"Hay vida tras el cáncer de mama". Esa es la frase con la que Emilia Jiménez resume su historia con la enfermedad. La vida, concretamente, se llama Miguel, el hijo que tuvo hace tres años tras superar una cirugía y varias sesiones de radioterapia. "Lleva la 'm' de Miguel y de milagro", espeta esta periodista al otro lado del teléfono. Milagro porque, tras haber superado un cáncer de mama, el embarazo es algo muy complicado.
Según los datos que maneja el Grupo Español de Investigación del Cáncer de Mama (Geicam), menos del 10% de las supervivientes de cáncer de mama logran quedarse embarazadas. Los factores que contribuyen a que el porcentaje sea tan bajo son varios. Como explica Manuel Ruiz Borrego, jefe de Unidad de Cáncer de Mama del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y miembro de la junta directiva del Geicam, uno de los más importantes guarda relación con que algunos médicos tienen la idea preconcebida de que el embarazo es algo muy negativo para la evolución del cáncer de mama hormonosensible.
Existen distintos tipos de cáncer de mama. Entre ellos está el hormonodependiente u hormonosensible, en el que las células del tumor tienen receptores para hormonas como la progesterona o los estrógenos, lo cual favorece el crecimiento tumoral. Aproximadamente, el 70% responde a esta clasificación.
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El temor de la comunidad médica al embarazo tras el cáncer venía fundamentado en que podía aumentar el riesgo de recaída con los cambios hormonales que se producen durante la gestación, una afirmación que parece ser ya cosa del pasado. "Hemos conseguido demostrar que no es así, que una mujer se puede quedar embarazada de forma segura después de un cáncer de mama", presume el doctor al otro lado del teléfono. Porque además de los cargos enunciados, también es el coordinador de la parte española del estudio internacional POSITIVE, que busca dar respuesta a muchos de los interrogantes que plantea la maternidad tras este tumor.
Bajo riesgo de recaída
La clave de esta buena nueva está en la terapia endocrina u hormonal que tienen que llevar las pacientes cuando superan la enfermedad. Dura entre unos cinco y diez años y durante ella no se recomienda la gestación porque puede provocar malformaciones en el feto. Muchas pacientes que son diagnosticadas cuando son jóvenes, sin embargo, no tienen una ventana de tiempo tan amplia para esperar a ser madres. Emilia, por ejemplo, tenía 39 años. "Cuando me dijeron que tenía cáncer, pensé que tenía que luchar por mi salud, pero no se me iba la pena de que ya no podría ser madre", confiesa.
El estudio POSITIVE lo que ha demostrado es que paralizar la terapia endocrina durante un máximo de dos años —y luego continuarla— no incrementa el riesgo de cáncer a corto plazo. Según los resultados, publicados en The New England of Medicine, el peligro de recaída con este método es del 8,9%, frente al 9,2% del grupo de control. "Había mujeres que deseaban ser madre por encima de todo y que suspendían el tratamiento. En algunos casos, ni siquiera se retomaba. Con este estudio hemos ayudado a dar una respuesta segura a todas esas mujeres", detalla Ruiz Borrego.
"Cuando te dan el diagnóstico de cáncer de mama, piensas o me muero o adiós al sueño de mi vida, que es ser madre", cuenta Ana Fernández. Pues ni lo uno ni lo otro. Al igual que Emilia, superó la enfermedad y, tras eso, entró a formar parte del estudio POSITIVE. Su hijo, Pablo, tiene ahora cuatro años.
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Ana ríe y llora a partes iguales durante la entrevista. A toro pasado y con su hijo en su vida, todo parece bonito, pero durante la charla es inevitable que le vuelvan los momentos duros del proceso. Tanto ella como Emilia reconocen que el miedo ha sido una constante en sus vidas. "Cuando te cuentan todo, sientes que vas a poner en riesgo tu vida. Con el tratamiento te sientes muy protegida, pero cuando te lo quitan y te pones a formar una vida dentro de ti, da mucho miedo", recuerda Emilia. De la misma sensación habla Ana: "Por un lado, te han explicado que ese tratamiento es muy importante para evitar recaídas, por otro lado, te están dando la oportunidad de ser madre y dices: 'vale, pero qué precio voy a pagar'".
Resultó que el peaje a la maternidad tras el cáncer fue cero. Cuando estas mujeres suspenden el tratamiento hormonal, entran en un control exhaustivo por parte de los médicos oncólogos, que vigilan con lupa que todo vaya bien. Ante el mínimo indicio de que algo se tuerce, se actúa rápidamente. "El miedo se te va porque te llevan todo el rato de la mano", afirma Emilia.
72 mujeres españolas
Las dos entrevistadas se sienten privilegiadas de haber sido elegidas para un estudio de este tipo. Han participado 516 mujeres de 20 países distintos. Españolas han sido 72. Y, como apunte bonito, en total han nacido 365 bebés, todos causando su particular milagro. "Yo me quedé embarazada antes de la primera cirugía, pero tuve un aborto espontáneo. Cuando empezamos a buscar a Miguel, me quedé embarazada en ese mismo mes", cuenta Emilia. "Yo había intentado la in vitro dos veces antes del cáncer", dice por su parte Ana.
Los investigadores continúan con el seguimiento de todas las participantes para evaluar su riesgo de recaída en el tiempo, algo que será fundamental para confirmar estos primeros resultados a corto plazo (hasta ahora, se ha hecho una evaluación de 41 meses).
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Ruiz Borrego confirma que, efectivamente, hay que ir con prudencia en el anuncio, pero no puede evitar hablar de "una nueva esperanza" para todas las pacientes que son detectadas de cáncer de mama cuando son jóvenes, una realidad que advierte está en aumento. Según calcula la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la edad máxima de incidencia está por encima de los 50 años, pero aproximadamente un 10% se diagnostica en menores de 40 años.
El porcentaje puede parecer pequeño, pero hay que tener en cuenta que este tumor es el segundo más frecuente en nuestro país. La SEOM estima que en 2023 se darán 35.000 casos. Esto quiere decir que 3.500 serán en mujeres jóvenes.
"Yo cuento esto porque cuando me pasó tenía millones de dudas y pienso que si alguien lee o conoce una experiencia personal le puede ser de ayuda", transmite Ana. Emilia, sin haber coincidido personalmente con ella, dice exactamente lo mismo: "Se arriesga mucho para tenerlo, pero hay que tener confianza en la ciencia. Para mí, ahora mismo el doctor Ruiz Borrego es como Dios".