Unos 300.000 estudiantes se enfrentarán a partir de este lunes 5 de junio a la que podría ser la última Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU). En la mayoría de las comunidades autónomas el primer examen comienza a las 9.30 horas, con un descanso de una hora que dará paso a la segunda y última prueba de la mañana, que termina a las 13.30 horas. Precisamente esta es la hora en la que los alumnos logran mejores notas, según un estudio en el que se han analizado medio millón de exámenes.
Los investigadores de la Universidad de Granada Alessio Gaggero y Denni Tommasi, de la Universidad de Bolonia, han utilizado para su trabajo el sistema de educación superior de Reino Unido. Éste cuenta con una peculiaridad desde los últimos años, ya que la elección de la hora del examen se realiza a través de un programa informático. Así es, tanto profesores como alumnos se enteran al mismo tiempo de cuándo es el examen, que sólo se podrá realizar —por ley— en tres horas prefijadas: las 9.00, las 13.30 y las 16.30 horas.
Tras haber analizado los exámenes que 51.555 estudiantes realizaron entre 2014 y 2020, los resultados demuestran que a las 13.30 se obtuvieron las mejores notas. Seguido de este horario, el de la tarde (16.30 horas) fue por muy poco el siguiente mejor. El más tempranero de todos, el de las 9.00, era el que menos convenía a los estudiantes.
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"Nuestras estimaciones señalan que el desempeño promedio de los estudiantes, asignados casi aleatoriamente a exámenes en distintos momentos del día, sigue una relación en forma de U-inversa", explica Alessio Gaggero, investigador del departamento de Métodos Cuantitativos para la Economía y la Empresa de la UGR y autor principal del estudio, que se ha publicado en la revista The Economic Journal (Oxford Unversity Press).
Cuáles son las causas
La conclusión del estudio es clara entonces: el mediodía es la mejor hora en la que pueden hacer un examen las alondras y los búhos. Los científicos utilizan los nombres de estos animales para referirse de manera coloquial a las personas con un reloj biológico matutino o uno vespertino, respectivamente. "El estudio me parece muy bueno y sus resultados eran esperables dada la gran influencia que tienen los ritmos circadianos en la memoria y capacidad de razonamiento. Los alumnos rinden en función de cómo se encuentra su propio ritmo biológico en el momento de realizar el examen", valora en declaraciones a este periódico el investigador del Laboratorio de Cronobiología y Sueño de la Universidad de Murcia Juan Antonio Madrid.
Hace dos años un estudio de la Universidad de Baleares ya demostró que los estudiantes sacan mejores notas en los exámenes que tienen lugar en las horas centrales del día. Ambos trabajos apuntan que la principal causa de que esto suceda son los ritmos circadianos. Estas variables biológicas, que se producen en intervalos regulares de tiempo, programan el sueño, las hormonas, la tensión arterial, la capacidad cognitiva e incluso el estado de ánimo de cada persona.
Teniendo en cuenta los procesos circadianos, durante los exámenes matutinos los estudiantes rinden peor al no ser evaluados en el pico de sus capacidades cognitivas. "A primera hora de la mañana se puede tener un mal rendimiento porque el reloj biológico no ha activado plenamente las funciones cognitivas. Así, cuando haces un examen a alguien con tendencia vespertina a las 9.00 todavía está 'dormido'", añade Madrid. Por tanto, la inercia del sueño le va a impedir rendir al máximo.
Esta bajada de rendimiento en las primeras horas del día es más notable en los individuos que tienen un cronotipo búho o vespertino. "Estas personas suelen ir privados de sueño todos los días de la semana porque su reloj biológico no está programado para levantarse pronto", explica el investigador. En cambio, una parte de la población sí que se ve beneficiada por unos horarios más tempraneros. Nos referimos a las personas con un cronotipo matutino, aquellas que están menos activas durante las horas finales del día.
En el caso de los estudiantes, lo más frecuente es encontrarse con cronotipos vespertinos; es decir, individuos que no empiezan a rendir al máximo hasta llegado el mediodía. "El estudio asegura que las 13.30 horas es la mejor, pero porque es un horario prefijado. Seguramente, a las 12.30 también se podrían haber obtenido resultados similares", plantea Madrid.
