellos compañeros que se han quedado fuera. "El número de psicólogos en la sanidad pública debe aumentar si queremos garantizar unos servicios de calidad", denuncia.
¿Cómo se encuentra?
Pues ahora muy bien, tanto descansando como aprovechando también para celebrarlo. Aun así, han pasado ya unos días desde que conozco la nota y no la he asimilado del todo. Al principio no me lo podía creer siquiera. Es increíble haberlo conseguido después de dos años de estudio. Y, sobre todo, hacerlo de esta manera.
Es el claro ejemplo de que a la tercera va la vencida.
Sí, totalmente. La primera vez me presenté habiendo preparado durante medio año y me quedé alrededor del número 500. No estaba mal. En 2022 ya sí que estuve más cerca de conseguir la plaza. Aunque no fue hasta este año que la obtuve.
Este año sí que me veía más preparada. Pensaba que a la tercera podía ser. Aunque, al final, este examen deja a gente que estaba muy preparada sin plaza por la ratio tan baja que tiene. Es injusto, ya que no sabes qué puede ocurrir pese a estar tan preparada como para sacar la plaza, como creo que era en mi caso.
¿Se veía más preparada o el examen fue más fácil?
No, el examen no fue fácil en absoluto. Pero este vez, al haberle dedicado un año más de dedicación intensiva al estudio, noté que iba más preparada.
No creo que fueran muchos. Pero, ¿cuántos fallos tuvo?
27 fallos y una en blanco.
¿Se la jugó bastante?
Claro. Como tan poca gente obtiene las pocas plazas que existen, hay que jugársela en el examen.
¿Cómo era un día suyo de preparación?
Muy sencillo. Llegaba a las ocho de la mañana a la biblioteca, donde estudiaba hasta las dos. Entonces hacía, con mi grupo de estudio, una parada para comer y volvía a estudiar de nuevo hasta las ocho o las nueve de la noche.
Esta rutina se producía sobre todo en los dos meses anteriores al examen. Lo normal es que terminara a las seis de la tarde. Aprovechaba ese tiempo de más para hacer deporte o cualquier otra cosa con la que poder desconectar.
¿No tenía día para descansar?
En mi academia nos dejaban un día de descanso, que era el domingo. Aunque sí que es verdad que este año, a diferencia de los anteriores, he intentado –incluso en los últimos meses– no obligarme a estar todo el día estudiando si me encontraba muy cansada. Desconectaba y, al día siguiente, volvía con más energía. Esto no quiere decir que no haya sido muy exigente con mis horas de estudio.
No me creo aún que no vaya a volver a coger un manual, ir a la biblioteca… Volver a esa rutina, vaya. No lo he procesado todavía, la verdad.
No me dirá que no está descansando.
No, sí que estoy intentando hacer todo lo que no podía antes. Desde dedicarme tiempo a mí misma hasta leer libros. Libros que no sean manuales, claro (se ríe). También estoy pasando más tiempo con mi familia, mis amigos y mi pareja. Y he vuelto a ir a las clases de baile, que el último mes las había abandonado.
El baile ra una actividad extra que me permitía hacer por las tardes. Son clases amateur, eso sí. Pero me ayudaban mucho a desconectar. Aún así, el último mes las sacrifiqué y me dediqué solo a estudiar.
¿Recomienda tener una actividad extra, como fue en su caso?
Totalmente. Tenemos que hacer otras cosas que no sean estudiar para el examen. Yo los llamaba estímulos positivos. Con ellos se consigue tener la energía suficiente como para poder estudiar al día siguiente. También hay que descansar durante el estudio, que es lo que más cuesta al final.
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¿Qué papel jugó su familia en la preparación?
Mi familia ha sido clave, tanto a nivel emocional como práctico. Me ayudaban en el día a día. Sobre todo me animaron en los años anteriores, cuando me quedaba sin plaza y no sabía si presentarme a la próxima convocatoria.
