Perú vive su peor momento histórico con el dengue. Según los últimos datos actualizados por su Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades, se han notificado casi 100.000 casos en el país, una cifra que dista mucho de los 63.000 con los que cerró 2022 o los 15.000 de 2019. Para los expertos, la explicación es clara: el país es el ejemplo perfecto del impacto que puede llegar a tener el cambio climático en la extensión de brotes de este virus por el mundo. España, de hecho, es un candidato potencial a sufrir problemas en un futuro.
Así lo advertía el coordinador de la Unidad de Ecología y Control de Vectores de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Raman Velayudhan, el pasado mes de abril en una conferencia sobre enfermedades tropicales desatendidas: "El cambio climático, con el aumento de precipitaciones, las temperaturas más altas y el incremento de humedad está favoreciendo al mosquito transmisor".
El dengue es una infección vírica que se transmite al ser humano por la picadura de mosquitos, principalmente del Aedes aegypti. Los climas preferidos de este vector son el tropical y el subtropical, es decir, principalmente caliente y húmedo. Cualquiera podría pensar que es el caso de Perú, pero lo cierto es que por sus condiciones geográficas no era así en todo el país. Hasta ahora. La epidemia este año en el país se ha visto exacerbada a causa de El Niño, un fenómeno meteorológico que provoca aumento de las temperaturas y fenómenos climatológicos extremos, como las fuertes lluvias que han vivido en los últimos meses.
Pero la cosa no queda ahí. Según la agencia de la ONU encargada de las previsiones del tiempo atmosférico, existe un 80% de probabilidades de que El Niño se expanda por el mundo entre julio y septiembre de 2023 y, si bien es natural que suceda, se espera que lo haga con mayor frecuencia a partir de ahora debido al cambio climático.
Amenaza para la salud mundial
Cabe decir que la mortalidad del dengue es mucho más baja que la de otras enfermedades candidatas potenciales a causar la próxima pandemia, como el ébola. Se calcula que mata hasta un 20% de los casos más graves, frente al 50% de esta última. Aun así la OMS la tiene incluida como una de las diez amenazas más importantes para la salud pública, debido al registro de brotes en lugares en los que apenas era incidente o que, directamente, nunca se había dado. "La enfermedad se está extendiendo a países menos tropicales y más templados, como el Nepal, en los que hasta ahora no estaba presente", observa el organismo.
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Un estudio de 2019 sobre la expansión mundial y redistribución del riesgo de transmisión del virus ya anunciaba que, a medida que el cambio climático vaya generando temperaturas más altas y patrones de lluvia impredecibles, irá aumentando el número de afectados por la enfermedad. Concretamente, calcula que podría atacar a 500 millones de personas más en los próximos 30 años. Según la OMS, actualmente, contagia alrededor de 390 millones de personas al año.
En España, la Red de Investigación Colaborativa de Enfermedades Tropicales (Ricet) vigila de cerca este virus. Tras 55 años de ausencia de dengue autóctono (que no ha sido importado) en la región europea, aparecieron casos en Francia y Croacia en 2010 y en Portugal en 2012. En nuestro país, los primeros se identificaron en 2018. Fue un brote de cinco personas relacionadas en Murcia y otra aislada en Cataluña.
Un escenario peligroso
Desde entonces, se han ido sucediendo avisos. El último, el pasado mes de febrero en Ibiza. Hay que tener en cuenta que otro de los vectores potenciales del dengue, el mosquito Aedes albopictus -el famoso mosquito tigre-, está presente en toda el área mediterránea española, las islas Baleares y en algunas zonas del interior y norte del país. Por ejemplo, en Ibiza se detectó por primera vez en 2014 y desde entonces se considera establecido en toda la isla.
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Fueron los cambios de temperatura los que favorecieron que el mosquito llegara y se pudiera establecer en nuestro país, que además goza de clima subtropical en las Islas Canaris y zonas costeras del sur peninsular, como Granada, Málaga o Almería.
Así, no es de extrañar que otros males tropicales, como el chagas, transmitido por el parásito Trypanosoma cruzi se hayan convertido en un problema para España. Según confirmaba un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), somos el primer país Europeo con mayor prevalencia de esta enfermedad, endémica en algunos países de América Central y del Sur.
"Algunos estudios apuntan a que el cambio climático es un escenario que favorecerá que se multiplique por 4.000 la transmisión de virus entre las especies para el año 2070", expone Raúl Rivas, catedrático de Microbiología en la Universidad de Salamanca. El experto señala otros ejemplos en nuestro país, como el virus de Crimea Congo, con una alta tasa de mortalidad y considerado de alto nivel de riesgo en los últimos años.
Y no es todo el cambio climático. El experto valora otros factores que también favorecen la propagación de estas enfermedades por el mundo, como es el caso de la urbanización descontrolada. Este último punto, precisamente, está asociado a la transmisión del dengue, ya que los vectores son más proclives a vivir en este tipo de ambientes. "Una alta densidad de población en algunos núcleos o países concretos afecta a la dinámica de las enfermedades, porque facilita que se extiendan o porque se provocan cambios en el hábitat que aumentan las posibilidades de transmisión", indica.
Por eso, pide atención para el enfoque one health, que entiende todo lo enumerado como parte de un todo: "Es importante entender que la salud humana está ligada a otros factores, como la salud ambiental o la salud animal, y que es importante crear actividades sostenibles con el medioambiente para que la naturaleza esté en equilibrio. Si la desbalanceamos, desde mi punto de vista, vamos a provocar que surjan más patógenos entre nosotros".