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Realizando un símil, este investigador explica el perfil genérico del rendimiento con la característica figura de un camello: "Al mediodía se produce una primera 'joroba' de rendimiento, a la que le sigue una depresión. Por la tarde vuelve a ascender el rendimiento, sobre las 19.00 horas, y luego se produce una depresión nocturna". Este perfil está retrasado en el caso de los vespertinos, y en los matutinos está más adelantado.
Madrid no sólo se muestra contrario a que los estudiantes hagan los exámenes a una hora tan temprana, sino que cuestiona también que las clases comiencen tan temprano. A modo de anécdota, reconoce que es una situación con la que se enfrenta a menudo: "Doy clases a las 9.00 y a las 12.00. A primera hora los estudiantes están mirando el móvil o con la mirada perdida; mientras que en la segunda tengo que esperar unos minutos por el revuelo que hay".
Hacia una sociedad vespertina
El citado trabajo demuestra que los resultados varían en función de la estación del año. Así, los efectos de la hora del día son significativamente más fuertes en los exámenes que se realizan en invierno. "En el recorrido que hace un estudiante al centro escolar en verano le da la luz natural, que tiene un efecto activador muy importante", expone el investigador.
También se han detectado diferencias entre las materias a examinar. En las asignaturas de ciencias eran en las que peor rendimiento se obtenía a las 9.00 horas. Es por este motivo por el que Madrid cree que quizás se debe evitar programar este tipo de asignaturas a primera hora del día, tanto los exámenes como las clases. "En cambio, se ha comprobado que las materias relacionadas con la Literatura, la Historia y la Geografía se ven menos influidas por el ritmo biológico".
Otro de los resultados más llamativos del estudio fue que conforme más jóvenes eran, peores calificaciones sacaban por la mañana. "En la adolescencia se produce un desplazamiento hacia la vespertinidad", valora Madrid. En este sentido, el investigador menciona que colaboró en un trabajo en el que se midieron los cronotipos de los alumnos entre 12 y 18 años. "La sorpresa fue que más del 60% de los estudiantes eran vespertinos; en cambio, sólo encontramos un 1% que fuera matutino".
Aunque no se demostró el papel que jugó el uso de las nuevas tecnologías en esta ocasión, otros investigadores sí que han señalado que las pantallas están cambiando los ritmos circadianos. "Nuestra sociedad básicamente esta diseñada para ser matutina, pero la mayoría de las personas ya no lo son porque nuestros hábitos sedentarios, la exposición a la luz nocturna y los dispositivos móviles nos hace que seamos más vespertinos".
Cómo saber el ritmo circadiano
Existen dos formas de conocer qué tipo de reloj biológico tenemos, mediante un cuestionario o a través de dispositivos electrónicos. En el Laboratorio de Cronobiología y Sueño de la Universidad de Murcia cuentan con un reloj que evalúa los cronotipos; esto es, la hora central del sueño de cada persona. "Tenemos registrados los ritmos biológicos de unas 10.000 personas, y hemos observado que el uso de dispositivos electrónicos en la tarde noche favorece el retraso de los horarios de sueño, por lo que se debe evitar al menos una hora antes de irse a dormir", recomienda Madrid.
Aunque la forma más 'básica' para comprobarlo, según este investigador, es hacerse una pregunta: "Cuando tú, en un fin de semana en el que no tienes ningún compromiso social, no sales de fiesta, y no tienes la obligación de madrugar, ¿a qué hora te acostarías y a qué hora te levantarías?".
Una vez se conoce la respuesta, se calcula el centro de ese período de sueño. "Sabemos que cuando el centro de sueño de los días libres está más retrasado de las cinco de la mañana, ya estamos hablando de sujetos vespertinos", prosigue Madrid. Además de la herencia genética, una persona puede ser matutina o vespertina en función de sus hábitos de vida. "Por ejemplo, alguien que tenga un trabajo sedentario y con muy poca exposición a la luz natural, lo más seguro es que tienda hacia la vespertinidad", concluye Madrid.