La aspirina es un medicamento tan generalizado que nos referimos a él por su nombre comercial, y no por el principio activo del fármaco —ácido aceltisalicílico—. Esto se debe a que, desde que se comercializara por primera vez en 1999, se ha ido ampliando sus usos. Las primeras indicaciones lo muestran como analgésico y antiinflamatorio; sin embargo, en la actualidad se utiliza incluso para aliviar dolores de cabeza y musculares.
En Estados Unidos, de hecho, la ingesta de una aspirina como medicina preventiva se da en la mitad de los mayores de 70 años, tal y como advierte este estudio. Es por este motivo por el que una gran parte de las investigaciones que se realizan acerca de este medicamento giran en torno a su papel como prevención, y no tanto como terapia.
En la década de los 60, uno de estos trabajos observó en la aspirina un efecto antiplaquetario, lo cual provocó que la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobara la indicación de la aspirina para prevenir segundos eventos cardiovasculares en personas que ya habían sufrido uno previo.
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Y no sólo eso, sino que también se empezó a creer que dosis bajas de este medicamento también podrían ser útiles para individuos que aunque no tenían ningún problema de salud existía el riesgo de que dejaran de serlo. Esta situación provocó que se recomendara el consumo diario de aspirina "a todo el mundo que tuviera factores de riesgo", como advirtió el presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Julián Pérez-Villacastín, en este artículo de EL ESPAÑOL.
De esta forma, la aspirina pasó de recomendarse a las personas que ya habían padecido un infarto a sugerir su consumo a todo aquel que presentara factores de riesgo de padecerlo; bien fuera gente con antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, colesterol alto o hipertensión. Sin embargo, recientes artículos, como esta recomendación de la United States Preventive Services Task Force publicada en JAMA Newtwork Open, han advertido de que no es una buena idea en personas mayores de 60 años.
Por qué recomiendan evitarla
A la recomendación del organismo estadounidense destinado a la medicina preventiva, se le suma ahora un nuevo estudio —publicado este lunes en la revista Annals of Internal Medicine— en el que se desaconseja el consumo de dosis bajas a diario de aspirina en mayores de 70 años debido al riesgo que conlleva para la salud.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores de la Universidad Monash de Melbourne (Australia) analizaron los resultados de 19.114 personas de 70 años o más después de que tomaran una aspirina de 100 miligramos al día, por un lado, o placebo, por otro. A los tres años comprobraron, tras medir los niveles de hemoglobina y la ferritina, que el riesgo de desarrollar anemia era del 23,5% en aquellos que habían recibido dosis bajas de aspirina.
Se trata de uno de los pocos estudios que han medido el efecto de la aspirina sobre la anemia, sobre todo en poblaciones de edad avanzada, como señalan los autores. Aunque, en realidad, es un análisis a posteriori del ensayo Aspirina en la Reducción de Eventos en el Anciano (ASPREE, por sus siglas en inglés). Este proyecto, que se está realizando desde 2017 a 2024, ya ha descartado varios efectos beneficiosos que puede tener este fármaco en adultos mayores sanos, en su mayoría mayores de 70 años.
Los principales resultados, que se publicaron en 2018 en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine, mostraron que la aspirina no redujo significativamente el riesgo de enfermedad cardíaca. Justo lo contrario sucedió con el riesgo de hemorragia, que se incrementó en aquellas personas habían consumido dosis bajas de aspirina; en concreto, la hemorragia intracraneal y del tracto gastrointestinal. La mortalidad fue incluso ligeramente mayor en el grupo que recibió la aspirina frente al que se le administró placebo; un 5,9% frente a un 5,7%, respectivamente.
Otro de los análisis de los datos del ensayo ASPREE, que se publicó, en esta ocasión, en la revista Neurology, mostró que las dosis bajas de aspirina no redujeron la incidencia de demencia. Seguidos durante un promedio de 4,7 años, el 11,3% de los participantes que recibieron placebo alcanzaron los criterios desencadenantes de demencia, en comparación con los 488 adultos mayores —es decir, el 11,6%— en el grupo de la aspirina.
Los investigadores tampoco encontraron diferencias entre los que tomaron aspirina y placebo en el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve o la probabilidad de enfermedad de Alzheimer. "Desafortunadamente, nuestro gran estudio encontró que una dosis baja, diaria de aspirina no proporcionó ningún beneficio a los participantes en el estudio en términos de prevenir la demencia o disminuir el deterioro cognitivo", aseguró en esta nota de prensa la autora del estudio, Joanne Ryan, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Monash.