A veces necesitamos ese empujón por parte de nuestro entorno. Porque, en realidad, no sabes qué va a ocurrir en el próximo intento y si estás preparado para otro año de incertidumbre. Tener un entorno que ha confiado en mí y me ha animado siempre ha sido clave.
Nadie puede quitarle la plaza que elija. ¿Ha tomado ya la decisión?
De momento, no. Sí que tengo claro que me voy a quedar en Barcelona. Ahora tengo que elegir entre el Hospital Clínic, el Sant Joan de Déu o el Vall d'Hebron. Estoy un poco perdida. Así que estos días tengo que informarme, hablando con los residentes y yendo a las jornadas de puertas abiertas.
¿Por qué se decantó por la Psicología?
Es verdad que tenía dudas justo antes de tomar la decisión. Hice el Bachillerato de Ciencias porque me gustaba la Biología y la Química. También pensé en estudiar Farmacia, aunque finalmente me decanté por Psicología. Y no me arrepiento de ello, aquí estoy.
De haber estudiado Farmacia se hubiera encontrado con un gran número de recetas de ansiolíticos. ¿Por qué cree que en España cada vez se recurre más a este tipo de fármacos para manejar la ansiedad?
Creo que al no tener los recursos suficientes en los servicios de salud mental de la sanidad pública, la opción que existe es la de la medicación, que es la que se está tomando en este país. Lo ideal sería optar por la psicoterapia. Pero claro, requeriría de más tiempo y recursos.
Cuando hizo pública su decisión de ser psicóloga, ¿percibió que su entorno le pedía más consejos de la cuenta?
No realmente. Sí que escuchaba en casa los típicos comentarios de "ahora Laura nos va a arreglar a toda la familia". Cuando para nada es así.
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¿Ya se ha normalizado decir "voy al psicólogo"?
Creo que queda camino por hacer, aunque vamos en la buena dirección. Cada vez está más normalizado y el estigma está desapareciendo poco a poco.
Cada vez más jóvenes aseguran tener problemas de salud mental. ¿Lo ha vivido a su alrededor?
Con la pandemia se han disparado. Que yo sepa, no lo he vivido en mi entorno. Aunque es una cuestión que nunca se puede llegar a saber si no se habla.
Forma parte de la conocida como generación Z. ¿Qué piensa cuando la califican como 'generación de cristal'?
En realidad, este tipo de problemas siempre han existido. Lo único es que ahora la gente se permite el lujo de hacerlo público y no quedárselo para uno mismo. Esto es lo que hacíamos antes, y lo necesario en estas situaciones es todo lo contrario, pedir ayuda.
¿Cuál es su opinión acerca de los libros de autoayuda? ¿Y de la 'psicología Mr. Wonderful'?
Sobre la autoayuda no tengo el conocimiento suficiente como para ofrecer una opinión sólida. Pero a mí siempre me han enseñado que la validez dependerá de si tiene o no evidencia científica.
A Mr. Wonderful lo conozco un poco más (se ríe). De hecho, tengo que decir que de pequeña me gustaban esas frases motivacionales. Hasta cierto punto, está bien. Pero no podemos creer en esa positividad continua en la que no te permites nunca otra emoción.
Todas las emociones son válidas, y es necesario experimentarlas. Hay que ser conscientes de que esta felicidad extrema no puede estar siempre presente. Está bien que no sea así.
¿Tiene en mente algún hito que le gustaría alcanzar a lo largo de su carrera?
La verdad es que no lo sé todavía. El objetivo de todos los psicólogos no es otro que aumenten las plazas para poder así mejorar los servicios de salud mental en la sanidad pública y ofrecer una garantía de calidad. Hay compañeros que se están quedando sin plaza de manera injusta, porque están preparados. Así que me gustaría que tuvieran la oportunidad de ejercer la Psicología, al igual que lo haré yo.