La cifra de fumadores en España apenas ha variado en los últimos años. El consumo de tabaco es el culpable de cerca de 54.000 muertes al año en nuestro país y, a pesar de conocer los inconvenientes de esta sustancia, el 24% de los españoles sigue fumando. Algunos organismos, como la Unión Europea (UE) o el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT) ya se han puesto fecha para terminar con esta carga para la salud pública: el año 2040, en el primer caso, y el año 2030, en el segundo.
Para que un país se considere libre de humo, el porcentaje de la población fumadora debe estar por debajo del 5%, según lo establecido por la Red Europea para la Prevención del Tabaquismo (ENSP, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero España va mal. ¿Qué debe hacer para mejorar? Los expertos coinciden en que el precio del tabaco debe aumentar y los espacios en los que se permita fumar deben disminuir, pero no todos coinciden en ayudarse de las alternativas menos dañinas del tabaco. Estas son, los cigarrillos electrónicos, el tabaco calentado o las bolsas de nicotina orales.
En Suecia han optado por dificultar el acceso al tabaco convencional y favorecer estas alternativas. Como resultado, este año esperan conseguir ser el primer país del mundo libre de humo y han visto cómo sus tasas de cáncer de pulmón y de otras enfermedades relacionadas con el tabaquismo ya han descendido. Karl Fagerström es un prestigioso psicólogo sueco que ha dedicado cerca de 50 años a la lucha contra el tabaco y es conocido por haber desarrollado un test para cuantificar la adicción a esta sustancia al que bautizó con su propio nombre.
El especialista ha participado este viernes en el Congreso de Patología Dual celebrado en Sevilla que ha organizado la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD). Ha intervenido para concienciar sobre el papel que tiene el tabaquismo en algunos trastornos mentales y en el potencial que pueden tener las alternativas menos dañinas que el tabaco para el tratamiento de estos pacientes. Una estrategia que España no está siguiendo a día de hoy para dar solución a la adicción al tabaco, pero que el propio Fagerström apoya.
Usted ha dedicado su carrera a investigar el impacto del tabaco en la salud, ¿por qué es tan complicado convencer a alguien de que debe dejar de fumar?
La respuesta más simple es que tienen una dependencia, una adicción. También es difícil para las personas adictas a las drogas y alcohol dejar estas sustancias, lo mismo pasa con los fumadores. Muchos fumadores quieren dejarlo y no pueden, han probado medicamentos, chicles o parches de nicotina y, aún así, sigue siendo difícil. Lo que es importante es disminuir la cantidad de jóvenes que empiezan a fumar al máximo posible porque no tenemos tratamientos demasiado efectivos para dejar el tabaco.
En los últimos años, la lucha de España contra el tabaco ha fallado. En 25 años sólo ha disminuido un 2%.
No sólo España ha fallado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) creó un marco para luchar contra la adicción al tabaco hace mucho y, a pesar de ello, hay tantos fumadores ahora como había hace 10 o 20 años. La población ha aumentado, así que el porcentaje puede ser algo menor, pero España no es un caso extraño. Hasta ahora hemos seguido el método de "abandona el tabaco o muere", es decir, los médicos pedíamos al paciente que dejara de fumar y si no podía, no ofrecíamos nada más.
Necesitamos nuevos abordajes y, en este sentido, vengo de un país muy peculiar que es Suecia. Ahí sólo hay un 5% de fumadores, pero las personas que usan nicotina son casi las mismas que en el resto de la Unión Europea, sólo que no fuman. Usamos formas de tabaco sin humo y se traduce en mejores cifras de cáncer o problemas respiratorios. Es decir, podemos reducir el daño con alternativas al tabaco. Es lo mismo que cuando nos ponemos un casco para montar en bicicleta o cuando le damos metadona a una persona adicta a las drogas.
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Las estrategias de control del daño pueden implementarse sin que los gobiernos se gasten mucho dinero, sólo necesitamos crear un sistema regulatorio: se debería observar qué productos de tabaco son más dañinos que otros y, en función de eso, ponemos los impuestos, decidimos dónde se pueden vender o limitamos su publicidad. Los cigarrillos tradicionales no deberían estar tan disponibles como están hoy y a los menos dañinos se les debería dar ventaja en el mercado. Una estrategia del palo y la zanahoria.
En 2016 se dijo que algunas alternativas al tabaco convencional producen un 95% menos de daño que el tabaco tradicional. ¿Las nuevas investigaciones confirman estas cifras?
