Si bien la pandemia del coronavirus ha sido uno de los eventos más excepcionales de las últimas décadas a nivel mundial, muchos expertos han alertado sobre la posibilidad de que se repita una situación sanitaria similar. La presión que los seres humanos estamos ejerciendo sobre los hábitats naturales aumenta el riesgo de que algunas enfermedades que habitan en ciertos animales muten y salten a la especie humana.
Aunque este riesgo es real y muchas instituciones científicas lo tienen en cuenta, muchos medios de comunicación ya han encontrado un sucesor concreto para la Covid-19: el virus Nipah. Es un virus al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no quiere perder de vista por su letalidad y la capacidad que ha demostrado de contagiar a seres humanos a pesar de que su principal huésped sea el murciélago.
En este momento no existe una situación de riesgo de que este virus produzca una situación de pandemia como la que ha generado el virus Sars CoV-2. Eso sí, en la India, siete aldeas en el distrito de Kozhikode del estado sureño de Kerala han cerrado las escuelas para contener un brote que ya ha causado dos víctimas mortales. El primer brote se detectó en junio de 2018 también en Kerala, dejando 17 muertes precisamente en los distritos de Kozhikode y Mallapuram.
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Una mortalidad sobrecogedora
Es posible que nunca hayamos oído hablar del virus Nipah, pero existen noticias de él desde 1998, cuando tuvo lugar un brote en Malasia. Desde aquel episodio, se han descubierto muchas de las características de este virus. La más alarmante de ellas es que produce un alto porcentaje de muertes entre quienes son contagiados. Dependiendo del brote, se ha observado una letalidad de entre el 40% y el 75%.
A la espera todavía de la vacuna y de medicamentos antivirales efectivos, la OMS explica en su página web que el único tratamiento hoy en día es la atención intensiva del paciente enfermo. Las personas que portan el virus pueden manifestar un síndrome respiratorio agudo, convulsiones, fatiga e, incluso, una encefalitis que puede devenir en un coma o en la muerte. También existen casos de pacientes asintomáticos.
A pesar de que se han observado brotes causados por cerdos, el huésped típico del virus Nipah es el murciélago de la fruta, también llamado zorro volador. Estos animales viven en países tropicales y son abundantes en la zona de la India y del sudeste asiático. Su hábitat natural son las zonas con alta densidad de vegetación y árboles frutales, pero la explotación de estas áreas les obliga a buscar otras regiones para prosperar.
Nuevamente los murciélagos
En este artículo de la BBC la autora explica que muchas poblaciones de murciélagos de la fruta conviven con los humanos en entornos públicos como los mercados de alimentos. Esta situación preocupa a los científicos porque aumenta el riesgo de que algún fluido de un animal infectado contamine algún alimento. Si el virus muta y adquiere la capacidad de contagiar a los humanos puede entrar en el organismo a través de la alimentación.
Otra práctica que preocupa en los países del sudeste asiático es la recogida del guano, los excrementos de murciélago que son un fertilizante natural muy popular en Tailandia y Camboya. Según la BBC, muchas de las personas que se dedican a esta actividad no son conscientes de que puede generar una situación de riesgo. Eliminar a los murciélagos no es una solución porque cumplen un papel importante en la polinización de las plantas y en el control de la población de mosquitos que pueden transmitir la malaria.
Por qué la OMS se preocupa
El virus Nipah se transmite a través del contacto de fluidos y el consumo de alimentos contaminados. Esta es una de las razones por las que los expertos piensan que un brote de esta enfermedad puede ser controlado con mayor facilidad que los brotes de coronavirus —un virus que es respiratorio y puede transmitirse por el aire—. Pero no es el único aspecto que parece indicar que su potencial pandémico puede ser menor al del Sars CoV-2.
Al tratarse de un virus que termina con la vida de una gran parte de sus huéspedes humanos, la transmisión entre ellos es menor. Los virus más prevalentes suelen ser aquellos que tienen síntomas más leves y que no matan a la persona contagiada. Además, aunque han tenido lugar episodios en los que el virus ha contagiado a humanos, nunca se han dado brotes masivos.
De todas formas, tanto la OMS como muchos grupos científicos internacionales vigilan de cerca este virus y la forma en la que se transmite por si se diera algún tipo de cambio por una mutación. Según este artículo de El País, si sus características cambiaran y se hiciera más contagioso, "la epidemia podría tener un efecto devastador en la vida de las personas, la sanidad pública y las economías globales".