En realidad, no ha pasado tanto tiempo desde que los teléfonos móviles sólo servían para hacer llamadas y jugar al juego de la serpiente que crece hasta ocupar toda la pantalla. Los mensajes que mandábamos entonces eran escuetos y, prácticamente, en clave porque nos cobraban por añadir letras. Ahora, el móvil se ha convertido en el protagonista, en una extensión de nosotros mismos: leemos en él las noticias al despertarnos, compartimos fotos de lo que hacemos en el día a día y mantenemos larguísimas conversaciones de chat.
El tiempo ahora que dedicamos al móvil se lo hemos arrebatado a otras actividades y, sobre todo, a otras personas. En 2007 nuestros teléfonos no nos dominaban tanto como ahora, pero ya surgió el concepto de phubbing que procede de la contracción de dos palabras en una: las que hacen referencia en inglés al teléfono y al desprecio. Es decir, hacer phubbing a una persona es despreciarla, pasar de ella, por utilizar el móvil y, aunque puede sonar duro, es muy probable que lo hagas a diario y no te hayas dado cuenta.
Así lo dice Paula Cocozza, escritora en el diario británico The Guardian, en un artículo para ese periódico. Cocozza ha publicado recientemente la novela Speak to me en la que narra la relación de pareja entre una mujer, su marido y el móvil de éste, que siempre se cuela entre ambos. ¿A quién no le resulta familiar esta situación? "A veces creo que tengo terapias de pareja entre él, ella y sus móviles. No sabes la cantidad de quejas de pacientes que recibo sobre que sus parejas no les hacen caso", explica Lara Ferreiro, psicóloga y autora del libro Adicta a un gilipollas (Grijalbo, 2023).
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Esta psicóloga, que también divulga en sus redes sociales, describe el phubbing como una falta de empatía y un hábito muy pasivo agresivo que manda a la otra persona un mensaje: "Es una forma de desprecio, de decir que esa persona no te interesa. En pareja puede ser muchas veces una herramienta para enmascarar la realidad: que has dejado de querer a tu pareja, que no tienes temas de conversación con ella", advierte Ferreiro. "No sabes la cantidad de gente en terapia que me cuenta que se siente menospreciada o ignorada por esta razón; es una queja general".
Diez escenarios
España ha resultado ser un buen caldo de cultivo para que el phubbing llegue a ser un problema: tal y como explica Ferreiro, el 80% de las personas en nuestro país tienen un teléfono móvil y existen ocho millones de adictos a él y a la redes sociales, de media pasamos hasta cinco horas al día pegados a su pantalla y el 62% de los españoles han confesado aislarse con este dispositivo. Unas cifras que asustan y que tienen mucho que ver, según la psicóloga, con que España sea el segundo país de Europa con peor salud mental y el primero, en el caso de los niños.
Cocozza recoge en su artículo para The Guardian hasta diez escenarios en los que usamos el teléfono y le hacemos phubbing a otro, a veces sin saberlo. El primero de ellos es cuando tenemos relaciones sexuales con nuestra pareja, de repente vibra el móvil y echamos una mirada o, incluso, respondemos. "Esto también me lo ha contado una paciente: está teniendo relaciones con su marido y éste se levanta a contestar una llamada de teléfono. Después no se retoman las relaciones, muchas veces esta adicción al trabajo camufla el hecho de que no te gusta tu pareja", sostiene Ferreiro.
Pero la autora de Speaking to me también incluye como phubbing el hecho de que vayas abducido por el móvil mientras das un paseo con tu perro, que mantengas llamadas importantes en un transporte público abarrotado o que, incluso, utilices el móvil en funerales y bodas. Ahora bien, lo más habitual es que echemos una mirada al móvil de vez en cuando durante una comida o mientras estamos teniendo una conversación, cuando miras las redes sociales mientras ves la televisión o cuando lo utilizas en el baño y otra persona está esperando.
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Por último, Cocozza también describe situaciones en las que muchas personas buscan antes el móvil que a su pareja cuando se despiertan o, incluso, considera que hacemos phubbing cuando caminamos por la calle mirando la pantalla porque es a través de las miradas con los demás cuando pactamos de qué manera nos vamos a mover. Es decir, que los smartphones se cuelan en casi todos los ámbitos en los que nos relacionamos y son estos diez a los que tenemos que atender para evitar hacer phubbing a los demás.
Tiempo de pantalla
¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida y de nuestras relaciones en este sentido? Ferreiro explica que se considera que el uso del móvil se considera problemático cuando se superan las dos horas diarias, aparte de cuando se utiliza para trabajar. En este sentido, lo más importante es poner límites a nuestro móvil: "Quitar las notificaciones del móvil o establecer un horario para utilizar las redes sociales, poner el móvil en silencio cuando estamos con otras personas o usar aplicaciones que nos avisen de que llevamos demasiado tiempo utilizándolo", enumera.
¿Y para reconectar con nuestras parejas? "Una de las estrategias que más les gusta a mis pacientes son las horas rosas, que son un mínimo de dos a la semana en las que la pareja no puede utilizar el teléfono, deben hacer una actividad fuera de casa estando solos y hablando de temas agradables", comenta la psicóloga. Además, en casa deberíamos establecer zonas sin móvil: como la cocina a la hora de cenar, el salón al ver una película en pareja o en la cama por la noche. "El tiempo de calidad es uno de los lenguajes del amor más importantes y su mala gestión puede romper la pareja. El phubbing puede generar ira y conflictos, es como una negligencia emocional".