El símbolo de los tres intensos años de pandemia resistía en su último rincón. La mascarilla obligatoria aguantaba en hospitales, centros de salud, residencias y otros establecimientos sanitaris como las farmacias o las consultas de los dentistas. Pero ya tiene los días contados y, aunque los sanitarios saludan este avance avisan que se ha desaprovechado una oportunidad para fomentar su uso preventivo.
Este viernes, Ministerio de Sanidad y comunidades autónomas han acordado poner fin a la obligación de llevarla en estos centros señalados. El ministro, José Miñones, trasladará la propuesta al Consejo de Ministros y todo hace pensar que en breve nacerá el real decreto que dé carpetazo a esta medida y, de forma simbólica, a la pandemia de Covid-19.
Lo hará casi cinco meses después de que la obligación de su uso se levantara en el transporte público. En aquel momento, la incidencia acumulada –el número de nuevos casos por 100.000 habitantes en los 14 días anteriores– se situaba en 51 puntos, había algo menos de 2.000 personas en el hospital con Covid y, de ellas, 111 se encontraban en las UCI.
Los últimos datos aportados desde Sanidad, el pasado 16 de junio, pintan un panorama similar, en el que la enfermedad sigue afectando pero no se temen nuevas oleadas masivas. La incidencia acumulada es de 66 casos y en los hospitales se encuentran 1.749 personas positivas al virus, 98 de ellas en cuidados intensivos. En la última semana hay registradas 57 muertes en personas con Covid.
La tendencia no ha variado demasiado este tiempo, por lo que el momento de decir adiós a las mascarillas en centros sanitarios y sociosanitarios es, cuando menos, arbitrario. "No hay datos que justifiquen esta medida diferentes a los que podían haber sido hace dos meses o dos semanas", comenta Lorenzo Armenteros, portavoz sobre la Covid de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). "Quizá la campaña electoral haya contribuido a esta retirada".
Lo que preocupa a Armenteros y a otros profesionales consultados por EL ESPAÑOL es el tiempo desaprovechado para fomentar el uso de la mascarilla como una estrategia preventiva y no como un yugo a la libertad de llevar la cara destapada.
"Se ha fracasado en transmitir esa cultura de los países orientales de proteger a los demás cuando estamos con alguna infección respiratoria y la retirada total incrementará el riesgo", afirma contundente."La retirada de las mascarillas sin una campaña informativa que involucre a la población en seguridad y prevención no será efectiva, nos crea incertidumbre".
Porque todavía hay gente vulnerable a la Covid y, precisamente, esa gente frecuenta los lugares donde todavía su uso era obligatorio. "En situaciones de especial riesgo, como en áreas donde se atienda a personas con cualquier tipo de inmunodepresión, pacientes oncológicos o en áreas de aislamiento, debemos, como hemos hecho siempre, extremar las medidas de precaucación", apunta la presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna, Juana Carretero.
En cambio, en zonas de tránsito o en aquellos lugares donde no se atiende directamente a los pacientes "creo que se debería recomendar pero no ser obligatorio".
Mascarilla en farmacias
Óscar Zurriaga, representante de la Sociedad Española de Epidemiología, abunda en las ideas transmitidas por Armenteros y Carretero. Por un lado, coincide en que hay ámbitos donde será relevante seguir utilizando mascarillas, "sobre todo en las zonas comunes de centros hospitalarios, donde puede haber una mayor concentración de personas y pueden estar juntas pacientes con algún tipo de vulnerabilidad y otros que no".
Por otro lado, manifiesta su deseo de que la mascarilla hubiera venido "para quedarse en el uso voluntario de aquellas personas que, ante síntomas respiratorios, las utilicen para proteger y no contagiar a las demás. Esto ya lo veíamos en otros países, fundamentalmente asiáticos, y ojalá se pudiera mantener en nuestro país".
También señala que hay ciertos ámbitos donde "hace tiempo que podrían haber sido retiradas, particularmente en las farmacias". Sin embargo, desde el Consejo General de Farmacéuticos apoyan el completo alineamiento con otros establecimientos de la red sanitaria española.
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"Como establecimientos sanitarios colaboradores del Sistema Nacional de Salud, debemos alinearnos con las medidas que se establezcan para centros sanitarios. Con ello se está transmitiendo un mensaje coherente a la población con respecto al uso de la mascarilla en instalaciones sanitarias".
"Cabe recordar que la farmacia comunitaria sigue siendo el principal punto sanitario al que acuden los ciudadanos con sospechas de contagio, por lo que recordamos a los ciudadanos la necesidad de tomar medidas de prevención en estos casos, en especial para la protección de los grupos de población más vulnerables", explican.
Los sanitarios españoles no son los únicos que han llamado a la prudencia en el uso de la mascarilla en entornos sanitarios. Un reciente editorial en la revista médica The New England Journal of Medicine recordaba que, aunque dejar de utilizarla es "comprensible", hay que recordar que la población hospitalizada es diferente de la que no lo está.
"Los hospitales, por definición, reúnen a algunas de las personas más vulnerables de la sociedad cuando se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad"; por ejemplo, cuando atraviesan la fase aguda de una enfermedad.
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Aunque las vacunas y los tratamientos para el SARS-CoV-2 han reducido la mortalidad en la mayoría de la población, "permanecen importantes subgrupos que continúan estando en un elevado riesgo de enfermedad grave y muerte, incluyendo adultos mayores, personas con condiciones inmunocomprometedoras y gente que tiene condiciones graves coexistentes, como enfermedad pulmonar o cardíaca crónica".
Además, el editorial recalca que las infecciones nosocomiales, aquellas que se producen en el propio hospital, siguen siendo comunes y poco tenidas en cuenta. Aquí entra en juego no solo la Covid sino también otras infecciones respiratorias como la gripe o el virus respiratorio sincitial.
"Bajo la lente de estos problemas, el uso de mascarillas en establecimientos sanitarios sigue teniendo sentido. Las mascarillas reducen la expansión de los virus respiratorios de gente con infecciones reconocidas y no reconocidas".