Los suplementos con vitaminas comienzan a asomar aquí y allá a medida que nos vamos introduciendo en el otoño. Prometen ayudarnos a plantarle cara a las infecciones que van haciéndose más frecuentes en las estaciones frías, pero ¡ojo! porque no cumplen con lo que prometen. "Tomando fruta y verdura ya conseguimos tres veces los niveles que necesitamos de vitamina C, añadir además una pastilla probablemente no nos aporte absolutamente nada. El cuerpo elimina todo lo que le sobra".
Quien habla es Fernando Fabiani, médico de familia, habitual de programas de televisión como 'Saber Vivir', y autor de varios libros de salud. El último, La salud enferma (Aguilar, 2023), es toda una denuncia hacia los mensajes que nos hacen dudar de nuestra salud y que son muy frecuentes. El médico explica que todos ellos tienen una cosa en común: una empresa que quiere venderte su último producto que, en realidad, no necesitas. Fabiani pretende que reconectes con la máquina más certera para darte pistas sobre tu estado, que es tu propio cuerpo.
"Tenía la necesidad de hacer que la población bajase a la realidad con este libro. Estamos influenciados por muchos mensajes que tienen un doble mecanismo y son una trampa perfecta. Por una parte, te roban un pedacito de tu salud y automáticamente después te venden la solución. Ha llegado el momento de que respiremos hondo y de que recordemos que buscar la salud es algo más sencillo", explica el médico. Fabiani repasa los mitos de la salud en los que creemos y da un balón de oxígenos para aquellos que tienen siempre la vista puesta en cada síntoma que padecen.
En la calle tenemos a personas que se preocupan en exceso por su salud, pero también el extremo contrario. Por ejemplo, la cifra de fumadores en España lleva estancada desde hace años a pesar de los esfuerzos por dar a conocer los riesgos. ¿A quién has dirigido tu libro?
He escrito el libro pensando en la población general, no va a nadie en concreto. Creo que es un libro que puede ayudar a una persona que está excesivamente alerta con su salud, una persona hipervigilante. Pero también a personas que, sin estar muy preocupadas, están bombardeados constantemente por estos mensajes que a veces les hacen poner en duda si están haciendo bien ciertas cosas. Hay personas que siguen fumando, pero piensan que por andar 10.000 pasos o por beber 2 litros de agua están sanos.
Todos conocemos a más de uno...
Claro, el problema con estos consejos en forma de solución milagrosa es que te alejan de donde está realmente la salud. Pensar que con cumplir con eso basta y que no se necesita nada más. Lo realmente importante para la salud es ir más a la frutería, al parque, hacer más ejercicio y minimizar al máximo el alcohol y el tabaco. Con esto estamos haciendo el 95% de lo que realmente podemos hacer por nuestra salud.
¿Cuidarnos de verdad no cuesta dinero?
A ver, comer no es gratis, pero la mejor comida para ti no es la que más te quieren vender. Por ejemplo, hacer ejercicio o ir al parque es gratis, pero no hay fuerzas de marketing y publicidad que te quieran condicionar a hacerlo.
Por tanto, ¿a quién beneficia que siempre pensemos que estamos enfermos?
Beneficia a quien vende el producto. Hace ya muchos años, Lynn Payer, una periodista habló de este fenómeno [llamado disease monguering] que consiste en que hacer sentir enfermas a las personas sanas es un gran negocio. Se benefician los que venden alimentos enriquecidos, complejos vitamínicos, servicios privados de salud, los chequeos rutinarios a bajo precio… todo el que te vende un producto.
¿De qué signos sí deberíamos preocuparnos e ir al médico?
Hay síntomas que son difícilmente soportables como un dolor muy intenso que, obviamente, hay que consultar. Síntomas potencialmente graves como un dolor fuerte en el pecho o vomitar sangre o convulsionar. Por esto claro que hay que ir al médico. O síntomas que son persistentes en el tiempo. Si llevas cansado tres días, estáte tranquilo. Si llevas cansado un mes y no te encuentras mejor, ya es un motivo para preguntar.
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Supongo que en la Atención Primaria es donde más personas hipervigilantes tenéis.
Permanentemente. Además, ten en cuenta que en Atención Primaria se resuelven el 85% de los problemas de salud. Sólo hay entre un 10% y un 15% de problemas que requieren un especialista hospitalario. Por tanto, somos los que más recibimos esta sensación de cómo se siente la población. Al final, a los compañeros del hospital le llegan casos muy concretos, pero igual no son tan conscientes de la realidad que vive la población. Por eso, como médico de familia me surge la necesidad de escribir este libro.
En él hablas sobre los niveles de hipertensión y colesterol, que en los últimos años no han parado de bajar...
Tenemos que ser conscientes de que un cambio en las cifras multiplica el número de potenciales enfermos. Si yo bajo la cifra de tensión normal de 140/90 a 130/80, como proponen algunas guías, multiplico por dos e, incluso, por tres el número de hipertensos en el mundo. Ese cambio no es accidental y no siempre existe suficiente evidencia científica bajo esos cambios.
Cuidado, porque vivimos en una sociedad que rápidamente pone una etiqueta diagnóstica y detrás de ella viene rápidamente el tratamiento. O sea, que tenemos que pararnos, respirar hondo y ser conscientes de que el sistema sanitario no es ajeno a presiones y a intereses.
¿Piensas que el interés económico de las empresas permea en la sanidad?
