El número de personas en España con problemas de salud mental ha aumentado en los últimos años. Sin embargo, la falta de recursos económicos, las listas de espera en la sanidad pública o incluso el tabú que todavía existe provocan que no todo el mundo acuda a terapia. Sobre todo, cuando hay herramientas al alcance de su mano que prometen soluciones gratuitas y accesibles las 24 horas del día. Hablamos de las aplicaciones de salud mental.
Algunas de ellas tienen millones de usuarios en nuestro país. Así es, descargarse una app en el móvil cuando precisamente este dispositivo puede estar ocasionando un elevado nivel de estrés y ansiedad. "En primer lugar, habría que definir qué es una aplicación móvil de salud mental, pues bajo esta etiqueta hay una gran variabilidad", señala el psicólogo clínico y vocal de la Sociedad Española de Psicología Clínica, Carlos Losada.
Este profesional no entiende que obtenga la misma clasificación una app para organizar los ritmos de sueño, una de la industria del wellness y las que están en la línea de la autoayuda. "Hay algunas que incluso pueden simular una psicoterapia", denuncia Losada en declaraciones a EL ESPAÑOL.
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Una vez queda clara la definición, los psicólogos realizan otra advertencia: "Sea una aplicación móvil o cualquier otro recurso, lo más importante es que estén desarrollados por profesionales especializados en salud mental. Esto es fundamental para garantizar que se cumple con unos requisitos mínimos". Quien habla en esta ocasión es la vocal del Consejo de Psicólogos de Madrid, Mercedes Bermejo.
"El resultado es peor"
El requisito que exige esta psicóloga no se da, por ejemplo, en una de las aplicaciones más descargas bajo la etiqueta de "salud mental", Headspace, con más de 60 millones de usuarios en el mundo. Esta app, que promete "una dosis diaria de felicidad", fue creada por Andy Puddicombe, un monje budista tibetano y titulado en Artes Circenses en el Conservatorio de Danza y Teatro de Londres. Esto es, no tiene ninguna formación en salud, como reclaman los psicólogos.
Otra de las características de este tipo de aplicaciones es que suelen ofrecer una prueba gratuita a la que le sucede una suscripción. En el caso de Headspace, a partir de los 15 días el usuario debe pagar casi 60 euros al año. Un precio, eso sí, que es inferior al coste medio de una sesión en España: 52 euros, según el Observatorio de Precios de Mundopsicologos.com realizado en 2021.
"Aunque los sustitutivos sean más baratos, a nivel de resultados son peores", sentencia Losada. Este psicólogo considera que en algunos casos pueden hacer que incluso la persona empeore. "Lo malo es que el control de calidad depende de la compañía que venden este tipo de productos. Y al final, estas aplicaciones se convierten en un negocio".
Un negocio que en algunas situaciones resulta rentable; al menos, desde el punto de vista económico. Uno de los cofundadores de Headspace, Rich Pierson, reconoció en esta entrevista al medio espacializado Fortune que la compañía llevaba una financiación de 73,7 millones de dólares desde que se fundara en 2010.
Por ello, Losada demanda reforzar el sistema público de salud con más profesionales de psicología clínica. Según el último informe del Defensor del Pueblo, la ratio de profesionales en la red pública en 2018 era de seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, tres veces menor que la media europea. "Cuando sea accesible a través de esta vía, la gente no tendrá que buscar un sustitutivo en las aplicaciones", lamenta Losada.
Sin evidencia científica
El número de estudios que se han realizado acerca de este tipo de aplicaciones es escaso. Aunque haya aumentado en los últimos años, no hay que olvidar que son de reciente creación. Aun así, ninguno de los trabajos publicados concluyen que este tipo de aplicaciones tengan una evidencia científica sólida.
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Este análisis de 293 aplicaciones que ofrecían un tratamiento terapéutico para reducir los síntomas de depresión y/o ansiedad reveló que el 3,41% de ellas mostraban pruebas de su eficacia en base a una investigación. Ahora bien, de estas 10 aplicaciones, sólo en tres casos la investigación era independiente; es decir, había sido realizada por una institutción que no participaba en el desarrollo de la app.
Una revisión de estudios, publicada en la revista BMJ Mental Health, también advirtió que ninguna de las aplicaciones analizadas —en este ocasión, fueron un total de 1.154— había demostrado su eficacia. "Además, la mayoría de las apps no han informado de la fuente de la que habían obtenido el contenido", apuntan los autores.
Tampoco se debe pasar por alto que los usuarios facilitan los datos personales acerca de su salud. En este sentido, una investigación que han llevado a cabo investigadores de Mozilla el pasado año señala que las aplicaciones que ofrecen servicios para el cuidado de la salud mental son las que presentan menos seguridad para la privacidad de los usuarios en comparación con el resto de apps.
"Es que para que la terapia sea eficaz tiene que haber un espacio de seguridad y de confianza", valora Bermejo. "Lo que nutren las relaciones terapéuticas es el contacto directo, cálido y humano, que en ningún caso va a poder sustituir una tecnología", prosigue.
"¿Sustituirán a la terapia?"
Esta psicóloga reconoce que, recibiendo una media de 1.000 pacientes al mes, nunca han utilizado aplicaciones de salud mental. Losada, por su parte, tampoco lo ha hecho. Aunque ambos conocen a colegas que sí recurren a ellas. "Es cierto que pueden hacer una medida cuantitativa del paciente, pero no así cualitativa", asegura Bermejo.
Ninguno de los psicólogos consultados por este periódico cree que en algún momento las aplicaciones de salud mental acaben con las terapias. "Nunca van a sustituirla", sentencia Losada. "En ningún caso van a reemplazar la labor del profesional porque una persona con problemas de salud mental necesita un acompañante para que le vaya orientando en el proceso", añade Bermejo.
Losada coincide con el argumento de su compañera: "Muchas veces la gente se aproxima a la psicoterapia esperando una sanación rápida y sin esfuerzo. Y no es así.". Es por este motivo por que el que piensan que quienes quieren dejar de sufrir recurren al objeto que tenemos más al alcance de la mano, el móvil.
La accesibilidad ha provocado, como comenta Bermejo, que hayan surgido muchas aplicaciones en los últimos años para poder cubrir esta necesidad. "Pero muchas de ellas no están contrastadas ni validadas", matiza. También considera que el estigma de ir al psicólogo sigue estando presente en nuestra sociedad: "No es fácil ir a un sitio que te es extraño para contarle a alguien que no conoces una parte tuya de sufrimiento que quizás nadie sabe. Ahora, una aplicación no puede alcanzar ese nivel de intimidad", remacha la psicóloga.