Si hablamos de los cigarrillos electrónicos, que han sido permitidos por la FDA en el mercado de Estados Unidos, y los productos sin humo suecos como el snus, que fue el primero al que se le dio ventaja en el mercado de ese país, el rango sigue siendo de un 95% menos dañino. Sí, se han confirmado.
Hay estudios que sugieren que las personas que utilizan las alternativas al tabaco son fumadores duales. Una encuesta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) dice que el consumo de vapeadores entre personas de entre 14 y 18 años en España está en el 20,8%. ¿Se puede decir que son soluciones reales al tabaquismo?
Consumir cigarrillos electrónicos y tradicionales a la vez es algo que hacen todos los que están transitando de un uso al otro. Nadie cambia inmediatamente. Por eso, consumir estos dos tipos no debe ser visto como un problema porque significa que alguien ha emprendido su camino y está probando. En cuanto a los adolescentes, no queremos que empiecen a usarlos y debemos preocuparnos de ello: regular mejor los cigarrillos electrónicos para estar seguros de que no se pueden vender a menores de edad e, incluso, verificar la edad de los compradores por internet.
El cigarrillo electrónico parece ser el producto más efectivo para dejar de fumar que tenemos a día de hoy para fumadores adultos. No siempre se recopila la información como se debería. A veces se pregunta en encuestas "¿Has probado el tabaco electrónico durante el último mes o los últimos tres meses?" y los jóvenes, que experimentan, dicen que sí. Pero, si no los has usado durante todo el mes, ¿realmente eres consumidor? Tenemos que tener mucho cuidado con cómo acumulamos los datos.
¿Dónde se deberían vender estas alternativas al tabaco? ¿en una farmacia?
No creo que debamos limitarlos a las farmacias. Los productos de reemplazo de la nicotina, en cuyo desarrollo he participado hace unos 40 años, no han funcionado tan bien como esperábamos porque se ven como un producto farmacéutico. Los fumadores no se quieren ver como personas necesitadas de una medicación. Así que creo que son los cigarrillos convencionales, en todo caso, los que deberían trasladarse a la farmacia para que estén vigilados y que los menos dañinos estén más disponibles.
Imaginemos que España alcanza esa cifra menor al 5% de fumadores para ser considerado un país sin humo gracias al método de Suecia. ¿El siguiente paso será erradicar las alternativas al tabaco que nos han permitido llegar a ese punto?
Absolutamente sí. Por lo que sabemos, lo que más dependencia genera es el cigarrillo tradicional y aunque el tabaco sin humo también la genera, es mucho menor. En muchos estudios se ha observado que los fumadores de alternativas al tabaco son dependientes, pero menos. Así que si tenemos éxito al desplazar el consumo de los fumadores hacia estas alternativas menos dañinas, debería ser más fácil dar ese siguiente paso porque son menos adictivas.
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¿Veremos países con un 0% de fumadores?
No creo que el mundo termine con las drogas, porque no hemos podido con las drogas que ya son ilegales y algunas muy severas, como la morfina o la cocaína. En Estados Unidos desde hace mucho tiempo se ha declarado la guerra contra las drogas. ¿Ha dado resultado? No y, de hecho, creo que ha sido peor. Es el momento de pensar en cómo minimizar la presencia y el daño que hacen las drogas, pero el tabaco y la nicotina siguen por alguna razón muy difíciles de atajar.
Pienso que esto se debe a que, en este caso, también estamos lidiando con la industria del tabaco, que es una industria que se ha portado mal en el pasado. Por eso, a muchas personas les cuesta aceptar estos productos que pueden beneficiar a la industria del tabaco.
¿Estamos siendo hipócritas en la lucha contra el tabaquismo teniendo en cuenta lo que hacemos para reducir otros cancerígenos como el alcohol?
Sí, lo pienso. ¿Cómo de dañina es la nicotina? En realidad, bastante menos que el alcohol y los daños que producen hay que compararlos más bien con los de la cafeína. Es una sustancia que no causa ni problemas respiratorios ni cáncer, no entiendo por qué es tan controvertida; de hecho, se puede usar nicotina pura para tratar a personas adictas a las formas del tabaco más dañinas. El problema está en que los beneficios del uso de esta sustancia irían a parar a la industria del tabaco y esto no gusta. Este creo que es el problema, pero nos olvidamos de que los fumadores necesitan alternativas.