Yo no tengo ninguna duda. Lo ves en esos anuncios de televisión que te dicen "¿tienes el colesterol alto?". Claro, en cuanto veas un asterisco en unos análisis del colesterol vas a correr al supermercado y vas a comprar ese producto que te promete bajar el colesterol. Habría que preguntarse, ¿bajar 10 puntos el colesterol va a mejorar mi salud? El objetivo no es bajar el colesterol, es mejorar la salud. Hay que poner más el foco en las situaciones que hay que corregir.
En algunos análisis ya están desapareciendo los rangos de normalidad del colesterol...
Tenemos que entender que rara vez una cifra aislada nos da una razón para tomar una decisión. Estamos en una sociedad demasiado centrada en el colesterol y yo siempre digo que cuando tratamos el colesterol no lo hacemos para bajarlo. El colesterol alto no duele. Lo tratamos para prevenir enfermedades, problemas cardíacos y cerebrales. En cada persona individualmente hay que valorar su riesgo y en él influye el colesterol, pero no lo que más. Influye el sobrepeso, si hace ejercicio, su alimentación, si fuma. Al revisar todo eso, vemos si su riesgo es alto y, si lo es, ¿dónde está la clave para reducirlo? En dejar de fumar, en comer mejor, hacer ejercicio… Pero esto cuesta mucho, entonces, ¿cuál es el atajo? Pues una pastilla que te baje el colesterol y haga que pienses que estás más sano, pero la mayoría de las veces no lo estás.
Dime un truco para distinguir un buen consejo de salud de uno malo.
Es sencillo. Cualquier consejo que no esté potenciando una alimentación rica en vegetales y sin productos ultraprocesados, cualquier consejo que no te diga que hagas más ejercicio, o cualquier consejo que no vaya en la línea de tomar menos tóxicos no vale. Si te proponen compensar de alguna manera esas cosas que haces mal, tampoco vale. Esa es la clave, lo importante es que no te desvíen del camino correcto. Ocurre todos los días: vas al supermercado a comprar verdura y te encuentras que al lado hay unos cereales para el desayuno, que son un 50% azúcar, pero tienen una etiqueta que dice que tienen vitaminas y hierro. Puedes acabar pensando que para que no te falten vitaminas y hierro debes comprar eso, cuando realmente estabas bien encaminado, necesitas ir a las verduras.
¿Está justificado comprar algún suplemento?
La población general no necesita tomar complementos alimenticios con una alimentación variada. A pesar de eso, uno de cada tres españoles consumen habitualmente algún suplemento o complemento. Estamos generando la orina más cara de la Historia. Estamos expulsando el exceso de vitaminas que tomamos como complemento. El problema es coger esto como solución a un problema que no existe.
¿Qué me dices de los relojes inteligentes que dan información de nuestra salud?
Hay dos cosas que analizar. Si a una persona un reloj inteligente le supone un estímulo y gracias a él hace más ejercicio, aquí hay poco que hablar, sería perfecto. Pero si pensamos que cumplir con lo que nos propone el reloj nos hace estar sanos, cuidado. Si das 10.000 pasos al día, pero fumas, mejor deja el tabaco. Además, medir de más no siempre ha resultado ser mejor. La tecnología está evolucionando a monitorizarlo todo y hay que demostrar si tener todos esos datos es realmente bueno. En la ciencia muchas veces se demuestran cosas contraintuitivas, que lo que parecía lógico no se demuestra. Antes de medirlo todo desesperadamente hay que ver cuál es el resultado de esto. Si al final lo que tenemos son falsas alarmas o exceso de preocupación, igual no ayuda.
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Precisamente ahora que está surgiendo la nutrición intuitiva, el reconectar con el cuerpo, ¿no van en contra de esto?
Es que es chocante que tengamos un mecanismo tan bueno como es la sed, que te dice si tienes que beber o no agua, y queramos ignorarlo después de miles de años de evolución. Pensamos que ya no sabemos cuánto tenemos que beber. Más allá de que pudiéramos hacer un cálculo aproximado del agua que hay que beber, esa cantidad no son vasos medidos, hay agua en un gazpacho, en una sopa, en una fruta, ese agua cuenta. Tener que beber dos litros de agua al día no tiene ningún sentido. Cuando en vez de beber cuando tenemos sed o descansar cuando estamos cansados, lo hacemos por validación externa, estamos perdiendo un poco el norte.
También hablas de salud mental en tu libro, un tema del que se habla mucho hoy en día...
Nos han vendido que siempre tenemos que estar bien, felices y, encima, que si no lo estamos es que tenemos nosotros la culpa. A veces tienes que estar mal. Si nos creemos que siempre tenemos que ser fuertes y poder con todo, estaremos permanentemente insatisfechos. Hay veces que toca estar mal y, en esos casos, es sano no estar bien. En esos casos, estar bien es estar mal.
¿Recibir terapia psicológica sigue siendo para personas con dinero?
Completamente, pero quí hay dos patas muy importantes. Sin duda, tendría que haber más psicólogos para la atención primaria: hay quien los necesitan y los psicólogos no tienen agenda suficiente para citarlos con la regularidad que requieren. Pero cuidado porque en esta sociedad hay un mensaje de "a todo el mundo le viene bien ir a un psicólogo" y, mira, no. Ni todo el mundo tiene que ir al psicólogo, ni todo el mundo tiene que ir al médico.